Paul ya volvía a pensar en su vecino, era de noche y lo estaba pasando realmente mal. No podía dormir por lo injusto que le parecía todo.
Le fastidiaba que Álvaro fuera tan encantador. Le salía tan natural que ni siquiera tenía que forzar o exagerar nada y eso es lo que tenía a Paul tan cabreado. Su vida giraba en torno a lo que sucedía en la habitación de enfrente y Paul no soportaba sentirse así de miserable por su culpa. Realmente era como si no pudiera funcionar sin Álvaro y no le gustaba la idea de que alguien que no fuera él mismo controlara su existencia. Había momentos en los que le gustaba tener esos sentimientos tan intensos, pero otras veces era agotador luchar tanto por algo que era inexistente.
A eso, también había que sumarle lo de compartirle. Sabía que Álvaro tenía a muchos pretendientes por ahí con los que se enrollaba sin compromisos y aparte de que odiaba pensar en la idea de que fuese de alguien más, a Paul le martirizaba el hecho de que sabía que él nunca llegaría a tener ni un pedacito de eso. Le partía el corazón saber que nunca llegaría a compartir una cita con él o un simple beso.
Y para colmo, el día en el que iban a verse, el muy idiota no le ha dado toda la información. Paul no tenía ni idea de dónde iban a reunirse ni de la hora, lo que también lo mantenía en vilo repasando la conversación de apenas unas horas atrás para asegurarse de que la emoción no le había hecho olvidarse de nada.
Cada vez se arrepentía más de haber aceptado su propuesta. Le había salido casi automático. Claro que a Paul le apetecía mucho verle y hablar de una manera más cercana con su vecino, pero no sabía si iba a salir todo como él esperaba. Para empezar, todavía seguía teniendo dudas de las intenciones del chico y de su cambio de actitud tan repentino y para seguir, tampoco sabía si él iba a ser capaz de controlarse teniendo a su amor platónico a tan pocos centímetros…
No pudo seguir pensando, porque después de aquello los sueños le arrastraron y desconectó del mundo.
No supo cuánto duró dormido, pero sus ojos se abrieron de par en par en cuanto la voz de Taylor Swift que tenía de alarma llenó sus oídos. Pegó el brinco más grande de su vida y se vistió sin prestar atención a la ropa que sus manos agarraban. Bajó a la cocina con intención de desayunar y tras prepararse un café, alguien picó al timbre.
Paul fue a abrir, pero se sorprendió al encontrar su portal vacío. No había nadie allí. Frunció el ceño y se mantuvo quieto unos segundos, tiempo suficiente para atisbar el extremo de una hoja de papel escondida en el borde del felpudo. El moreno se agachó sin mucho esfuerzo y al terminar de leerla, pudo deducir de quién podría tener esa letra.
“Guapo, te espero en una hora en mi bar de confianza. Sé que sabes cual es así que no faltes <3”.
A Paul se le puso el pelo de punta. La forma en la que Álvaro se relacionaba con él cambiaba de forma muy rápida y aunque eso solo lograba causarle más inseguridades, al menos estaba agradecido de que le prestara un poco de atención. Y si seguía siendo igual de amable que hasta ahora, no tenía nada de lo que quejarse.
En cualquier otra ocasión le hubiera molestado el tono mandón del mensaje, pero el corazón que lo acompañaba compensaba todo lo malo. Sus pensamientos con respecto a su vecino eran tan imparciales que ni siquiera él lograba entenderlos, pero sabía que todo había sido culpa del apodo con el que había decidido dirigirse a él. ¿Cómo que guapo? ¿Qué tipo de confianzas eran esas? No es que no le gustara, porque de hecho estaba disfrutando con su halago, pero es que si la cosa entre ellos seguía así Álvaro iba a acabar matándolo de un infarto.
La nota le dejó tan aturdido que le costó varios intentos conseguir cerrar la puerta y con una sensación de ligereza en el cuerpo, el moreno fue al baño a terminar de prepararse.
Mientras tanto, Álvaro seguía corriendo. Sabía que desde esa distancia era imposible que Paul lo descubriese, pero los nervios no le dejaban detenerse. Podría habérselo dicho por whatsapp, pero sabía que ese pequeño detalle le haría más ilusión y, además, así volvía la cita mucho más interesante.
A Álvaro le encantaba tontear hasta cuando estaba de broma.
Fue el primero en llegar (tal y como él quería), así que tomó asiento en su sitio favorito y se entretuvo con el móvil mientras esperaba la llegada del otro.
Diez minutos después sus ojos atisbaron, a lo lejos, una figura que corría y que se iba acercando a él cada vez más. Álvaro tuvo que reprimir una risa por lo adorable que se veía de esa forma, pero le duró poco puesto que Paul se colocó en el asiento que había frente al de él. Al sevillano no le pasó desapercibido el olor a colonia que emanaba de su cuerpo.
- Cabrón, no me has dicho que estaba tan lejos - El moreno suspiró al tiempo que recuperaba el aliento por la carrera.
- No seas tan quejica anda, que ya estás aquí conmigo - Álvaro le lanzó una mirada que aceleró los latidos del corazón de Paul-. ¿A que merece la pena salir de casa?.
El sevillano le hablaba en un tono demasiado intenso para él y si no fuera porque conocía a la perfección su forma de ser, hubiera pensado que había dobles intenciones en sus palabras. Seguía sin gustarle el pasotismo que se notaba en su voz, pero no iba a decir nada al respecto ahora que había conseguido tenerlo delante.
- Pues ahora que lo dices, podrías haberme dicho lo que sea que quieras desde la ventana y así no tendría que haberme movido - Replicó Paul con dramatismo.
Álvaro rodó los ojos sin poder evitar que una pequeña sonrisa se asomara por su cara.
- Qué mal tienes el concepto de romanticismo eh.
El corazón del moreno dio un brinco. ¿Ahora quería ser romántico con él? Ya no sabía qué más esperarse de Míster Sevilla, siempre le dejaba sin palabras. Y por esa misma razón, no era capaz de articular ninguna respuesta.
- ¿Y qué tengo que ver yo con eso? - Paul cruzó los brazos a la misma vez que pronunció aquello, poniéndose a la defensiva.
- Yo pensaba que eras un friki de esos, tío.
- Y lo soy - Rebatió el chico con dureza antes de hacer una pausa-, pero no sabía que a los frikis nos tenía que gustar el rollo ese.
Álvaro frunció los labios. No estaba funcionando bien su propósito. Había quedado con Paul para que viera que era un buen tío y que podían llevar bien, pero no se esperaba que el chaval tuviera tanto carácter. Aquello le había pillado desprevenido y ahora no sabía cómo contraatacar.
- Lo que quería decir es que era muy cutre si lo hacía desde mi casa. Nuestro primer encuentro tenía que ser especial, sobretodo porque a partir de ahora te vas a hartar de verme la cara - Álvaro alzó las cejas y le dedicó una sonrisa divertida.
El moreno relajó su cuerpo. Dejó de mirarle con expresión seria y se pellizcó el brazo por debajo de la mesa para asegurarse que no seguía soñando. No sabía que había hecho para acabar en aquella situación que tanto había estado esperando, pero parecía que la suerte le sonreía. Tuvo que reprimir sus ganas de levantarse y celebrarlo, porque antes quiso hacer otra pregunta:
- ¿Y eso por qué? - La inseguridad en su voz fue más evidente de lo que Paul hubiera querido.
- Porque quiero que te unas a mi banda de música.
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Endgame - Alvaul / Paul y Álvaro (OT)
RomancePaul y Álvaro viven uno en frente del otro. Paul vive obsesionado con su vecino, le mira a través de su ventana y sueña con el día en el que le dirija una sola palabra. Pero sabe que eso no es posible porque para Álvaro, él es invisible. O eso es...