Amigas, rivales... ¿O qué?

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El jueves era el día favorito de la mayoría de las alumnas, un día dedicado sólo a los talleres extracurriculares. Desde el momento de las inscripciones, Selene supo que quería unirse al taller de Agricultura, pero repentinamente cambió de opinión y quería tomar el de Lectura, en la biblioteca, de pronto creyó que nada podía ser mejor que el olor a libros, café, y un día entero leyendo clásicos de la literatura con las cerebrito del colegio... Claro, sólo porque el taller era impartido por Leonor Encinos. Sólo había un pequeño imprevisto para Selene, desde que fue llamada a la dirección en calidad de urgente para hablar sobre su cambio de taller, ya podía darse una idea de lo que la directora tenía que decir, y como terminaría denegando su petición para tomar el taller de Lectura.

En la dirección había una inevitable tensión, la directora Adelaida Encinos se quedó en silencio un momento analizando a Selene, no podía creer que a quien tenía en frente suyo era una de las muchachas más problemáticas de que se tenga registro; Adelaida se había leído todo el expediente de Selene justo antes de recibirla en su oficina y por un momento sintió que leía una versión ligera y sensurada de Burgess y la ultraviolencia, bueno, tal vez exageraba demasiado, la chica parecía tranquila a primera instancia y ningún acto de verdadera criminalidad podía adjudicársele.

—Haga favor de sentarse, señorita Montenegro.

Selene se sentó frente a la directora y se prestó a escuchar, aunque le empezaba a costar un poco concentrarse con lo risible que le resultaba el aspecto de la directora, la vieja tenía el cabello corto e increíblemente rizado, tan blanco como su piel, lo que le daba el aspecto de un french poodle recién salido de la estética.

—He recibido una advertencia sobre usted, por así decirlo —anunció Adelaida Encinos. —Me temo que debido a eso no puedo permitir su cambio de taller.

Antes de siquiera responder, Selene relajadamente subió los pies sobre el escritorio de la directora y encendió un cigarrillo frente a ella, y después de soplarle la primera bocanada en la cara, prosiguió con lo que debía decirle en respuesta.

—¿Esto es porque no debo estar cerca de Leonor? —Intentó adivinar Selene. —¿Y la "advertencia" vino de parte de Victoria?

—Señorita Montenegro, no puedo darle más detalles, sólo acepte hay cosas que debe simplemente acatar sin reparar.

—¿Esta es la autoridad que tiene, Señora Encinos? —Preguntó Selene desafiante. —Usted es la directora de este instituto y hermana del rector ¿No? ¿Y aún así permite que cierta alumna tome las decisiones por usted?

La directora no supo que responder, solo titubeaba y miraba para todos lados con nerviosismo; Selene tuvo un poco de piedad por la anciana que era sólo un títere más de Victoria, y decidió no insistir más, pero tampoco iba a quedarse callada, y antes de cruzar la salida, se volvió hacia la directora y se aclaró la garganta antes de soltar su discurso.

—Estoy decepcionada de usted y la institución que representa —manifestó Selene agitando la cabeza con desaprobación. —Antes de llegar a esta institución, escuché que el rigor era algo imprescindible, la formación en valores su lema... Mi padre me envió aquí por que creyó que era el lugar apropiado para contenerme y aplicarme la disciplina que en ningún otro lado pudieron. Él estará muy decepcionado también cuando el año escolar acabe, y descubra que su hija es aún peor de lo que era en otros colegios; Es que... ¿Puede imaginarme siendo peor? Si en mi anterior instituto incendié el auto del director con una bomba molotov, puse un explosivo dentro de contenedor de basura, le gane a los puños a la prefecta... ¿Quiere que continúe?

—No es necesario, Montenegro, puede marcharse en paz, y espero no volver a causarle inconvenientes.

Selene apagó su cigarro en el escritorio y se fue sin responder, creyó que había sido demasiado grosera con la directora sin que lo mereciera, después de todo, la mente detrás de sus planes arruinados era Victoria; ahora solo le quedaba aceptar que esta vez la pelirroja le había propinado un revés, pero esa odiosa no sabía con quien se había metido, pues Selene podía ser una grandísima cabrona si se lo proponía.

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