14

130 25 0
                                    





En la mañana se despertó con dolor de cabeza y unas cinco llamadas perdidas de Shoko en su movil. La noche anterior entre tanto pensar y pensar terminó por tomarse una botella de Vodka para embriagarse y olvidar un poco aquella maldita envidia y su repentino interés por si reloj biológico cada vez más tardío.

Se sentó en medio de la cama y una sensación de humedad entre sus piernas le dejo saber que se había masturbado, hizo una mueca de asco. ¿Desde cuando no había hecho eso? Tal vez desde que cumplió los 20 cuando fue oficialmente mayor y no era un peligro para los alfas que al le gustaban, de ahí en más no fueron necesarias las sesiones de auto placer porque cada que quería tenía a alguien que se lo comía de la forma en la que él quería. Beneficios de ser hermoso, ya saben.

Se levantó dándose cuenta que solo llevaba puesta su propia camisa y tiró de las sábanas para meter todo a lavar, totalmente asqueado con el mismo. Se metió a bañar completamente despreocupado porque sabía que Yu se haría cargo del local a lo que él llegaba, lo que por cierto pretendía hacer después de medio día, quería sacarse el dolor de cabeza antes de ir y evitarle a todos un Suguru malhumorado.

Luego de bañarse de pies a cabeza salió de la ducha, envolvió una toalla a su cadera y otra en su pelo mientras buscaba ropa interior hasta que el sonido del móvil lo distrajo haciendo que conteste sin ver el número.

—¿Hola? Buenos días.

—¡Suguru! ¡Hola! —el aludido cerró los ojos con fuerza ante el efusivo saludo de su mejor amiga, alejó el móvil de su oreja mirándolo con odio a la vez que colocaba el alta voz dejándolo en la mesita a un lado del closet.

—¿Por qué mierda me llamas? ¿No estabas de luna de miel?

—¿Qué pasa con ese hijo de puta humor tan temprano? —Suguru optó por iniciar una video llamada con la mujer, esta estaba fumando aparentemente acostada en una cama, la cabeza de Utahime acostada en el pecho de la alfa. Ambas se sonrojaron al verlo, eran lesbianas si pero Suguru seguía siendo demasiado lindo como para evitarlo.

—¿Me llaman después de un mañanero? Que puercas.

—Lo dice el que está casi desnudos frente al teléfono.

—Yo acabo de ducharme, desafortunadamente nadie me a despertado así de rico como ustedes dos.

—Eso explica el malhumor. —respondió la esposa de su amiga y Suguru le rodó los ojos. El dolor de cabeza lo tenían aburrido.

—¿Qué quieren ustedes dos? Me duele la cabeza así que sean breves.

—Pues verte obviamente y decirte que debes regresar a Japón, me han estado llamando para que les consiga tu contacto, quieren encargarte unos pedidos para unas cuantas celebraciones y pues como te luciste en la mesa de dulces quieren que sea el mismo que se encargó de eso en la boda. —Suguru desapareció unos segundos de la cámara para regresar con ropa interior puesta y un pantalón de cintura alta a medio abrochar.

—¿Crees de verdad que voy a regresar por unos cuantos encargos? Ni loco, tengo demasiado que perder si dejo solo a Yu en la pastelería. El sabe hornear y todo eso pero no puede solo y no pretendo contratar a alguien más para que haga mi trabajo, no quiero que mi negocio pierda reputación por algún error.

—¿Y por qué no traes tu negocio acá? Estoy segura de que sería igual de exitoso aquí también.—ahora utahime se mantenía callada, no iba a meterse en conversaciones qué no le competen.

—No es tan fácil, Ieiri.

—Me dices que tienes dinero a cada tanto, por cuestiones económicas no creo que sea.

Between The Two. ~Satosugu~TojisuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora