02 "el secreto del bosque"

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La noche agarró mis más profundos miedos, los intensificó y aunque pensé que estaría a salvo dentro del castillo, no pensé que dentro sería el real peligro.

La oscuridad oculta muchos secretos, de los cuales huí durante toda mi vida con éxito.. esta vez no estaba segura si lograría escapar.

Entonces, mi fobia a la oscuridad volvió a surgir, provocándome querer llorar como una niña pequeña, provocándome el pánico que no sentía desde que tenía quince años.

—Acaso no te han enseñado a no entrar en casas ajenas?— preguntó una aterradora pero sexy voz de lo que imaginé que era una mujer.

No la veía, pero sabía que estaba aquí conmigo, Podía sentir su presencia cercana a la mía.
Tal como podía sentir su odio hacia mí casi palpable.

—Si, solo que hacía frío afuera.. la noche era aterradora y necesitaba un refugio, su castillo fue lo único que estaba cerca y la puerta se encontraba abierta. Discúlpeme, señora..— no tenía miedo de lo que me estuviera hablando, pero si lo tenía de la oscuridad.

Entre aquella salió una mujer alta casi tres metros. Tuve que inclinar mi cabeza para verla, pues yo solo media 1,57.

Analice a aquella dama de pies a cabeza. vestía un largo vestido blanco, con una flor negra en su pecho izquierdo. Dios mío, los pechos más grandes que en mi vida había visto. Un color de piel tan pálido que comenzaba a hacerse apenas gris, unos labios carnosos pintados de un color bermellón. Unas cejas bien marcadas, ligeramente inclinadas hacia adentro, dándome la sensación de que la doña estaba enojada.. pero su sonrisa me hacía saber que era una mujer sadica. Para completar la belleza de esa "mujer" cargaba con unos ojos amarillos casi ámbar, bien maquillados. Su cabello casi ni se veía, pues llevaba un sombrero negro bastante grande, este cubría gran parte de su cara, pero desde mi altura lograba verla casi perfectamente.

—Te metiste en la casa equivocada, querida— ella miró con asco a lo que yo traía entre mis brazos. —Sobre todo con esa rata anaranjada— tragué en seco en cuanto comenzó a acercarse a mi. De sus manos salieron unas garras gigantes.

Ay mamita, donde me metí.

—Aléjese belleza asesina— retrocedí lentamente.

—Serán mi cena— sonrió mostrando sus dientes, que me dejaron boca abierta, pues sus caninos eran literalmente colmillos de al menos cinco centímetros de largo.

Sin querer se me escapó una risa amarga, la ironía de la situación.. yo había escrito un libro de vampiros!! Y ahora moriría en manos de una.

La vampiresa me miró levemente confundida.

—De que ríes?— preguntó ella, algo enojada.

De tanto retroceder me golpee la espalda con un muro, ella estaba a centímetros de mi, pronta para matarme.

—Y a usted que le importa— sus ojos hirvieron de la rabia y con una de sus garras rasguño mi mejilla. Ante el filo de esta, rompió mi piel, creando un tajo doloroso y sangrante.

—Te arrepentirás de hablarme así— ella se acercó a mí al punto de tener su aliento golpeando en mi piel. Gire mi rostro para un costado, lista para morir, pero lo único de lo que tenía miedo era del dolor que eso implicaría.

Esta era sin duda una muerte genial.

Pegué un pequeño grito cuando sentí algo húmedo y caliente rozando mi reciente cortadura.

Abrí los ojos y de reojo miré a la señora chupando mi mejilla, probando mi sangre.

Era lo más sexy y genial que me había pasado en toda mi vida... Carajo Nerissa, estas muriendo y piensas en lo jodidamente sexy que es esta situación.

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⏰ Última actualización: Feb 01 ⏰

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El peso de la sangre- Lady Dimitrescu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora