Me estacione frente al enorme edificio azul cielo cristalizado y baje del auto. Sabía a la perfección donde dirigirme, el apartamento número veinte era mi destino. Ahí vivía mi novia. Henna dejo la casa de sus padres debido a que ya no le parecía tan agradable vivir con ellos y, seguir sus reglas ya no le apetecía, por lo que decidió mejor independizarse. La relación entre su madre y ella se convirtió un tanto asfixiante por lo que decidieron tomar una distancia prudente entre ellas para evitar roces frecuentes, de esa manera cuando se veían todo resultaba de maravilla y sin discusiones de por medio.
No fue difícil el cambio de casa, sin embargo, la mudanza si resultó algo complicado debido a todas las cosas que debía empacar. Algunas veces me quedaba a acompañarla en las noches ya fuera viendo películas o teniendo competencias de juegos de mesa, siempre trataba de ir poco para no agobiarla y que no se aburriera de mí.
Respetar el especio personal de una mujer es el detalle más valioso y significativo que un hombre puede dar, y por ello mismo trataba de que ella se sintiera feliz y cómoda conmigo.
Quede en pasar por Henna a las ocho de la noche para ir a la fiesta y aunque al principio no tenía nada de ganas, ahora era diferente. Hoy es mi cumpleaños y festejarlo con mi novia y mis amigos no sonaba nada mal, finalmente accedí a ir con ellos y divertirme, ser capitán del equipo de futbol tiene sus ventajas por lo que cancelar el entrenamiento no fue ningún problema y menos si todos estaban invitados a la fiesta.
Llegué hasta la entrada y di unos toques a la puerta, tras esperar unos minutos esta se entreabrió y pude observar cómo unos rizos castaños descendían detrás. No dude y entre al apartamento, cerré la puerta y le plantee un beso en la boca a la chica.
Una sonrisa se formó en su boca.
— Ahí siguen las llaves esperándote – señalo la pared.
En la pared colgaba un cuadro con un dibujo del mar y de él colgaban un par de llaves. Ahí siempre solía poner las llaves de inmediato para que no se perdieran.
— No es necesario.
— ¿Hasta cuándo vas a aceptarlas?
— Humm... - di un paso para acercarme a ella – tal vez después de que alguien me besé.
Ella negó con la cabeza.
— Vaya. Entonces creo que ahí seguirán esperando.
Acerco su rostro al mío con tanta lentitud que por un momento pensé que me iba a besar, pero simplemente siguió su camino para dirigirse a su habitación. Me quede ahí plantado con la esperanza de que regresara, pero no lo hizo.
— ¿Acaso me has negado un beso?
Su risa inundo el apartamento.
— ¿Te ha parecido gracioso? – entre a su habitación.
— Debo admitir que sí, un poco.
— ¿Ah sí? – levante una ceja.
Negó con la cabeza.
— Ya sabía lo que se aproximaba.
Corrí detrás de ella por toda la habitación hasta alcanzarla. La enrollé con fuerza en mis brazos para evitar que escapara de mí y comencé a picarle las costillas, las risas de ambos inundaron la habitación mezclándose entre sí, su cabello castaño se hallaba alborotado dándole un toque agradable y la sonrisa en sus labios era simplemente encantadora.
Los risos acomodados con la plancha ahora estaban desechos, vestía un short azul de mezclilla y un top blanco. Su risa no paraba aunque tratara de fingir que no sentía nada.
— Matt - dijo entre risas – no, para por favor.
— Ahora no te da tanta gracia ¿O sí?
Negó con la cabeza sin dejar de sonreír.
— Prometo darte los besos que quieras si dejas de torturarme.
Henna no tenía resistencia para las cosquillas. Ese era uno de sus puntos débiles y del que yo me aprovechaba en ocasiones; nada malo.
— Suena tentador - me quede en silencio unos segundos - pero creo que esta vez pasare por alto tu oferta.
— Madre mía - chillo - tu pon las condiciones.
Pare de inmediato.
Henna nunca dejaba que yo eligiera nada y todo debía de hacerse a su manera por lo que solo al salir esas palabras de su boca de inmediato me convenció y di un paso atrás apartándome de ella. Al instante Henna se dobló por la mitad apoyando las manos en sus rodillas evitando caer de sentón al suelo mientras trataba de recuperar su respiración.
Su cabello caía por sus hombros cubriendo su rostro.
— ¿He escuchado bien?
Asintió con la cabeza aun agachada.
— Difícil decisión.
Levanto la cabeza y sus ojos verdes se encontraron con los míos. Un destello se curiosidad se apodero de su mirada, sabía que se moría de ganas por saber que iba a pedir a cambio, podía notar como se arrepentía de proponerme eso.
Una sonrisa se formó en mis labios y me acerque a ella. La tomé por la cintura y la atraje contra mi pecho acortando la distancia que nos separaba.
Agarre con delicadeza los mechones de cabello que cubrían su cuello y los acomode detrás de su oreja. Me acerque lentamente rozando su cuello con mis labios, podía notar su respiración fuera de lo común a cada centímetro que recorría. Tenerla tan cerca era una adicción que no podía controlar por más que lo intentara, mi mano recorrió su espalda hasta rodear parte de su cuello, su boca se encontraba apenas unos centímetros de la mía, notaba como su pecho subía y bajaba con lentitud.
Era como una droga para mí.
— Matt - susurro - ¿Qué es lo que deseas a cambio?
— Nuestros labios se rozaron.
Tenerla así era una tortura.
Me moría de ganas por acortar la distancia que nos separaba y besarla, de igual manera, podía observar a través de su mirada que el sentimiento era mutuo. El deseo en sus ojos se intensificaba de la misma manera que el mío y eso me mataba por dentro.
— Luego lo sabrás - trague saliva.
— ¿Por qué no ahora mismo?
Negué con la cabeza.
— Puede que lleguemos tarde a la fiesta - la mire directo a sus ojos.
— Podemos demorarnos un poco.
Pasó su dedo suavemente por mis labios provocándome con cada movimiento y lamentablemente lo estaba logrando. Sus manos se perdieron en mi cabello obligándome a acercarme a ella. Nuestra boca se unieron una vez más, sus labios tenían un sabor a fresa que me incitaba a besarla con más furor e intensidad, mi lengua abrió paso en su boca para llegar hasta la suya y juguetear con ella. ¡Madre mía! como me encanta todo de esa chica.
Simplemente me volvía loco.
Sus manos bajaron hasta mi playera para tirar de ella, pasaron por mi abdomen y terminaron unidas alrededor de mi nuca. Sentía como la sangre recorría por todo mi cuerpo, necesitaba sentirla, tocarla y estar dentro de ella. Trate de desabotonar su camisa aunque mi desesperación no me ayudaba en mucho, cuando finalmente termine pase mis manos por sus pechos dándoles un apretón, mi boca abandono la suya y descendió dejando suaves besos marcados en su cuerpo, llegue hasta su sostén y lo desabroche, sus senos se quedaron al descubiertos. Me apresure a besar cada parte de ellos hasta llegar a su pezón succionándolo, besándolo y mordiendo con suavidad ocasionando que Henna gimiera mientras se estremecía.
Ahora mismo no importaba nada más que ella y yo en la habitación. La fiesta podía esperar pero nosotros no.
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SI TODO FUERA ETERNO
RandomMatthew es un chico guapo, carismático, dedicado y apasionado por el deporte. Su popularidad en el instituto ha provocado la atracción de varias chicas, en cambio, el solo tiene ojos para Henna; su novia. Todo en su vida parece ir bien: buenas notas...