Capítulo 10

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•Cuarto compartido.•

—Pásame el azúcar.

—Lo tienes a diez centímetros de tu brazo, tómala tú.

—¡Que me des el azúcar, Jisoo!

—¡No!

—¡Listo, no me caso, pido el divorcio absoluto, contrataré a alguien para que llegue a mitad de la boda y diga "yo me opongo"!— le grité a Jisoo en el desayuno.

Las cosas no iban bien, tal vez americano estuviera considerando el matrimonio ahora que éramos novios oficiales. Había pasado una semana desde su cumpleaños y nuestro compromiso, pero más allá de parecer la pareja feliz que fuimos en el parque de diversiones con los chicos, volvimos a ser los mismos de antes. Y de alguna manera eso me gustaba.

—Toma— me extendió el frasco de azúcar con la cabeza gacha y la voz cansada, esto de las peleas le estaba estresando, aunque para mí eran un respiro de tantos besos y cariños que me daba en la escuela.

Si creía que la peor parte había pasado cuando les contamos a nuestros amigos que nos casaríamos, es porque había olvidado que aún iba a clases. Todas las chicas comenzaron a dedicarme miradas aterradoras, los chicos nos molestaban con la luna de miel y Chan... él era el primero en iniciar las burlas.

—Jeonghan, ¿me puedes acercar la miel?— me pidió Sangah. La miel estaba más lejos que el azúcar, así que me levanté y la tomé para entregársela. Jisoo simplemente me observó con incredulidad y siguió desayunando sin levantar la mirada.

Mi padre que ya se había ido al trabajo, mamá desayunaba en la cama cuando se despertaba —al mediodía—, Bomi no se encontraba en casa porque ahora vivía en la universidad y Jiyoon comía en la cocina. Nuestros desayunos sin la supervisión de un adulto eran un caos total.

—Iré a lavarme los dientes, espérenme— nos avisó Sangah mientras corría escaleras arriba.

Nos quedamos solos en la entrada, listos para irnos a la escuela. Miré de soslayo a Jisoo, nunca logró usar el uniforme como se debía: la chaqueta arrugada, la camisa afuera, los pantalones por debajo de lo normal y la corbata suelta alrededor de su cuello.

Me acerqué a él y comencé a anudar su corbata, al menos se vería un poco más presentable. A veces me preguntaba que había pasado con el chico que todos adoraban de pequeño.

—Tienes que pasarla por abajo, la pones por aquí y ya está— mientras le arreglaba la corbata le daba indicaciones para que aprendiera. Él me dedicó una sonrisa y besó mi mejilla.

—Tendrás que darme clases particulares si quieres que aprenda a cómo anudar esta cosa— me dijo, sosteniendo entre las manos el extremo largo de la corbata.

—No es necesario, puedo hacer esto todas las mañanas— le dije, restándole importancia con la mano. Sin embargo, para Jisoo, mis insignificantes gestos de amabilidad tenían mucha relevancia.

—Lo siento. Por lo de hace un rato— murmuré. Americano simplemente negó, restándole importancia.

Entrelazó nuestras manos y tiró de mí para quedar más cerca de él.

—¿Te había dicho que te amo?— susurró en mi oído.

Me estremecí, durante la última semana el papel de esposo me estaba afectando demasiado, cuando quería aparentar que no me importaba nuestro matrimonio, él hacía algo extremadamente dulce que hacía que mi corazón se agitara y que mi pulso se disparara.

—Creo que unas mil veces— le respondí tratando de alejarme.

—¿Tan pocas?— Jisoo y su romanticismo, me enfermaba para bien y para mal—. Entonces tendré que decírtelo unas mil veces más por el resto del día.

Marry Me | jihan ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora