Capítulo 28.

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                              28.
                  Nicholas Piras
                 Doja Cat—Juicy

Pasé la toalla por todo mi rostro y el cuello, secando el sudor y subiendo la pequeña escalera a la vez que apagaba la luz a mis espaldas. Ya en el último escalón, relajé los músculos y cerré la puerta del pequeño gimnasio que había improvisado en la cantina de la casa.

Acto seguido, me dirigí hasta la cocina donde mi sonriente madre me esperaba con un vaso de jugo de piña.

—Ay, cada día estás más guapo. Las chicas te deben perseguir...—comentó mientras daba saltitos como una adolescente emocionada; me reí de lado y continué bebiendo hasta aplacar mi sed.—Hijo, ¿no tenías algo que decirme? Me dijiste que irías a algún lugar.

Posé el vaso en la barra de la cocina y la miré.—Sí mamá, un compañero del equipo me ha invitado a su casa. También estarán Kiar y Usik. ¿Puedo ir?

—¿Cuánto tiempo piensan estar?

Me tomé unos segundos para responder hasta que en mi campo de visión encontré a la cerdita, fingiendo no escuchar.

—Nos ha citado a las nueve...pienso que estaremos hasta medianoche.—expresé mientras apretaba el cachete de mi hermana que no paraba de pellizcarme el brazo.

Realmente no era un tipo de ir a fiestas, y tampoco Usik y Kiar lo eran en general; nuestro plan usual era pasárnosla en la play jugando a Call of Duty hasta el amanecer y atragantarnos con comida chatarra, además de dormir todo el día.

Según nosotros era una excelente idea, la mejor, pero Nicholas Piras era un buen tipo y no queríamos hacerle un desagrado. No se lo merecía.

—De acuerdo, hijo. ¿Cómo irás?—saltó con otra pregunta, posicionando sus manos en sus caderas.

A su lado Anahí la abrazó posesiva, instándola a que le sobe la cabecita. Mi madre accedió y susurró "mi princesita" a la vez que atendía mi respuesta.

—Iré con Usik caminando. No es tan lejos su casa...—escondí una sonrisa en mi boca al ver como mi hermana reaccionaba al nombre de mi amigo.

—Está bién. Le diré a tu padre. Si tienes cualquier problema, me llamas y vengo a recogerte.

Asentí satisfecho e hice el amague de mover los pies hasta que Anahí saltó con su petición.

—¿Puedo ir también yo?

La miré seriamente y luego me reí.—No queremos mocosos.

—No soy una mocosa, feo...Mami intercede a mi favor.

—Hija, son los amigos de tu hermano y lo han invitado a él...será para otra ocasión.

— O sea nunca, cerdita.—volví a molestarla, ganándome un empujón y una expresión descontenta de su parte.

Faltaba poco y se ponía a llorar como hacía de niña cuando no obtenía lo que quería.

Rodé los ojos al ver que intentaba convencerme a través de un falso abrazo y unos ojitos lastimeros. Apostaba mi brazo derecho que muchos chicos caerían por ella en un futuro no muy lejano.

Subí las escaleras hasta llegar a mi habitación y suspiré, yendo a abrir las ventanas para hacer entrar un poco de aíre fresco.

Me paré frente al espejo junto a mi escritorio y procedí a tensar los músculos, disfrutando con orgullo los resultados de mi entrenamiento. Sin embargo, mi acicalamiento fue interrumpido por el tono de llamada de mi celular.

| Regalame Una Sonrisa | BL +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora