20 de junio de 2020
Existe algo que realmente logra agobiarme y es escuchar a las personas masticar, no importa el que, simplemente ese sonido hace que una presión se forme en la boca de mi estómago y justo ahora es todo lo que escucho.
El cuchillo chirría contra el plato cuando corto el filete y luego me escucho masticar, tragar, siento que mi respiración se torna irregular, me tenso, detesto esto, es por lo que siempre como viendo alguna serie o película.
- Bueno, bueno -la voz de mi madre se escucha por toda la mesa y no sé si eso mejora las cosas-, hoy cumplen veintiuno, Cynthia, ¿aún no sabes que quieres hacer con tu vida? Porque tú hermano está a punto de graduarse, tú, sin embargo... -me examina despectivamente de arriba a abajo- llevas tres años sin hacer nada.
Feliz cumpleaños, Cynthia.
Miro a mi mellizo al otro lado de la mesa masticar serenamente, con sus ojos grises fijos en mi, ¡Venga Cole, juzgame tu también!
Se esperaría que, cuando uno de tus hermanos es egresado de la Escuela de Medicina de Harvard, otro es egresado de Negocios en Penn y otro está a punto de graduarse de Informática en Columbia, tú estuvieras estudiando Literatura en Brown o Arquitectura en Yale, por no mencionar que eres la hija de Roger Ryder quien, de hecho, también se graduó de Ciencias Políticas en Dartmouth.
Pero mis intereses no están para nada relacionados con entrar a alguna universidad de la Liga Ivy, sí me gusta la literatura y escribir, pero no sé si tanto como para dedicarme a ello, la realidad es que no sé a qué me quiero dedicar y de eso me di cuenta cuando me llegó mi carta de aceptación en Princeton, algo que hice completamente sola y a escondida de mis padres porque quería ver hasta dónde llegarían mis capacidades. Cuando hice las SAT no pensé que lograría entrar a la gran Ivy League al menos no sin la ayuda de mi padre. Muchas veces quise decirlo, «Entré en Princeton» pero simplemente no tenía el valor y luego me di cuenta de que se debía a que no tenía claro que hacer ahí, así que lo he ido posponiendo año tras año hasta que finalmente me di de baja sin siquiera comenzar.
- Se me olvidaba que tú tenías dos carreras, cinco másters y dominaban cuatro idiomas -contesto dejando de lado el cuchillo y el tenedor.
Ya no tengo hambre.
- Siempre me arrepentiré de la vida que elegí llevar -responde con una mueca.
No le creo una palabra.
- ¿De qué te arrepientes exactamente, de denigrarte como mujer yendo de concurso de belleza en concurso de belleza, poniendo en duda tu integridad y valor o de quedarte a las puertas del Miss Universo por ser una zorra que abre las piernas con demasiada facilidad como para evitar un embarazo?
El bofetón lo veo venir antes de que ella tenga tiempo incluso de levantarse de su lugar, arrojar la servilleta sobre el plato y llegar hasta mi, mi rostro se voltea con la fuerza de su mano y mi reacción es sonreír, acaba de abrir la Caja de Pandora.
»Por supuesto que no te autocompadeces por denigrar más a la mujer que las canciones de trap. Tus arrepentimientos solo están en no haber notado tu embarazo lo suficientemente temprano como para interrumpirlo y seguir creyéndote la Julia Roberts mientras hacías felaciones en los despachos de esos concursos.
Esta vez sí le sostengo la muñeca cuando veo sus intensiones, no he terminado.
»Pero sabes, estamos a mano, prefiero mil veces escuchar En que país en bucle antes de ser como tú, creo que Bryant Myers denigra menos a la mujer en esa canción que tú y tus concursos.
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El Dilema de Cynthia (Libro #2: Los Hermanos Ryder) ©
Chick-Lit«¿Qué hacer cuando lo que se quiere y lo que se debe hacer, no es lo mismo?» - Julio Cortázar