Nuestra cultura ancestral casi se borra en el tiempo, los muiscas fueron los antepasados que vivieron en este territorio que hoy es el centro de Colombia y nos llegaron algunos de sus relatos, en los cuales nos basamos para traerte nuevas narrativas...
En el vasto lienzo del cosmos, emerge una entidad que entreteje la realidad desde la nada. Chiminigagua, la figura sin género ni personificación, despliega un tapiz insondable, enlazando partículas invisibles en una danza armoniosa a través del tejido espacio-temporal.
En los albores de la existencia, cuando la materia y la energía entrelazaron sus destinos, esta entidad inició su danza eterna, dando origen a las dimensiones que conforman el multiverso. No solo crea realidades, sino que también resguarda sueños antiguos que se transforman en mitos, desplegándose en el continuo telar cósmico.
De esta danza primordial surgieron entidades elementales, personificaciones de fuerzas primordiales. La orquesta celestial, dirigida por Chiminigagua, engendró las primeras partículas elementales que danzaron al compás de la sinfonía estelar, fusionándose y soltándose en un ciclo incesante que dio forma a mundos de cúmulos de materia, galaxias y astros. La invitación a las mentes exploradoras es clara: sumergirse en esta epopeya sideral, donde cada partícula y su conjunto son actores en la trama infinita del universo.
Desde la órbita de un planeta lejano hasta el núcleo de una estrella moribunda, cada rincón del cosmos lleva la impronta de esta entidad, la firma del tejido que conecta todas las cosas.
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En esta travesía, las mentes curiosas descubren reliquias cósmicas, vestigios de antiguas danzas estelares impresas en el éter del tiempo. Fragmentos de realidad, piezas de un rompecabezas astral, revelan los misterios de la creación y evolución en los rincones del multiverso. Chiminigagua, guía sabio, despliega ante ellos visiones de futuros posibles y pasados remotos, mostrando que cada elección, cada partícula en movimiento, contribuye a la trama en constante cambio del cosmos. La sinfonía estelar, aunque eterna, es también fluida, moldeándose y adaptándose a las fuerzas que la impulsan.
Los exploradores, inspirados por la danza eterna, deciden aventurarse más allá de los confines conocidos del espacio-tiempo. Siguen las huellas de partículas que han viajado por eones, transformándose en cada generación, guiados por la irresistible llamada de esta entidad.
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Chiminigagua, la figura incorpórea, se convierte en una presencia palpable a medida que los exploradores se sumergen en los pliegues del multiverso. Les revela portales interdimensionales, puertas hacia reinos desconocidos que permiten viajar entre capas cósmicas. Cada portal es una invitación a descubrir realidades inexploradas, donde las leyes fundamentales de la física danzan de maneras inesperadas. Estos portales se encuentran en el interior de cada ser al cerrar los ojos, y en el otro extremo, afuera, a lo lejos, hay otros viajeros también buscando, cada uno con un pequeño fragmento de la realidad, todos buscando conectar las partes.
