[The Best Boy] ➳ KaoEarth ©

[Chapter twenty - My eyes on you]

[𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 - 𝑴𝒚 𝒆𝒚𝒆𝒔 𝒐𝒏 𝒚𝒐𝒖]

— Earth, cariño... — Esa voz era tan lejana, como si se encontrara en un cuarto vacío, oscuro y con eco —. ¿Puedes escucharme?

Sentía los ojos pesados, pero logró abrirlos para poder ver a la persona que acariciaba su rostro. Kao. Su Kao. Una floja sonrisa estiró la comisura de sus labios, y es cuando puede notar el alivio en el azabache.

— ¿Estás bien? — Todavía le costaba hablar, sentía todas sus extremidades pesadas.

— ¿Me lo preguntas a mí? — Kao se permite reír por primera vez en horas luego de que Ohm logrará quitar a Earth de en medio.

— El accidente... Yo, lo siento.

— Cariño, no es tu culpa. Las cuerdas que sostenían el equipo de sonido fueron cortadas. Fue muy grave, van a buscar al responsable. — Limpió las lágrimas y maquillaje corrido que caían por sus pómulos —. Gavik recibió el primer lugar otra vez. — Suavizó su expresión al notar la tensión en las tiernas facciones de su chico, dándole una buena noticia.

— ¿Equipo de sonido? ¿Gavik? — Frunció el ceño comenzando a mirar a su alrededor.

— Cielo, ¿te encuentras bien? — Se puso de pie para ayudarle a incorporarse en la cama.

Durante unos segundos se dedicó a observar el rostro pétreo del azabache. Estirando las manos para acariciar lo que estuviera a su alcance. Las cejas pobladas contrastando a la perfección con la perfecta nariz. Sus ojos afilados similares a los de un zorro recorriéndolo para asegurarse que no estuviera teniendo otra recaída. Y sus finos labios siendo mordidos por los perlados dientes. Todo estaba en su lugar. Era su Kao.

— Mejor que bien. — Sonríe una vez más, lanzándose a los brazos de su novio, enterrando la nariz en su cuello para inhalar su aroma. Ese delicioso aroma varonil que sólo él tenía —. Te amo.

Noppakao suelta una risita satisfecha al sentir los gorditos labios depositar besos en su hombro. Carga el pequeño cuerpo entre sus brazos para volver a recostarlo en la cama dejando todo su peso sobre sus antebrazos.

— Te amo, cielo. — Deja un casto beso en sus labios que descontrola sus corazones.

— Entonces, ¿ganamos otra vez?

— Gavik tiene un trofeo más para su vitrina. — Responde, sin dejar de acariciar la cabellera castaña rebelde que se esparcía en la sabana.

— ¿Y dónde están todos?

— Subiendo sus cosas al camión. Ya subieron nuestras maletas, solo esperábamos a que despertarás.

— ¿Me quedé dormido?

— Sufriste una descompensación, dormiste siete horas. El médico dijo que hiciste mucha actividad física. Tu entrenador estaba molesto conmigo, pero se le pasó en cuanto anunciaron a los ganadores. — Explicó con una sonrisa en el rostro, parecía divertido —. Estuviste increíble. Siempre lo eres. Fuiste el centro de atención, todos los ojos estaban puestos sobre ti.