El puerto, presentaba una actividad frenética mientras los tripulantes abordaban los barcos.y otros ayudaban a equipar las cosas , Lucius Benedictus Josephsson, vestido con su manto, , se encontraba en la cubierta del Santa Maria, observando con gratitud la maquinaria que impulsaría su viaje. Demian, el joven que se había unido con valentía, estaba a su lado, también maravillado por la ingeniería de los barcos.
El cardenal dirigió su mirada hacia el horizonte, donde el sol comenzaba a elevarse, pintando el cielo con tonos cálidos. Los barcos estaban listos para zarpar, y la tripulación aguardaba las órdenes. Lucius se dirigió a la cubierta principal, donde se encontraba el Papa Juan Pablo IV.
— Santo Padre, con su bendición, emprendemos este viaje hacia la verdad y la expansión —dijo Lucius, inclinando la cabeza con respeto.
El Papa asintió con solemnidad y extendió su mano en un gesto de bendición. — Que la luz divina ilumine vuestro camino y guíe vuestros corazones. Que esta cruzada sea un testimonio de la búsqueda incesante de la verdad.
Con las palabras del Papa resonando en el aire, Lucius se dirigió hacia el timón del Santa Maria. Demian lo siguió, y juntos, con una orden dada, los motores de vapor cobraron vida. Las hélices giraron con fuerza, y los barcos comenzaron a deslizarse por las aguas con una elegancia mecánica.
A medida que se alejaban de la costa, la tripulación se llenaba de anticipación y nerviosismo. No sabían qué les esperaba en las tierras desconocidas hacia las que se dirigían. Lucius se dirigió a la tripulación con palabras de aliento.
-Hoy seremos recordados como En el puerto, la actividad era frenética mientras los tripulantes abordaban los barcos. Lucius Benedictus Josephsson, vestido con su manto cardenalicio, se encontraba en la cubierta del Santa Maria, observando con gratitud la maquinaria que impulsaría su viaje. Demian, el joven que se había unido con valentía, estaba a su lado, también maravillado por la ingeniería de los barcos.
El cardenal dirigió su mirada hacia el horizonte, donde el sol comenzaba a elevarse, pintando el cielo con tonos cálidos. Los barcos estaban listos para zarpar, y la tripulación aguardaba las órdenes. Lucius se dirigió a la cubierta principal, donde se encontraba el Papa Juan Pablo IV.
— Santo Padre, con su bendición, emprendemos este viaje hacia la verdad y la expansión —dijo Lucius, inclinando la cabeza con respeto.
El Papa asintió con solemnidad y extendió su mano en un gesto de bendición. — Que la luz divina ilumine vuestro camino y guíe vuestros corazones. Que esta cruzada sea un testimonio de la búsqueda incesante de la verdad.
Con las palabras del Papa resonando en el aire, Lucius se dirigió hacia el timón del Santa Maria. Demian lo siguió, y juntos, con una orden dada, los motores de vapor cobraron vida. Las hélices giraron con fuerza, y los barcos comenzaron a deslizarse por las aguas con una elegancia mecánica.
A medida que se alejaban de la costa, la tripulación se llenaba de anticipación y nerviosismo. No sabían qué les esperaba en las tierras desconocidas hacia las que se dirigían. Lucius se dirigió a la tripulación con palabras de aliento.
Hoy sera el dia en que descubriremos la verdad , avanzaremos a un nuevo mundo en donde podremos expandir la palabra de Dios ..-Dijo Lucius, extendiendo sus brazos y mirando a su tripulacion con alegria
La tecnología de vapor impulsaba a los barcos a través del océano, y la escena era casi futurista en su ejecución. La bruma del vapor se mezclaba con el aire mientras los barcos avanzaban con determinación. Lucius y Damian permanecieron en la cubierta, observando el vasto horizonte con la esperanza de descubrimientos que cambiarían la comprensión del mundo.
Sin embargo, en las sombras del Vaticano, otro desarrollo estaba en marcha. Iscariote, el anciano cardenal, observaba desde las sombras, con sus propios planes y motivaciones. Había enviado a Damian en esta cruzada con la esperanza de descubrir secretos más oscuros, conocimientos que podrían cambiar la realidad misma.
La cruzada se extendía en el horizonte, una mezcla única de tecnología avanzada y fe milenaria. Los barcos mecánicos surcaban los mares, llevando consigo no solo tripulantes ansiosos sino también las esperanzas y temores de aquellos en el Vaticano y más allá.
La historia de la cruzada había comenzado, y las páginas que se desplegarían eran tan impredecibles como los mares que los barcos mecánicos que navegaban.
Los dias pasaban y la tripulacion comenzaba a sospechar sobre la verdedera razon del viaje , varios tripulantes comenzban a sentirse como si en el barco no solo ubieran seguidores de Dios sino tambien seguidores de Satan que invadian el barco con una escuridad y tristeza profunda la cual envolvia el aire en esencias del dolor y el sufrimiento.las cuales con cada respiro parecia que se intencificaran aun mas . Muchos de los tripulantes comenzaron acusar a Demian de estos actos malisiosos .
El Cardenal Lucius, con una mano sobre su pecho y una mirada firme, avanzó hacia la barandilla de popa del barco.
Hijos míos, no debemos permitir que nuestras dicimilitudes se apodere de nosotros. No importa si entre nosotros hay seguidores de Satanás o de la fe; lo esencial es que cada uno de está siendo guiado por la fe y la búsqueda de la verdad - Pronunció Lucius con palabras serenas pero resueltas.
A medida que sus palabras se esparcían en el aire tenso, el ambiente a bordo comenzó a calmarse. El hedor a podredumbre que había impregnado el entorno pareció desvanecerse, como si la tranquilidad instaurada por las palabras del cardenal hubiera disipado las sombras que acosaban el barco.
Al anochecer cuando todos dormian un grupo de tripulantes se enmarcaban en descubrir la verdad sobre el hedor que emanba el barco , se levantaron de sus camas y muy sigilosamente comenzaron a caminar sigilosamnete sobre el barco , mientras la luz de la luna iluminaba sus rostros. al acercarse sigilosamente a varios camarinos observaron tenemente como varios de los tripulantes realizban actos demoniacos .
Uno de los tripulantes, moviéndose con la destreza de una sombra, se acercó sigilosamente a una de las puertas de los camarotes. Con cautela, se asomó por una rendija y presenció la escena sobrecogedora: Demian, iluminado por una luz tenue, estaba inmerso en la práctica de un conjuro. Un cuervo, símbolo de ominosa presencia, reposaba en su hombro mientras repetía palabras en latín antiguo, sumiendo la estancia en un aire denso de misticismo y secretos oscuros.
El Joven tripulante al presencial tal acto solo quedo en completo shock retirandose del lugar con rostro palido y la respiracion agitada .
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La Guerra de las Culturas Destinos unidos
Science FictionEn un vasto campo donde vikingos, egipcios, romanos y mesoamericanos se enfrentan en una épica batalla, la Reina Roja, una vikinga imponente, lidera a su pueblo. De repente, una alianza improbable desciende de las colinas: guerreros con atuendos que...