Tinieblas Florales: El Despertar de la Oscuridad (4)

144 20 4
                                    


El alba se deslizaba tímidamente por el horizonte, pintando el cielo con tonalidades tenues de rosa y dorado. Hanabi, aún postrada en el suelo, sentía el frío de la mañana acariciar su piel magullada. Hayabusa y Kagura habían desaparecido en la oscuridad de la noche, llevándose consigo sus propios secretos y dejándola con un corazón desgarrado.

Entre lágrimas, la joven se levantó con la gracia de una flor que se abre paso entre la maleza. Los aldeanos observaban con respetuosa curiosidad, conscientes de que algo había cambiado en la vida de la valiente ninja. Sus pasos resonaban como un eco melancólico en los callejones familiares que ahora parecían un laberinto de recuerdos dolorosos.

Al llegar a sus aposentos, Hanabi se sumió en un silencio sepulcral. El sol, tímidamente filtrándose por las rendijas de la ventana, iluminaba la habitación con una luz etérea. Se permitió derramar las últimas lágrimas en soledad antes de recoger sus pertenencias con un aire de determinación.

Recordó las palabras sabias de su padre, que resonaban en su mente como un eco constante: "Eres toda una mujer y, además de ser muy bella, eres todo el orgullo de nuestra familia". Esas palabras, ahora imbuidas de una tristeza profunda, resonaban como un lejano canto de despedida.

El baño, aunque reparador, no podía lavar las heridas que se extendían más allá de la piel. Cada gota de agua que caía parecía llevarse consigo un fragmento de su antigua vida. Se vistió con su traje de batalla, un recordatorio constante de la guerrera que había sido y la que estaba destinada a convertirse.

La puerta crujió al abrirse, y Hanabi enfrentó el día con la determinación de una tormenta que se avecina. Las lágrimas volvieron a emerger, pero estas lágrimas eran diferentes; eran la mezcla de un dolor profundo y la promesa de un nuevo comienzo.

Con paso firme, Hanabi dejó atrás la aldea que la vio crecer, un capítulo de su vida concluido. El viento jugueteaba con sus cabellos oscuros mientras se adentraba en el camino incierto que se extendía ante ella. Una hoja caída, llevada por la brisa matutina, marcó su partida. Hanabi partió con la misión de buscar venganza contra Hanzo, una tarea que la conduciría por senderos oscuros y desconocidos, pero que, para ella, era la única manera de cerrar las heridas y encontrar un nuevo propósito.

Con cada paso que Hanabi daba fuera de la aldea, sentía cómo el peso del pasado se disolvía en el aire fresco de la mañana. Sus huellas dejaban atrás no solo el polvo del sendero, sino también los lazos que la habían atado a un destino predestinado.

La bruma de la aurora envolvía su figura mientras avanzaba hacia lo desconocido. Cada rincón del bosque, cada rayo de sol que se filtraba entre las ramas, parecía susurrarle que este era un nuevo capítulo, una página en blanco esperando ser escrita con la tinta de sus elecciones.

El propósito de su partida resonaba en su mente, resonaba en cada latido de su corazón herido. "Venganza", susurró el viento en los árboles, pero para Hanabi, era más que eso. Era la oportunidad de demostrar su valentía, de romper las cadenas impuestas por las expectativas de otros.

Los recuerdos de las lecciones de su padre se convirtieron en el cimiento de su determinación. No solo estaba buscando justicia por lo sucedido, sino que también se embarcaba en esta misión para mostrar al mundo y, sobre todo, a ella misma, que era una fuerza a tener en cuenta.

La venganza se entrelazaba con la red de su destino, pero en ese tejido, Hanabi encontró un hilo de autonomía. Cada decisión, cada movimiento, sería una afirmación de su poder, una declaración audaz que resonaría en los corazones de quienes la subestimaron.

El sendero que se extendía ante ella estaba lleno de sombras y desafíos, pero Hanabi avanzó con la confianza de quien sabe que el fuego que arde en su interior puede iluminar incluso la más oscura de las noches.

Destino Entrelazado en Sombras MLBBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora