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Nieves venía de la gente del Sur de karmaland, la madre de Luzu era la que menos le interesaba la estadía de la gente del Sur, así que incluso en el norte donde la gente moría de hambre, ni imaginar cómo estaba la del Sur.

La de piel blanca, se preparó en un viaje por su cuenta ignorando las temibles advertencias que le provocaba acercarse al bosque con la esperanza de volver con comida para alimentar a sus hermanos pequeños, preparó una mochila con pocas armas y enfrentó lo que fue...una persecución casi de enseguida, logró trepar un árbol pero se sintió asustada cuando no había escapatoria y seguramente moriría ahí, estaba apuntó de explotar cuando vio llegar a aquel chico.

Parecía uno igual a ellos pero era increíblemente amable, dulce, gentil, la sostuvo y le pidió permiso de sostenerla a pesar de que era algo que debía hacer para bajarla, hacía tanto que ansiaba el contacto con una persona que no la tratara como basura, que de inmediato se desplomó en sus brazos aunque fuese un tonto desconocido. Estuvo llorando allí un rato antes de que aquel chico, aparentemente Rubén, le dijera que tenía algo para ayudarla.

Y ahora estaba ahí, viendo a criaturas míticas y fuera de lo normal mientras el oso cazaba con un arco y flecha.

—Sé que no es comida que hayan cenado pero te prometo que es comestible— Rubén afirmó sosteniendo una flecha que había perforado un pequeño pez para cenar que había estado nadando en una fosa de agua —Yo los probé y son más exquisitos que los de los humanos.

Nieves sonrió —¿Cómo es que lo sabes?

—Bueno, soy el Guardia de karmaland así que supongo que tengo experiencia con comida humana.

—¡¿El Reino?!— jadeó sorprendida, levantándose y viéndolo a la cara —eso es como...muy peligroso e ilegal.

—Soy...especial, digamos que me dieron un permiso real demasiado exclusivo hasta ahora, es decir, sólo yo soy capaz de trabajar y convivir con las personas de karmaland porque el antiguo rey fue quien me dio eso como regalo con la condición de portarme como cualquier otro humano— él contó, poniéndose detrás de ella para abrir su mochila y echar la carne del pez.

—Eres súper suertudo— añadió Nieves —Escuche que los híbridos son...bueno.

Rubén frunció el ceño de inmediato, los híbridos eran torturados, dañados, vendidos, secuestrados, abusados, y miles de otras cosas, Nieves sintió que habló de más y se dio la vuelta rápidamente.

—Lo siento, no debería de hablar cuando no sé lo qué se siente, la verdad es que muero de hambre pero nunca sabre que se siente ver a mis hermanos ser vendidos...— ella murmuró nerviosa.

—No, no te disculpes, has sido curiosa nada más— insistió sonrojado —La verdad es que no sé mucho del tema...

Eso era una mentira, una mentira vacía.

—Pero eso no importa, yo vine a ayudarte a ti— dijo él tartamudeante.

Nieves pudo ver la incertidumbre en sus ojos y no dudó en extender sus manos tocando las suyas, dándole algo de calma a su tormenta personal, puesto incluso si no lo llegaba a conocer lo suficiente, él le había entregado la suficiente paz en su vida como para volver a la esperanza.

—Gracias por todo, la comida y eso...creo que será suficiente por unos días— ella dijo sonriente —Y me las arreglare sola con la caza así que no voy a tener que molestarte de nuevo.

Eso se sentía terrible porque él definitivamente quería ser molestado por ella más veces.

Ese era el verdaderamente adiós de una linda chica.

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⏰ Última actualización: Jan 11 ⏰

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ᵖᵒʳ ˡᵒˢ ᵈⁱᵒˢᵉˢ ᵈᵉ ᵏᵃʳᵐᵃˡᵃⁿᵈ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora