De vuelta a casa.

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Ya era más oscuro que antes debido a que era más tarde, y traía prisa por llegar a casa de una vez, fue entonces cuando pise una rama mal y me caí, o al menos pensé que me caería cuando de improvisto un brazo me sujeto y freno esta en el acto, igualmente se me cayó la antorcha y esta también logró agarrarla al vuelo.

Giré mi cabeza levantando esta lentamente debido a que estaba algo asustada por encontrarse alguien ya que nunca habia nadie por aquí, fue entonces cuando vislumbré a ver la figura de un hombre alumbrada por mi antorcha, y pude divisar sus ojos de color verde que parecían mirarme con curiosidad, y su pelo oscuro cayendo por su frente, casi tapando sus ojos.

Este me sostuvo la mirada como si estuviese estudiandome de la misma forma que yo lo hacia, sin palabra alguna por lo que pareció un minuto, hasta que finalmente ladeo una sonrisa y se presento. - Hola, me llamo Eiden, ¿Puedes caminar? -

Inconscientemente mis mejillas se sonrojaron de forma leve, y trague saliva intentando articular una palabra pero bobamente estaba en blanco por los nervios y era incapaz, asi que solamente intente caminar separándome y al moverme creí haber rozado la palma de su mano con mis dedos.

Al instante de pisar con mi pie izquierdo un pequeño quejido de dolor salió de mis labios, a lo que mordí este por los nervios para luego proceder a buscar en mi capa por si no se hubiese caido el remedio, aunque efectivamente si estaba ahí, asi que suspiré de alivio.

Observó perplejo la escena, casi hasta le parecía divertido que no hablará notando cada uno de sus pasos o gestos después de haberla preguntado hasta verla quejarse de dolor y entonces sostuvó de nuevo con suavidad su brazo haciendo una leve caricia, y agachándose un poco debido a que le llevaba como una cabeza de altura debido a que él en si era bastante alto.

— Se te ve malherida... Y... Si quieres yo puedo llevarte, ¿Verdad Negro?— Dijo mirando a un punto de oscuridad donde se supone que estaba el caballo. Este soltó un relinchido en respuesta, y él soltó una carcajada leve, en consecuencia, yo me reí un poco también. —

Vaya... No lo habia visto, ahí camuflado en la oscuridad. — Dijo ella. — Esta bien, si puede llevarme, lo agradecería Eiden, y me llamo Alana, encantada. — Dijo dandole la mano a este y dirigiendo sue ojos castaños hacia los verdes del muchacho por breves momentos debido a que parecía cohibida. Este acepto la mano riendo un poco.

— Esta bien, marchemos, ¿Sabe montar a caballo Alana? — Dijo mirando de reojo a la chica, ella sonrió y contesto. - De hecho si, Eiden. — Dijo marcando un poco su nombre debido a que pareció haberla tuteado, sin embargo no le importaba, era de suponer al tener una edad parecida.

Iba a caminar a la pata coja como podía debido a que me dolia mucho la pierna izquierda al pisar. El caballo vino hacia nosotros y de improvisto me subio a sus brazos y de ahí me dejo encima del lomo del caballo donde me acomode, más tarde subió él encima de este pero delante.

— Agarrate. — Dijo poniendo mis brazos alrededor de su cintura, cosa que hice por prevenir caerme, asi que entrelace mis manos en su torso. — Dime, ¿Qué buscas aquí? Nunca te vi por el pueblo ni nada, asumo que no eres de por aquí. — Él chico sonrió y asentio. —

Busco a una mujer llamada Zenda. — Zenda Blake. — Abri los ojos sorprendida y frunci el ceño. — ¿Por qué la busca?— El muchacho suspiro. — Dicen que es la mejor curandera. — Procedí a asentir, y dije lo siguiente — Se donde se encuentra, te llevaré hasta ella... Es por allí. Dije señalando con el brazo, con voz seria. —

Alana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora