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Podría escuchar cantar cien años a su hermana y en esos cien años jamás se cansaría.
Amaba escucharla y verla arriba del escenario disfrutando de toda la magia y el sentimiento que provocaba estar ahí arriba.
Y al parecer no era la única.
Pues mirando a su alrededor notó a varias personas con sonrisas amplias disfrutando del espectáculo, pero ninguno igualaba lo fascinada que ella se encontraba, o eso fue lo que pensó hasta que su mirada cayó en un castaño de mirada azulada que le recordaba al hielo derretido con un traje negro y guantes a juego de cuero.
Algo en su mirada le recordaba a como Nikolai la veía, con tanto anhelo, admiración y amor, aunque casi imperceptible, como si estuviera peleando contra aquellos sentimientos.
Sin duda le preguntaría a su hermana sobre ello, pues si se fijaba bien en el castaño le recordaba un poco al joven de su sueño, el cual tuvo un mes después de que su hermana se marchará del Palacio, y creía que con la respuesta de su hermana podría saber si este castaño podría llegar a ser el de su sueño.
Salió de sus pensamientos en cuanto dejó de escuchar la meliodosa y angelical voz de su hermana que fue reemplazada por numerosos aplausos por todos los presentes.
《Esa era su señal》pensó mientras empezaba a acercarse con lentitud hacia el escenario, donde su hermana ahora se encontraba hablando con alguien a quien no le tomo importancia pues toda su atención estaba en aquella pelinegra de ojos rasgados grisáceos y vestimenta de un color rojo como la sangre, sus nervios aparecieron nuevamente golpeandola como si fuese una fuerte brisa pero entre más se acercaba aquellos nervios empezaron a desaparecer tan pronto como aparecieron para ser remplazados por una inmensa felicidad, una que no sentía hace mucho. Por que a pesar de tener a personas a su lado como Zoya, Genya, Dominik y Nikolai, claro antes de que los últimos dos decidieran irse y se enterará de la traición de la pelirroja, no se sentía del todo completa sin su hermana, sin saber lo que había pasado con ella y como se encontraba.
Por un momento efímero creyó que todo esto no era real, que era un simple sueño del que temía despertar en cuanto tuviera de frente a su hermanita, pero aquello se esfumó cuando la voz de su dulce hermana llamándola por aquel apodo resonó en sus oídos como una dulce melodía.
