La primera parte de lo que esperaré sean tres "tomos" cortos.
En esta primer tomo me enfocaré en la vida de "jóvenes" de Yuuji y Satoru, como se conocen y como terminan viviendo juntos.
Aclarando que es un mundo ABO con DIFERENCIA de edad de 10 añ...
El jadeo resonó en toda la cocina cuando la espalda del menor fue colocada sin nada de suavidad sobre el mostrador, botando la cafetera y demás cosas que estaban al suelo, creando un ruido sordo que fue ignorado por las dos personas que estaban sumidos en su propio mundo.
– Agua.
Fue lo único que dijo el alfa albino antes de tomar el vaso de cristal para beber de este y luego besar nuevamente al pelirrosa, llenando al contrario con el agua, aún sin salir de su interior.
Para ese momento, el cuerpo del menor estaba lleno de mordeduras y pequeños hematomas repartidos por distintas partes, en especial el cuello y las pequeñas montañas que se alzaban en su pecho.
Por la ventana comenzaba a aparecer los primeros rayos del sol, cosa que hizo arrugar el ceño al mayor, pues los mismos chocaron de inmediato contra sus sensibles orbes azules. En ese estado, lo único que necesitaba era a su pareja.
Se quedó dándole agua de esa manera por unos minutos antes de llevarlo hacia el comedor, lugar en donde lo estampó contra la mesa para comenzar un nuevo vaivén de caderas, llegando lo más hondo posible en el interior de SU Omega, sintiendo como con cada embestida, se abría paso hacia el canal reproductivo contrario.
– Aghhh... ahí... aghmm... du-duele... aghhmm...
Por su parte, el Omega solo podía quejarse y disfrutar de lo que pasaba. Para ese momento su mente estaba tan sumido en el deseo que su instinto primitivo era el que controlaba cada una de sus acciones, por eso, a pesar del dolor, tenía las piernas bien sujetas al torso contrario, impidiendo que se alejara de su cuerpo.
Quería a esa persona, quería ser llenado, lo necesitaba. El calor en su interior que aparecía como si fuera una fiebre, solo menguaba cuando el contrario llegaba hasta lo más hondo de su ser.
– Agh... más... mgh.. qui-mgh-ro... mas...
Pronto, esa posición dejó de ser cómoda para el Alfa y de manera rápida tomó ambas piernas del menor y lo colocó de lado, para poder entrar mejor en su interior.
– Claro... todo lo que mgh... quieras.
Su Alfa estaba contento al saber que su pareja estaba feliz. Cada jadeo de placer o grito que pegaba el otro era una celebración interna. Cuando el de cabello rosa se perdía en el placer, más apretado se volvía su interior y con eso las embestidas se hacían más rápidas y fuertes.
Para ese entonces el choque de ambos cuerpos producía un sonido muy erótico, dejando escapar chirridos que hacían una dulce melodía con los jadeos de ambos.
Aunque las palabras salían entrecortadas, el mayor sabía claramente lo que su Omega quería. Con una dulce sonrisa comenzó a besar los labios de este, volviendo las embestidas lentas y sensuales, llegando tan profundo para que nuevamente pudiera anudarlo.
¿Cuántas veces había anudado esa noche? Quizás perdió la cuenta luego de la tercera vez, aunque no estaba del todo seguro. Para ese momento estaba sumido en el placer que le ocasionaba estar conectado por fin con alguien que le complacía por completo, calmando la ansiedad que sentía desde hace años.
Su mirada se fijó en el cuerpo del menor, solo para deleitarse con aquellas marcas que él mismo dejo. Ahora él sería UNICAMENTE suyo, la marca en el cuello le indicaba eso y la felicidad que eso le producía era tanta que volvió a anudarlo, dejando una nueva mordida en el cuello contrario.
– ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHH!!!!!!!!!!!
El grito que pegó le hizo correrse nuevamente, manchando por quien sabe cuanta vez, el cuerpo de ambos, pero esta vez el líquido que salió fue más que las veces pasadas y transparente. La vergüenza que sintió fue borrada tan pronto como la obscuridad terminó por poseer su cuerpo.
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