Llovió durante cuatro días seguidos.
Cada mañana comenzó de la misma manera. Abriendo los ojos en el desván de su dormitorio, Yoongi contenía la respiración por un momento mientras sus oídos captaban el golpeteo audible de la lluvia contra el techo de metal. Al tercer día, Yoogi ya no se sentía culpable cuando daba un suspiro de alivio ante la lluvia. La verdad era que no quería irse. Le gustaba estar aquí, y le gustaba Jungkook.
Era una sorprendente y totalmente inesperada comprensión, pero no podía seguir mintiéndose sobre ello. Sus sentimientos eran superficiales y equivocados, lo sabía. A pesar de haber vivido con el hombre durante casi dos meses, no sabía casi nada de él, excepto los pequeños fragmentos de información que encontraba mientras fisgoneaba. No había ninguna razón profunda y significativa por la que le gustara, simplemente que Jungkook era un hombre fuerte y atractivo. Se sentía segura bajo sus oscuros ojos vigilantes. El hecho de dormirse, sabiendo que estaba a pocos metros bajo él, le daba una indescriptible sensación de paz.
Enamorarse de Jungkook no lo llenaba de euforia ni de alegría, sinceramente sólo se sentía como otra metida de pata por su parte. Porque añadir sentimientos de atracción y un deseo secreto probablemente no era lo que necesitaba en este momento. ¿Pero cómo se sentiría? ¿Qué se sentiría si esa mirada dura y oscura suya se volviera hacia él con una chispa de deseo brillando? Yoongi sabía que estaría inexplicablemente fuera de su liga con Jungkok sexualmente. Sólo imaginar su alto y tonificado cuerpo encima del de él, exigiendo su sumisión con cada caricia y cada beso era suficiente para hacerlo sentir febril.
—Voy a suponer que no has oído ni una palabra de lo que he dicho. — La voz de Jungkook cortó sus pensamientos, forzando su atención a volver al presente.
Estaba sentado en la alfombra frente al horno de leña con la espalda contra la base del sofá. Usando un palo y un trozo de tela desmenuzada, había armado un juguete improvisado de gato para Holly. Moviendo la cola de la tela fuera de su alcance, el gatito disfrutaba saltando sobre sus patas traseras y golpeando la tela con sus diminutas patas.
Negando, le dio una sonrisa de disculpa a Jungkook, que estaba de pie junto a una cama de almacenamiento abierta en la mesa de la cocina.
—No, siento haberme quedado atontado por un momento.
Como los últimos días, mientras estaban secuestrados en el interior debido a la lluvia, el grueso cabello marrón de Jungkook colgaba suelto alrededor de sus hombros. De vez en cuando una sección más corta de él cerca de su frente caía delante de su cara, y Yoongi tenía el impulso abrumador de empujarlo hacia atrás. Se preguntó qué haría él si hiciera algo tan audaz.
—Decía que, cuando me mudé aquí por primera vez, esperaba que hubiera semanas como ésta en las que estuviera atrapado dentro —dijo, metiendo ambas manos en el contenedor de plástico negro—. Así que compré una videoconsola y un montón de juegos. —Sacando la consola y el controlador, le dio una mirada expectante.
Sonriendo, Yoongi se puso de rodillas para verlos mejor sobre el sofá.
—Oh, vaya, ¿estás diciendo que vamos a jugar... juntos? —Hizo un gesto de ida y vuelta entre ellos.
Frunciendo el ceño, le dio una sonrisa inquisitiva.
—Por supuesto que juntos, a menos que Holly nos oculte unos pulgares pequeños. Entonces, ¿quieres jugar?
—Sí —contestó riéndose, quitando al gatito del camino mientras Jungkook se acercaba para prepararlo—. No he jugado a videojuegos desde el primer año de escuela con uno de mis vecinos y su hermano.
Sentado en el sofá a su lado, Jungkook le dio un mando.
—Pero eso no duró mucho —dijo mientras Jungkook lo miraba con interés—. Porque SuJoon, el hermano de mi amigo, termino vendiéndolo y casi todo lo de valor en su casa cuando se enganchó a la metanfetamina.
Negando, Jungkook dio un silbido bajo.
—Sabes qué, un día vamos a hacer chocolate caliente y nos sentaremos frente al calentador con mantas y quiero que me cuentes todas las cosas horribles que pasaron en ese maldito parque de remolques.
La risa brotó de su boca antes de que pudiera detenerla. No se esperaba que él dijera eso.
—Los horribles chismes de mi parque de caravanas no son una especie de historia de fantasmas para que los disfrutes. —Se rió.
La música del juego comenzó mientras Jungkook le guiñaba un ojo.
—No, suenan mucho mejor.
Acurrucado en su regazo, el gatito jugaba con el trozo de tela que le había dado mientras él y Jungkook se concentraban en el juego. Finalmente, sin embargo, Yoongi se quedó pensando en lo que él dijo antes. "Un día...".
Un día significa en el futuro, ¿verdad? Lo que significa que lo veía todavía aquí, todavía con él. ¿O era sólo una figura retórica? ¿Y si mañana dejara de llover, eso significaría que éste sería su último día con él? Sus movimientos en el juego se volvieron lentos cuando pensó en que Jungkook lo dejaba en Eugene y se marchaba. No quería dejar este mundo oculto en el bosque. Le gustaba estar rodeado de naturaleza, le gustaba la serenidad pacífica que le proporcionaba el tranquilo bosque, pero sobre todo le gustaba Jungkook.
Pulsando el botón de pausa del juego, Yoongi miró fijamente a la pared que tenía delante. Podía sentir que Jungkook se giraba y lo miraba, pero no decía nada. No tenía el coraje de enfrentarlo, así que se concentró en los grupos simétricos de la pared de madera frente a él.
—No quiero irme —susurró.
Escuchó los muelles del viejo sofá moverse antes de sentir su mano. El calor se extendió por su hombro mientras él extendía un brazo por la parte trasera del sofá y le daba un apretón tranquilizador.
—Bien, porque sólo me quedan un par de cinchos de cremallera y no quería tener que usarlos todos mientras intentaba convencerte de que te quedaras.
