Somos jóvenes

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En el patio principal del grandísimo colegio, la tranquilidad imperaba aquella tarde gris, caía una leve brisa de verano, y sólo podía escucharse el silbido del viento entre las coníferas al rededor, pero la tranquilidad se perturbó con el rugido de una motocicleta aproximándose, pronto la Harley-Davidson Road King entraba derrapando por el concreto y deteniéndose en el aparcadero, dejando asombradas a todas las presentes. La chica que pilotaba se quitó el casco tipo alemán y las gafas, dejando libre su cabello negro que caía en un atrevido corte shaggy, bajó de la moto y encendió un cigarrillo, por último apagó el radio portátil que sonaba un:

"We are young
heartache to heartache we stand
No promises, no demands
Love is a battlefield..."

Selene caminaba despacio entre la multitud, había atraído la mirada curiosa de las alumnas y la atención de los prefectos, tal vez por su apariencia de chica mala y atemporal, pues en pleno año del boom del gangnam style, una nueva película de la saga de crepúsculo, los recientemente terminados Juegos Olímpicos de Londres, y la paranoia del fin del mundo, ella parecía salida de un film como Suburbia o The breakfast club.

Una imprudente y parlanchina rubia apareció de repente acabando con la tensión de la llegada de Selene, acercándose para saludarla con tanta camaradería como si esa no fuera la primera vez que se vieran.

—Hola, soy Alison, puedes decirme Ali... Creo que seremos compañeras de dormitorio —aseguró la chica mientras confianzudamente revisaba el gafete de Selene.

Selene se sintió hostigada por la recién aparecida Alison, y más cuando esta caminaba a su lado paródicamente de la misma forma despreocupada y ruda que ella.

—¡Oye! No me interesa ser tu amiga ¿Por qué no te vas al diablo? —Estalló Selene.

—Okey —asintió Ali sin protesta.

Selene no solía tratar así a nadie, aquella actitud era sólo una coraza de metal para encubrir que estaba muerta de nervios por llegar a su nueva escuela sin conocer a nadie y con todo lo que había oído decir de la institución: La severidad, la disciplina, y... Los rituales nocturnos; así que tras un suspiro decidió ablandarse un poco y ser gentil con la chica que sólo pretendía ser amable.

—¡Ey! Espera, Alison, lo siento.

—Descuida —dijo Ali e hizo como que nada hubiera pasado. —Ven, vamos para mostrarte el lugar.

Ali tomó del antebrazo a Selene y la llevó para mostrarle las instalaciones, desde la mitad del patio podía sentirse la imponencia del edificio principal y su notorio estilo oscuro, este tenía la pinta de una catedral; pináculos, arcos ojivales y vitrales adornaban la fachada. La Preparatoria Los Encinos era una verdadera obra maestra de la arquitectura, una escuela privada casi perdida a la mitad de la sierra, y relativamente lejos de la civilización.

—Puede parecer tétrico y deprimente por fuera, pero vamos a echar un vistazo por dentro —Agregó Ali al notar la reacción adusta de Selene al ver la peculiaridad del edificio.

El interior del inmueble era aún más impresionante, lucía más contemporáneo aunque no perdía su toque gótico y no dejaba de ser oscuro, quizá por esto y por lo amplio del lugar era el frío que se sentía ahí dentro.

—Mira, por allá están los salones —Señaló Ali hacía la derecha.

Los salones eran amplios, pobremente iluminados por grandes ventanales por los cuales sólo se podía divisar barrancos y naturaleza hasta donde alcanzaba la vista.

—Por allá está la prefectura o detención, intenta no meterte en problemas o pasarás largo tiempo allí. Y más allá están los cuartos de servicio donde se guardan todo tipo de mobiliario inútil o enceres de limpieza, pero yo les llamo los "cuartos de faje", ya sabes somos jóvenes y es difícil tener privacidad aquí...

Memorias del instituto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora