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Esa noche Yoongi durmió en la cama con su hija. Con la excusa de contarle un cuento antes de dormir se acurrucó de más y estrechando a la niña entre sus brazos intentó tragarse el dolor y descansar. Nunca se arrepentiría de las decisiones que había tomado por Eunji, pero eso no quitaba que ahora le quemara el corazón por haber visto a Seokjin huir de él.

Por su parte, el mayor de los dos pasó la noche en la zona vip de un pub bebiendo sin parar y con Hoseok a su lado escuchando todo lo que le contaba, secando sus lágrimas y maldiciendo a Yoongi por haber hecho daño a su amigo. Jin le contó a su mánager su verdadera historia con Yoongi y Hoseok se dio cuenta de lo idiota que había sido por no darse cuenta antes.

Pasaron tres días hasta que Namjoon se cansó de que Yoongi pasara de sus mensajes y se presentó de buena mañana en su piso. Tocó a la puerta y toda la alegría que traía consigo se esfumó al ver la cara de perro que le puso Yoongi nada más abrir.

—¿Quién es? — Se escuchó la vocecita aguda de Eunji al final del pasillo.

—Tu tío al que nadie ha invitado. — Soltó de mala gana Yoon, poniendo los ojos en blanco, pero abriendo la puerta para que entrara.

Por una esquina asomó una cabecita con dos coletas bien altas y una grandísima sonrisa. Eunji tenía toda la alegría que a Yoongi le falaba y salió corriendo por el pasillo hacia la puerta con los brazos levantados para que Namjoon la cogiera por los aires cuando llegara hasta él, y así hizo.

—¡Tio Namu! — Gritó la pequeña mientras le abrazaba y Namjoon la levantaba por los aires, provocando carcajadas por parte de ambos.

Namjoon entró hasta la cocina con la niña en brazos, y al dejarla en el suelo ella se sentó en la silla en la que estaba antes a seguir comiéndose su desayuno, unas tostadas cortadas con la forma, más o menos, de un gato. Yoongi entró tras ellos y se apoyó en la encimera, cogiendo su taza de café a medias y ofreciéndole una a su amigo con un gesto. Namjoon aceptó y se apoyó también en la encimera cerca de Yoongi para poder hablar mientras la niña estaba entretenida con los dibujos animados que veía en una tablet y su desayuno.

—¿Hasta cuando vas a seguir encerrado en casa compadeciéndote de ti mismo?

—Hasta que deje de sentirme como una mierda. — Susurró Yoongi para que su hija no le escuchara. — ¿Alguna pregunta más?

Namjoon suspiró exasperado, su amigo siempre había sido difícil de tratar, incluso cuando era idol, pero desde que se alejó de las cámaras, pese a que era feliz con Eunji y con su carrera musical en la sombra, estaba siempre más irascible y borde.

—No puedes vivir aquí encerrado, y no lo digo porque tengas que ir a trabajar, sino porque aquí no arreglas nada. Ya te lo dije, tienes que hablar con él.

—Y qué le digo, a ver. No le puedo explicar la verdad.

Con un último resoplido Yoongi salió de la cocina, agobiado por la situación. Namjoon y la niña se miraron unos segundos, como si ambos pensaran lo complicado que era este chico, y sin decir nada la niña cogió su tablet y dando saltitos salió de la cocina siguiendo a su padre. Cuando Nam se animó a seguirles se encontró a Yoongi sentado en el sofá del salón con el ceño fruncido y la mirada perdida en su teléfono, y a su hija sentada al lado tranquilamente mientras apoyaba la cabeza en su brazo y muy atenta de sus dibujos.

Nam miró la escena unos segundos, en realidad eran enternecedores, la niña era igual que el Yoongi que Nam había conocido por primera vez, calmada, adulta para su edad y alegre... Ahora su amigo no era así.

—Oye, — dijo Namjoon sentándose en el reposabrazos del sofá al lado de su amigo. Al tener a la niña delante tenían que hablar en clave. — Sé que la situación es difícil, pero os entendisteis bien al volver a veros pese al tiempo, aunque no se lo cuentes todo yo creo que podréis arreglarlo.

Reset // YoonjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora