DIAS ANTES
— No seas aguafiestas – Milán me dio un suave golpe en el pecho que apenas logró tambalearme – es la fiesta de inicio de clases y aparte es en casa de Amber Rain.
— Tengo muchos pendientes faltantes – acomode mi uniforme del equipo de futbol en la mochila – hoy tengo entrenamiento por la tarde y en la noche he quedado en salir a cenar con mi madre.
— Vamos. Ya lo sabes es tradición organizar fiestas a inicios y finales de cursos, nadie absolutamente nadie falta - Siguió tratando de convencerme.
Era verdad que ir a fiestas ya era parte de una tradición, sin embargo, ahora no tenía ni las más mínimas ganas de ir.
— ¿De verdad piensas perderte la fiesta más grande del año y desperdiciar la oportunidad de acostarte con la chica más buena del instituto? – cuestionó.
Suspire un tanto desesperado.
Odiaba tener ese tipo de conversaciones donde yo decía algo e intentaban que cambiara de opinión. Me gustaba ir a fiestas y divertirme pero ahora no me apetecía tanto, quería estar en mi casa o salir a algún lugar más tranquilo. Aunque claro si no iba todos me iban a tomar de un gilipollas y me harían burla por todos los días restantes.
— Ahora mismo no me apetece ir a fiestas – fruncí el ceño – y además, no me interesa que sea en casa de Amber. No me gusta en lo absoluto y por más cuerpo bonito que tenga nunca me fijaría en ella.
Odiaba esa idea que se formaban los chicos de las mujeres. No por que tuvieran unas caderas impresionantes significaba que ellas querían acostarse con cualquier idiota que se les pasara enfrente. Por supuesto, yo no comparto ese pensamiento como la mayoría de mis amigos.
Me gusta tratar a las personas por lo que son y no solo dejarme llevar por una cara bonita o un par de pechos y nalgas.
— Es que... ¿De verdad eres mi amigo? – paso las manos por su pelo - ¿Sabes cuantas personas quisieran estar en esa misma fiesta y no pueden? Y tú que tienes esa oportunidad la desaprovechas así de fácil.
— Es que no todos somos unos idiotas – fui al armario y me cambié la playera.
— No sabes lo que dices - se sentó en una silla frente al escritorio – no puedo creer como es que consigues ser tan obediente.
Negué con la cabeza.
— Por favor – estire mis brazos – estoy feliz con Henna. Llevamos dos años de relación de los cuales no me arrepiento de nada y no pienso estropearlo todo por ir contigo a divertirme con alguien más.
— Se me olvidaba que Henna te tiene como perro faldero tras de ella.
Resople con fuerza.
— No te expreses así – le advertí.
Milán podía decirme cualquier tontería que se le ocurriera pero ya que insultara a Henna era demasiado, existían límites y no debía de sobrepasarlos con ella. Me molestaba que insultaran a las mujeres y aún más si se trataba de alguien tan cercana a mí.
— Solo serán unas horas – siguió tratando de convencerme – no es como si fuera el final de todo por ir a una simple fiesta.
— Cuantas veces tengo que repetirlo.
— Simplemente es una fiesta que jamás volverás a ver. Amber nunca ha dado fiestas y el hecho de que haya apuntado su casa para organizar una ya es otro nivel.
No entendía la maldita obsesión de todos con esa chica. Es bonita y con unas curvas increíbles, sin embargo, su comportamiento no era el más agradable. Desde que tengo memoria ella siempre demostraba que valía más que los demás por el simple hecho de que su familia tenían buenos negocios en New York ubicados en cada punto de la ciudad.
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SI TODO FUERA ETERNO
RandomMatthew es un chico guapo, carismático, dedicado y apasionado por el deporte. Su popularidad en el instituto ha provocado la atracción de varias chicas, en cambio, el solo tiene ojos para Henna; su novia. Todo en su vida parece ir bien: buenas notas...