Revelación

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A penas llegó la hora de la salida, un alfa de cabello blanco, atuendo de última gama y carro a juego, se encontraba estacionado con sus típicas gafas, aunque estuvieran en pleno invierno. A su alrededor, una muchedumbre de betas y algunos omegas comenzaban a cuchichear cosas.

El objetivo de hoy era solo uno: festejar la ceremonia de segundo género de su lindo y adorable hermanito. Aunque desde siempre supo que Yūji sería un Omega, con esa pequeña hoja tendría por fin la verdad absoluta. Ya no tendría dudas.

– ¡Nii-san!

El hermoso grito de su pequeño algodón de azúcar le hizo salir de su ensoñación y sin más, abrió los brazos para cargarlo dando dos vueltas con este antes de acomodarse bien en el capó del vehículo, dejando al menor sobre su regazo.

– Mi lindo y adorado Yūji, ¿cómo ha estado las clases?

Cuestiona antes de comenzar a repartir múltiples besos en esa adorable cabellera, ignorando por completo a las personas que los veían.

– Nada... lo usual. Tuve clases de educación física, así que no te me pegues mucho, estoy apestando a sudor.

Asegura antes de hacer una mueca de asco al olerse.

– ¡PARA NADA!

Grita de inmediato el peliblanco, abrazando más fuerte al menor y comenzando a restregar su rostro con fuerza, dejando que su aroma empapara al contrario. Podía oler claramente las feromonas del odioso de su "amigo", un mocoso malcriado al que quería ver muerto bajo 7 metros de tierra.

– Yūji jamás huele mal... al contrario, huele deliciosos, como un postre. ¡NO! Incluso mejor que un postre.

Asegura antes de darle una ligera mordida a la mejilla del menor, comenzando a mordisquear la misma, como si realmente fuera a comerla.

– ¡Nii-san! ¡No hagas eso! ¡No soy un dulce!

Habla entre risas el menor, intentando alejar, al contrario.

– No... Yūji es un dulce adicto... el mejor de todos, el más dulce.

Asegura antes de por fin soltar al menor, una vez todo el cuerpo de este estuviera empapado con su aroma. Solo así su alfa interno estaba calmado y a gusto.

– Bien, ahora la parte más importante.

Extiende su mano hacia el menor, quien de inmediato le saca un folder manila y se lo da. El peliblanco toma el objeto entre sus manos y lo abre con rapidez, leyendo todo y llegando a la parte que más le importaba.

– ...

No dijo nada, solo guardó el sobre nuevamente y lo metió dentro del carro antes de sacar un ramo de flores amarillas y dárselas con una sonrisa suave.

– ¿Sucedió algo?

Cuestiona este al notar la rareza del más alto.

– Nop... nada, no sucede nada. ¡Hay que ir a comer!

Este cambio de animo alteró ligeramente al menor, pero no lo demostró. En su mente algo surgió:

Si hubiera sido malo, Nii-san me lo hubiera dicho sin pensar.

Eso es lo que se dijo antes de entrar al carro, notando nuevamente una rareza en el mayor... no le había abierto la puerta, solo ingresó sin más. 

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Créditos de la imagen:Autor: 試供品

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