Capítulo 23

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... Seguro que Harry te escribirá también, pero como te considero un muy queridísimo amigo, quise escribirte yo para informarte de que nos hemos casado. ¿Te sorprende? Debo confesar que a mí sí me sorprendió.



De la carta de la condesa de Kilmartin a Anne Styles, tres días después de su boda con el conde de Kilmartin.


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—Tienes un aspecto horrible.

Harry se giró a mirarlo con una expresión bastante hosca.

—Buenos días a ti también —dijo, y volvió a concentrarse en su tostada con huevos.

Louis se sentó a la mesa del desayuno frente a él. Llevaban dos semanas casados; esa mañana Harry se había levantado temprano y cuando Louis despertó, el lado de él en la cama estaba frío.

—No es broma —dijo, frunciendo el ceño, preocupado—. Estás muy pálido y ni siquiera estás sentado derecho. Deberías volver a la cama a descansar un poco.

Harry tosió, volvió a toser y el acceso de tos le estremeció el cuerpo.

—Estoy muy bien —dijo, aunque las palabras le salieron casi en un resuello.

—No estás bien.

Él puso los ojos en blanco.

—Dos semanas casados y ya…

—Si no querías un omega regañon no debiste haberte casado conmigo —replicó Louis, calculando la distancia y comprobando que no le llegaría la mano para tocarle la frente para ver si tenía fiebre.

—Estoy bien —repitió él.

Diciendo eso tomó su ejemplar de The London Times, de varios días atrás pero lo más actual que se podía esperar en esos condados de la orilla de Escocia, y procedió a desentenderse de Louis.

Dos podían jugar a ese juego, pensó Louis, y volvió toda su atención a la siempre interesante tarea de extender mermelada en su bollo.

Pero Harry volvió a toser.

Louis se movió en el asiento, tratando de no decir nada.

Harry volvió a toser y esta vez tuvo que volverse hacia un lado para poder inclinarse un poco.

—Har…

Él lo miró con tal ferocidad que Louis cerró la boca. Lo miró con los ojos entrecerrados.

Harry inclinó la cabeza en un gesto fastidiosamente condescendiente, pero el efecto se estropeó cuando el cuerpo se le estremeció por otro acceso de tos.

—Ya está —declaró Louis, levantándose—. Vas a volver a la cama. Ahora mismo.

—Estoy bien —gruñó él.

—No estás bien.

—Estoy…

—Enfermo —interrumpió Louis—. Estás enfermo, Harry. Enfermo, mal, apestado. Estás enfermo. Como un perro. No sé de qué otra manera decirlo más claro.

WHEN HE WAS WICKEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora