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Jimin - 36 años.

¿Qué más podía pedirle a la vida? Ahora que tenía paz en mi corazón y en mi hogar, ya no necesitaba nada más. Tenía a mis seres queridos junto a mí, qué más podía pedir.
Solía dejarte notas en tus libros, siempre decían lo mismo "te amo" cuando leíste Ana Karenina dijiste seremos una familia feliz, ya lo verás, mi amor.
Todas las familias felices se parecen una a la otra, pero cada familia infeliz lo es a su manera, así es, éramos una familia feliz con nuestro hijo, éramos felices hasta que destruiste nuestro matrimonio y con ello, la felicidad de los tres.

1 mes atrás.

Jungkook y yo llevábamos 13 años de casados, y vivimos en Seúl junto a nuestro único hijo, Soobin de 13 años, las cosas van de viento en popa, él trabaja en un proyecto que según él, tiene grandes ganancias y yo soy un reconocido doctor, todo es perfecto junto a mi esposo y mi hijo.

El viento que entraba por la ventana y el resplandeciente brillo de la luz de sol indicaba la mañana fresca que haría ese día.
Estaba en toalla ya que estaba retocandome el maquillaje, no me mal interpreten, me gusta verme bonito para mi esposo y mis pacientes.

— Cariño, ¿te importaría llevar a Soobin al colegio hoy? —pregunté a Jungkook saliendo del baño—

— No, yo lo llevo. —escuché responder a mi esposo—

Salí del baño para buscar que ponerme en el armario, Jungkook estaba allí, preparando sus cosas para salir. No pude evitar masajearme el cuello, siendo sincero, duele, ni siquiera me dí el tiempo de ponerme alguna crema para bajar el dolor.

— Cielo, ¿te duele el cuello? —ese es Jungkook mirándome, con esa característica mirada de sus bonitos ojos negros—

— Tengo una contractura.

— Te pongo crema, ven. —insiste Jungkook tomando en manos la crema que tenía junto a él—

— ¡Tengo prisa! ¿qué le pasa a la alarma? No ha sonado. —me dirijo rápidamente hacia el baño, realmente iba a llegar tarde si seguía así—

— A lo mejor lo apagaste.

— Kook, no dejes la ropa por ahí tirada. —alzo la voz lo suficiente para que él me escuche—

Tomo el saco de kook que estaba tirado en el suelo y caen monedas y otras cosas de él, pero lo que más me llamó la atención no fue eso, sino el bálsamo labial de un color rosado clarito que había caído también y era imposible no notarlo.
Confundido lo tomé del suelo y me dirigí hacia Jungkook, ¿qué hacía él con un bálsamo y para colmo, rosado?

— ¿Qué es esto? —pregunté mientras movía el producto en mi mano—

Jungkook estaba de espalda, por lo que no entendió mi pregunta, así que se giró y solo dijo:

— Oh, tenía los labios cortados y me lo compré en el aeropuerto. —responde de manera tranquila—

— Rosado con sabor a fresa. —fruncí el ceño— ¿En serio, Jungkook?

— El que había. Pero, ¿cuáles me quedan mejor? —pregunta cambiando de tema drásticamente mientras se prueba unas gafas oscuras—

— No lo sé, cualquiera. —respondo sin más— No te olvides de la ropa.

Termino para salir de la habitación, pero antes, Jungkook me detiene y me da un beso en la frente.

Voy y termino de alistarme para este día, y luego bajo a la cocina, dónde ya estaban Soobin y Kook preparando el desayuno.

— No te preocupes, la casa está limpia, si el dolor continúa, por favor asiste al hospital. —hablo para la persona que está en la otra línea, era la señora de la limpieza— No, cielo, no te preocupes, vale, te llamaré luego, recuperate pronto. —cuelgo—

• Traicionado || Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora