Dolor y Paz

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Natu se subió a uno de los vehículos que guardaba, una nave que no se había visto jamás en la Tierra, una nave que podía doblar la velocidad, salió desesperado pensando en Julieta. Al llegar a casa de su amada, comenzó a golpear la puerta, pero nadie contestaba del otro lado, la llamó a gritos, y nuevamente no hubo respuesta. Decidió entrar por la fuerza.

Ya era tarde, Julieta yacía tendida en el piso de su casa muerta producto de envenenamiento. Natu corrió hacia ella, y con un grito desgarrador rompe en llanto mientras siente que la vida lo abandona. Miró a su alrededor y se dio cuenta que desde una esquina Jaime observa la escena, pero no era una cara de satisfacción la que vió, sino una de arrepentimiento. Qué culpa tenía esa pobre muchacha de lo acontecido hace tantos siglos atrás, ella inocentemente se había enamorado de un inmortal, de alguien que había tenido una participación en los acontecimientos mundiales, que miró directamente a la cara de la muerte y había sido condenado a una vida eterna en pos de la humanidad, con la única condición de que cuando encontrara su amor verdadero podría envejecer y morir con ella.

La entidad que se había apoderado del cuerpo de Jaime, fue condenado a vagar por la tierra en forma inmaterial hasta que Natu muriera, siendo para él, difícil saber el paradero de Natu.

Estallando una luz sobrenatural sobre ellos, el juicio para aquellos desdichados inmortales había llegado, los seres de luz los observaban inmisericorde al sufrimiento de ambos, el primero por haber perdido a su amor y el segundo por el arrepentimiento de sus actos, cuando se escucha la voz estruendosa de el más alto de los seres de luz

—Ser apoderado por la vileza de tus actos, serás condenado a seguir vagando por el mundo sin descanso, hasta que tu alma haya pagado todos los tormentos que ha ocasionado, mientras que tú, Natu, vendrás junto a Julieta al lugar que les corresponde en el universo.

Natu que al ser sentenciado y elevado hasta el lado de Julieta, ambos en sus formas de luz, miran al poderoso Juez y le dice:

—Mi Señor, quién alguna vez fue mi amigo, ha mostrado arrepentimiento a pesar del mal que ha ocasionado, merece ser perdonado por tu infinita bondad, nosotros seremos eternamente felices juntos con Julieta en nuestro lugar dentro del universo.

Los Jueces se reunieron, y luego de hablar entre ellos y decidir:

—Muy bien, han pasado más de dos siglos de castigo, y si efectivamente este Ser ha mostrado arrepentimiento, será liberado de su castigo.

Natu: La Historia de un InmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora