Saliendo de la carretera, Yoongi cambió la pesada botella de agua a la otra mano. Flexionando sus adoloridos y rígidos dedos, disminuyó su andar mientras deambulaba lentamente entre los árboles. Los mapas en su GPS mostraban que la tipografía del bosque a la derecha de la carretera estaba elevado, con muchas colinas e inclinaciones a diferencia del otro lado. Imágenes aéreas mostraban que había arroyos cercanos que corrían hacia un lago cercano. De todo lo que leyó en internet cuando se estuvo preparando para esto, todos sugerían que el acampar razonablemente cerca de la carretera tenía una mayor probabilidad de evitar osos y otras actividades animales. Yoongi solo podía esperar que fuera verdad.
Sacando su teléfono del bolsillo de su pantalón, revisó su ubicación en el mapa. Mirando hacia arriba, escaneó el bosque, que se estaba poniendo cada vez más oscuro. Dirigiéndose hacia el sur y más lejos del camino, subió una colina empinada y se detuvo. Estaba oscureciendo y muy rápido, no sería capaz ni de ver su propia mano en la oscuridad. Encontrando un pequeño claro, se quitó la pesada mochila de los hombros y la dejó caer al suelo con un ruido sordo; una tienda de campaña, algunas lonas, un hacha, material inflamable para iniciar una fogata, un saco de dormir, y casi doscientos dólares más en suministros amontonados en una grande mochila de acampar.
Su cuerpo estaba adolorido y cansado. Todo lo que quería hacer era sentarse. Por un momento, simplemente miró con anhelo al suelo, realmente considerando la idea de tomarse un descanso. No, si hacía eso, no solo se pondría más oscuro cuando eventualmente se levantara, además, le dolería incluso más al levantarse. Comprobando que su cuchillo de caza todavía se encontrara asegurado en su cinturón, Yoongi se inclinó con una mueca y comenzó a sacar la tienda de campaña. El chico de la tienda de artículos deportivos de regreso en Yakima dijo que era la mejor en su rango de precio y que sería fácil de armar.
Ya lo veremos, pensó con burla. Desdoblando las direcciones comenzó a leer.
Instalando la última pata de la tienda, Yoongi dio un paso hacia atrás con una sonrisa admirando su trabajo. La gran tienda verde se veía tan grande y hermosa que estaba casi seguro que si lo permitía, podía derramar algunas lágrimas de felicidad. Presionando las palmas de sus manos en sus ojos, se tomó un momento para permitirse comprender la realidad de la situación. En realidad, ver la tienda armada y el lugar donde iba a dormir cada noche en el futuro cercano realmente le daba una sensación de nueva realidad a su hogar. Lo hizo, él escapó.
Con manos temblorosas, tomó su lona y comenzó a colocarla en el piso de su tienda antes de tomar su saco de dormir. Todas las guías en línea decían que debías iniciar un fuego, pero Dios, estaba tan cansado. Poniéndose de cuclillas cerca de su saco, Yoongi se detuvo a escuchar. No escuchó nada. En este momento, el bosque estaba oscuro y muy silencioso, terroríficamente silencioso. Solo los sonidos del fresco, frío viento revoloteaba entre los árboles que llenaban el bosque. Tomando la lámpara de cabeza de uno de los bolsillos laterales de su bolsa, la miró con un leve gesto de disgusto antes de encenderla. Esto pertenecía a él, al igual que el hacha, el cuchillo de caza, y algunas otras cosas que le robó en su cabaña antes de irse.
Gateando hacia su tienda con su mochila, cerró la puerta, encerrándose en su interior. Acostándose con un oomph sobre su saco de dormir, se quedó mirando al material verde sobre su cabeza. Estaba aquí. Finalmente era libre.
Sosteniendo la lámpara de cabeza sobre él, se quedó observando el elástico manchado de grasa. Todo lo que ese hombre parecía tener estaba cubierto de algún tipo de grasa o mugre, justo como lo era su bastardo dueño. Desde el momento en que su mamá lo llevó a la puerta de su tráiler hace dos años, Yoongi supo que nada bueno saldría de eso. Su mamá no parecía escuchar o no le importaban los sentimientos de él sobre el hombre. En realidad, su mamá se molestó, se enojó lo suficiente que le dio una bofetada cuando Yoongi le suplicó que no se mudara. A SunJi Min simplemente no le importaba: no le importaban las opiniones de su hijo, o las advertencias de sus amigos o cualquier otra de las claras señales de advertencia sobre ese hombre.
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