Capítulo 5

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La clase de literatura del arte, compartida con Ethan, se volvía un desafío constante para Alex. La sola idea de estar cerca de él generaba una respuesta física en su cuerpo, un recordatorio palpable de la complicada conexión entre ambos. Hoy, Olivia no asistía a esa clase, y Alex optó por sentarse en un lugar apartado, tratando de evitar inconvenientes y ocultar sus feromonas.

Mientras revisaba sus materiales en la tablet, una voz conocida pero aterradora lo paralizó.

- Quiero sentarme ahí - dijo Ethan.

El corazón de Alex comenzó a latir desbocado mientras todos sus compañeros en la clase se sumían en un silencio expectante, observándolos.

Alex, temblando, empacó rápidamente sus cosas en su bolso y se apartó. Ethan lo agarró del brazo con fuerza, causando dolor al omega.

- ¿Qué haces? - preguntó el alfa con una mirada inexpresiva.

Con un hilo de voz temblorosa, Alex respondió:

- Me sentaré en otro lugar para que puedas sentarte aquí. Lo siento mucho.

La expresión de Ethan no revelaba sus pensamientos, y Alex solo podía imaginar desprecio en su mirada.

Ethan: -¿Por qué te mueves? ¿Acaso no puedes simplemente quedarte donde estás?

Alex, evitando el contacto visual, titubeó:

- Es solo que... quiero asegurarme de no causar problemas.

Ethan, con una mirada intensa, soltó el brazo de Alex.

- Haz lo que quieras- dijo con un tono que Alex no pudo descifrar.

El omega se ubicó en el otro extremo del auditorio, pero durante toda la clase, Ethan no dejó de observarlo. La tensión en el aula era palpable, y Alex ansiaba que la clase llegara a su fin para poder escapar de la mirada inquisitiva del alfa.

La clase transcurrió en un silencio incómodo. Cada palabra del profesor resonaba en los oídos de Alex, pero su mente estaba ocupada por la presencia opresiva de Ethan en la misma habitación. Cada mirada furtiva, cada gesto del alfa, lo mantenía en vilo, sintiendo la tensión en el aire.

Cuando finalmente sonó la campana que indicaba el final de la clase, Alex se apresuró a recoger sus cosas y salir de la sala. Sin embargo, antes de que pudiera escapar completamente, una mano lo detuvo en seco. Era Ethan, con una expresión difícil de descifrar.

- Alex, necesitamos hablar - dijo Ethan, su tono más suave pero aún cargado de seriedad.

El omega, sintiéndose atrapado, asintió con cautela. Ambos se dirigieron a un rincón más apartado del pasillo, donde la multitud disminuyó.

- ¿Por qué te comportas así en clase? - preguntó Ethan, su mirada buscando respuestas en los ojos de Alex.

El omega, lidiando con una mezcla de emociones, respondió con firmeza.

- No quiero causar problemas. Tu presencia me afecta, y prefiero evitar confrontaciones.

Ethan suspiró, como si estuviera lidiando con sus propios dilemas internos.

- No quiero que te sientas incómodo. Hay cosas que necesitas saber.

Alex, levantando una ceja con escepticismo, preguntó:

- ¿Qué más hay que saber, Ethan? Lo dejaste claro en la universidad. No soy importante para ti.

El alfa, visiblemente frustrado, intentó encontrar las palabras adecuadas.

-Esa no es la verdad, Alex. Hay problemas en mi familia, en mi compromiso, y estoy tratando de cambiar las cosas.

El omega frunció el ceño, sin estar seguro de si podía creer las palabras de Ethan.

-¿Por qué debería creerte? - cuestionó Alex, sus defensas aún en alto.

Ethan, con una mirada intensa, respondió:

-Porque a pesar de todo, no quiero que te alejes. Hay más en juego de lo que puedes ver ahora.

La conversación quedó suspendida en el aire, y ambos se miraron con una mezcla de confusión y deseo de comprensión mutua. La tensión entre ellos parecía insuperable, pero el destino les tenía preparada una serie de desafíos y revelaciones que cambiarían sus vidas de maneras impredecibles.

De camino al estudio, Alex recibió un mensaje del secretario de sus padres. Debía regresar a casa esa noche para una cena importante y para ayudar con los preparativos.

....

Alex llegó a la propiedad de los Silverthorn, ingresando por el pequeño edificio que albergaba su habitación, conectado por un túnel y escaleras que lo unían a la casa principal. Estaba acostumbrado a utilizar este acceso, ya que le estaba prohibido entrar por la puerta principal de la propiedad. Mientras ayudaba en la cocina a preparar parte de la comida y limpiaba utensilios, se cuestionaba el motivo de tanto alboroto por esa cena.

Le pidieron que se cambiara de ropa y que utilizara uno de los uniformes de los meseros, lo cual generó temor en Alex porque eso significaba que se encontraría con su "familia". Le asignaron la tarea de servir el vino a los invitados, pero en su pecho comenzaba a sentir una sensación familiar. Sus feromonas empezaron a salir levemente, sin que Alex lo notara.

Cuando iba a servir el vino a uno de los invitados, se dio cuenta de que unos profundos ojos negros lo miraban, eran los de Ethan. El miedo y el temor recorrieron todo su cuerpo. ¿Qué pasaría si Ethan descubría quién era en realidad? Todo su esfuerzo por mantener ese secreto y tener una vida tranquila podría desmoronarse. Su cuerpo temblaba mientras intentaba servir el vino en la copa de Ethan, pero este se derramó sobre la manga de la camisa blanca del alfa.

La atmósfera en la sala se volvía más tensa con cada segundo que transcurría. El vino derramado sobre la camisa de Ethan había desencadenado una serie de miradas furiosas de parte de su padre y sus hermanos, y las feromonas amenazantes se mezclaban en el aire. Alex, apresurándose en su tarea, sintió el peso de las miradas de su "familia".

Ethan - No pasa nada, de verdad. Está bien.

Alex, nervioso, tartamudeó - Lo lamento mucho. Voy a encargarme de conseguirte una camisa nueva de inmediato.

Ethan - No te preocupes por eso. En serio, no es un problema.

A pesar de las palabras tranquilizadoras de Ethan, el gesto en el rostro de los demás Silverthorn no mostraba la misma comprensión. El padre de Alex, con una mirada severa, hizo un gesto al secretario para que se llevara al omega de la escena.

El secretario escoltó a Alex fuera de la sala, y mientras caminaban por los pasillos, Alex intentó disculparse nuevamente.

Alex - Lo siento mucho. No fue mi intención causar problemas.

Secretario - Las disculpas no bastarán esta vez, Alex. Veremos qué decisión toma la familia.

Alex fue encerrado en su habitación, con la incertidumbre y el miedo creciendo en su interior. Mientras estaba solo, se preguntaba sobre las posibles consecuencias de ese accidente y si su secreto, cuidadosamente guardado, podría mantenerse a salvo. La puerta se cerró con un sonido sordo, dejándolo solo con sus pensamientos y preocupaciones.

El lienzo de la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora