Capitulo IV

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Me refregué la cara con la toalla y la dejé caer en el lavabo. Me acaricié las clásicas trenzas que me suelo hacer antes de dormir, revisé por última vez mis dientes y me di el visto bueno; finalmente podía irme a dormir.

Apenas salgo del baño, me cruzo con el cuarto de papá. En la televisión parecían hablar sobre nuevas tecnologías que se esperaban para el próximo año.

Desde que llegué de vuelta del paseo con Gabriel y Dylan no he hablado con él, ni siquiera para darle de entender de que había vuelto a casa. Di un paso dudoso en dirección a su puerta, tratando de probar mi orgullo y ver si soy capaz de renunciar a él y hacer las paces con papá.

Acerqué mi mano a la puerta para tocarla, y escuché cómo se paraba de la cama y se acercaba a la puerta. Sin razón aparente, escapé corriendo a mi habitación.

Cerré la puerta y solté todo el aire de mis pulmones junto con la tensión de mi "escapada de fugitiva". Pensándolo mejor, no escapé por miedo a verlo, sino que sólo no quiero admitir que quizás me porté un poquito, pero sólo un poquito infantil al pelearle sus normas.

Estúpido orgullo.

Se supone que ya me había permitido ir a dormir, por lo tanto dejé de sobrecalentar mi cabeza con pensamientos de los cuales no debería preocuparme en ese momento y me metí a la cama. Gran error.

Creo que pasó una hora entera en la que me revolvía entre las sábanas, tratando de callar el debate que protagonizaban mi orgullo y mi humildad dentro de mi cabeza.

Me senté en la cama y me refregué los ojos. No puedia seguir enojada hasta el día siguente con papá, nunca he podido; y ésta no será la excepción.

Miré el reloj digital. Al carajo con lo hora, no pienso seguir despierta con esto dando vueltas en mi cabeza, necesito mi sueño embellecedor de todas formas.

Me bajé de la cama, y sin meter mucho ruido, entré a la habitación de papá.

¡Dios, cómo ronca éste hombre! Con la fuerza de sus ronquidos podría fácilmente arrastrarme de vuelta a mi habitación; pero no, yo venía con un propósito.

Me senté en su cama y lo sacudí levemente. Sus ronquidos pararon por un segundo, pero luego se reanudaron como si nada hubiese pasado.

-Demonios, ¡¿Por qué siempre duermes como una jodida marmota?!- Susurré para mí

-No...no soy una podrida margota...-Dijo mi papá entre sueños.

Me reí por lo bajo, al parecer no sólo me escuchó, sino que también hizo mi queja mil veces mejor, creo que insultaré así más seguido.

Bueno, si había escuchado mis murmullos, era porque estaba medio despierto.

-Papa, despierta papá- Lo sacudí nuevamente.

- Claire, ¿Pero que diantres haces despierta? No me digas que tuviste una pesadilla, ¿Acaso soñaste con marmotas? Yo soñé con ellas, pero era raro porque les decían algo así como: "Podrida margota"-Dijo algo adormilado.

Me reí nuevamente. Si, definitivamente "Podrida margota" iba a ser mi nuevo insulto.

-¿Ves que es raro? Hasta tú te ríes de él.

-Papá, no vengo a hablarte de eso.

-¿Ah no? Bueno, espero tengas una buena excusa para despertarme cómo para que me pierda un sueño tan interesante cómo el de las margotas.

-Sí, tengo una buena excusa. Te vengo a pedir perdón.

-¿Perdón por qué?- Ahora si estaba despierto.

-Por la pelea que tuvimos en la tarde. Sabes, yo... me porté como una niña.

Su ceño se frunció por un segundo. Me miraba directamente a los ojos, sin entender mi punto. Se sentó lentamente en la cama y se inclinó hacia adelante, dispuesto a escucharme.

-Claire, ¿crees que estoy enojado contigo?

-Yo...puede ser que si. Quiero decir, cuestioné tus reglas, y te discutí sobre mamá y...- Tenía que ordenar mis ideas.

-A ver, Claire. La pelea de hoy ya pasó y no tienes por qué seguir pensando en ella, no vale la pena.

-Pero es que yo quiero arreglar las cosas.

-Es que no tienes que arreglar nada. Mira, fue una discución normal, como las que tenemos todos los días, ¿Por qué estás tan preocupada ahora?

-No me gusta verte enojado.-Susurré lo suficientemente alto para que él escuchara.

-Oh, Claire.- Se acercó a mi y me abrazó, arropándome como cuando era pequeña.

Le devolví el abrazo. Necesitaba su abrazo, él siempre me reconforta.

-Cariño, no estoy enojado, así que no sigas pensando semejantes idioteces. Fue sólo una discución.

Dicho esto, me metí en la cama y me tape hasta los ojos con las sábanas.

-¿Puedo dormir contigo hoy?- Susurré de una manera apenas audible.

-Ya estoy viejo Claire, ya no escucho tan bien.- Dijo acercándose a mi para escucharme mejor.

Me bajé las sábanas al mentón y repetí un poco más fuerte.

-Que si puedo dormir aquí ésta  noche.

-Bueno, pero dos cosas: Nada de patadas ni pedos -Le hice una mueca- y si no te despiertas mañana a la hora que debes, te despierto con cosquillas en los pies.

No suena como una gran amenaza, pero sí, si lo es. Sus cosquillas son tema serio.

-¿Y desayuno a la cama?- Le dije con los ojos llenos de emoción.

-Dame una buena razón para hacerlo.

-Acaba de ser mi cumpleaños y además soy la mejor hija del planeta, duh. No creo que se necesite otra razón.

-Lo veremos mañana.

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2015 ⏰

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