Capitulo 11

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Al llegar al teatro, Carlo se encontró con su hermano, quien fue a añadir mejoras y arreglos a las escenografías ya existentes.

P era muy hábil con las manos a pesar de tener un brazo prostético, cosa que no dejaba de ser impresionante. Era como si no hubiera perdido el brazo en lo absoluto, Venigni había hecho un trabajo muy limpio con él. Romeo lo observaba trabajar, los gemelos eran personas muy dedicadas, les había tomado cariño demasiado rápido y definitivamente eran ellos quienes hacían del teatro Ópera Estrella un lugar mejor.

Carlo descansaba sobre uno de los andamios, apoyando la cabeza en las cuerdas que mantenían todo en su sitio. El rubio tocaba el piano como era usual, todos los días traía una sinfonía distinta y en caso de no tener nada, solo modificaba canciones ya existentes. Era espontáneo, creativo, totalmente dedicado. Si bien Carlo tenía conocimientos básicos sobre el piano, Romeo lo dejaba en ridículo muy fácil, pero no le importaba, era Romeo el artista de la relación, Carlo era un simple fan.

—No quiero que esto termine— comentó el castaño en voz baja y con desánimo, Romeo no estaría en el teatro para siempre, eventualmente se irá y todo el elenco daría pie a una obra distinta con personas distintas, pero Carlo permanecerá allí.

—Yo tampoco, no sé a dónde iremos después de aquí, pero pensaban en salir de Krat un par de meses dado el éxito que tuvo la obra. Me deprime pensar en estar lejos de ti— Romeo tomó asiento junto a Carlo, Carlo pasó a apoyarse en el hombro de este.

Permanecieron en silencio, como si la ausencia de ruido fuera a detener el tiempo, deseaban que fuera así de fácil.

Al igual que el resto de los días, el tiempo pasó, el elenco llegó y todos fueron a sus posiciones, pero había algo distinto, había una persona fuera de lugar, alguien que no había visto antes.

—Carlo— oyó una voz llamándolo, era su jefe, fue al lugar de donde provenía dicha voz.

Todo derivó en una charla incómoda con tintes de seriedad, la expresión de Carlo se fue contorsionando en una de desesperación y, a pesar de estar haciendo lo mejor para disimularlo, no podía.

Una vez que su jefe lo liberó, regresó a su puesto de trabajo para seguir adelante con el espectáculo. Podía ver a su hermano sentado en el público, estaba junto a Eugenie, a veces se preguntaba si había algo entre ellos dos pero P no mencionó nada al respecto por lo que quizás solo era imaginación de Carlo.

Esta vez no hubo mujeres borrachas ni accidentes con botellas de vino. Duplicaron la cantidad de hombres que vigilaban la entrada para que no vuelva a ocurrir nada así. A veces Carlo tenía la sensación de estar viviendo en una comedia aunque todos se reían menos él. Todo el tiempo ocurrían cosas cuestionables en esa sala de teatro, en un futuro escribiría una antología de eso.

Carlo bajó de su puesto y corrió al camerino de Romeo apenas se cerró el telón. El rubio apenas se estaba quitando los accesorios del vestuario cuando su pareja lo abrazó y beso con suma necesidad, tomándolo bastante por sorpresa debido al hambre y la sed de contacto que Carlo irradiaba. No pudo hacer más que corresponder a las acciones de su novio hasta que finalmente se separaron y pudo preguntarle a qué se debía tal acto de amor repentino.

—Solo tengo ganas de ti, como siempre... ¿Vamos al bar esta noche?— fue la respuesta de Carlo, Romeo pestañeó como si eso fuera a agilizar sus pensamientos

—Es día de semana— contestó casi en negativa, luego pensó mejor y cambió de opinión —Si, no veo porque no—

Carlo sonrió frunciendo la nariz y achinando los ojos, era una expresión traviesa que hacía solo cuando tenía algo perverso en mente. El castaño estaba actuando extraño, se notaba que se esforzaba en disimularlo pero Romeo no era estúpido, conocía bien a su novio.

Detrás del reflector  - Carmeo - Lies of P AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora