Versos del Silencio y la Profecía

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En aquella mañana iluminada por un sol radiante y acariciada por una brisa suave que confería al ambiente una agradable frescura, varios clanes se congregaron en anticipación a la solemne ceremonia que marcaría el inicio del nuevo liderazgo de Akakage. Los preparativos meticulosos aguardaban, y Hanabi, con un paso decidido, avanzó para ocupar su lugar en el majestuoso trono asiático.

El trono, esculpido con detalles intrincados y pulidos a la perfección, se alzaba con elegancia, con asientos ornamentados que emanaban un aura de autoridad. Hanabi, con gracia y determinación, se acomodó en él, capturando la atención de todos los presentes. A su lado, el segundo hijo del Sombra, uno de los miembros más experimentados, sostenía en sus manos una corona dorada de imponente belleza.

A medida que la ceremonia avanzaba, y con una indicación precisa, el experimentado miembro colocó la corona sobre la cabeza de Hanabi. La mirada de orgullo y la sonrisa radiante en el rostro del portador de la corona, Hayabusa, resonaban en todo el recinto. "¡Felicidades, Akakage Flor Escarlata!", anunció con solemnidad.

Hanabi respondió con una sonrisa sutil y, de inmediato, se levantó de su asiento. Todos hicieron una reverencia unánime para poner fin a la emotiva ceremonia. A medida que el tiempo transcurría, la historia completa se develaba ante los ojos del mundo. La narrativa de Hanzo, los eventos que condujeron al sello de Hanekage y cómo Hanabi tomó la valiente decisión de asumir la responsabilidad de ser la portadora de un temible demonio en aras del bien común.

Pronto, la historia resonó en los corazones de la gente en las aldeas y más allá. Incluso en la Aldea Cadia, yacía una estatua erigida en honor al que había sido considerado el mayor genocida. Para algunos, un héroe; para otros, un simple villano. Sin embargo, la verdad de esta historia radicaba en el valor y el sacrificio que Hanabi había demostrado. Un poema flotaba en el aire, entrelazándose con el viento, rindiendo homenaje a la valentía que iluminó la oscuridad y la voluntad de un liderazgo que trascendió las sombras.

Por supuesto, en la ceremonia no podía faltar su buena amiga Kagura. Tras el trágico día de la guerra, aceptó los sentimientos de Hayabusa, y a ambos se les veía radiantes y felices. Después de la ceremonia, Hanabi fue escoltada a sus aposentos. Una vez allí, se retiró la corona y suspiró al sentarse en la comodidad de su cama. Por un momento, todos los acontecimientos vividos comenzaron a retornar a su mente.

Recordó con tanto cariño y, a la vez, dolor a su difunto amor. Sin embargo, ya no derramaba lágrimas por su partida. La verdad de las cosas es que pensaba que había pasado mucho tiempo llorando y que ese capítulo había concluido. Ahora, con el peso de la corona retirado, se encontraba lista para abrazar su nuevo papel y los desafíos que le deparaba el liderazgo. La tristeza, aunque siempre presente, se desvanecía ante la esperanza de un futuro guiado por sus decisiones.

Después de reflexionar por un momento, Hanabi se levantó de su asiento. En sus aposentos, rodeada por numerosos soportes para armas, su mirada se posó en uno en particular que sostenía solo una espada, pero no cualquier espada, sino la legendaria Ame no Habakiri, el arma de Hanzo. Con cuidado, abrió el cristal que la protegía y, al hacerlo, notó la presencia de un papel doblado que no estaba allí antes.

Con una mezcla de curiosidad y respeto, Hanabi pasó sus dedos sutilmente sobre la empuñadura de la espada. Al acercarse, se percató de la presencia de la carta que acompañaba a la venerada Ame no Habakiri. Intrigada, ya que una de las normas impuestas por Hanabi era que nadie debía siquiera acercarse a esta espada, se dio cuenta de que algo extraordinario había ocurrido.

Al manipular las hojas del papel con la delicadeza que merecía, descubrió que se trataba de una carta. La tinta sobre el pergamino exudaba la nostalgia de tiempos pasados, una conexión entre dos almas entrelazadas por la historia y la sangre. La escritura, aunque firme y decidida, llevaba consigo la carga de una emotividad profunda.

Destino Entrelazado en Sombras MLBBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora