Capítulo III: Sombras Reveladoras

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Un nuevo día se hacia en el horizonte, pero la tensión flotaba en el aire del barco como una espesa humeda neblina. La tripulación se movía con cautela, miradas y susurros apenas audibles señalaban que algo oscuro se cernía sobre ellos.

El joven tripulante, aún temblando por la experiencia de la noche anterior, se acercó al cardenal Lucius Benedictus Josephsson. Con un rostro pálido y ojos llenos de inquietud, compartió lo que había visto en los rincones ocultos del barco.

El cardenal, con seriedad en sus ojos, llamó a Demian para hablar en privado. Preguntó con voz firme, pero Demian respondió con una mirada inocente y palabras cuidadosamente elegidas.La verdad se envolia cada vez mas en una enorme red de mentiras y engaños bien el elegidos.

De pronto la red de engaños y mentiras comenzó a enredarse mucho más cuando Lucius hizo una pregunta que logro enroscar mucho más esa red de engaños.

¿Eres uno de los seguidores de satanás? –Pregunto Lucius manteniendo su mirada sería frente a Demian .

No como crees eso de mi Lucius –Respondio Demian está vez con la voz un poco nerviosa, no tanto para que Lucius se percstara .

Mira no soy tonto , se que en este barco hay muchos seguidores de lucifer que fueron enviados por los mismos cardenales que no confiaban en mi .–Aludió Lucius serio pero recordando aquellos que en la sala qu lo miraron mal.

Lucius mis intenciones no son otras que las de descubrir la verdad –Respindo Demian encubriendo cada vez más sus verdaderas intenciones.

Bueno está bien, vuelve a tu labor Demian ,igual te estaré vigilando –Dijo Lucius mirando por la cubierta del barco observando a su tripulación.

Mientras la noche envolvía al barco en un manto de oscuridad, los susurros de la tripulación se mezclaban con el crujir de las olas. En la cubierta, Lucius se encontraba de pie, contemplando el vasto océano bajo el brillo de la luna. La conversación con Demian había dejado duda en su mente, incertidumbre que se negaba a desaparecer.

Mientras tanto, en las profundidades del Vaticano, el cardenal Iscariote y otros conspiradores susurraban en los oscuros pasillos. Sus planes habían sido interceptados por el Papa Juan Pablo IV, quien se había unido a la conversación con una revelación inquietante.

Ya hemos implantado nuestras semillas del mal en el barco -  declaró el Papa, dejando perplejos a los presentes.

¿De qué habla su excelencia?" - Pregunto Iscarionte con nervisismo en su voz 

"Escucha, sé que mandaste a seguidores de la oscuridad, y ustedes también lo hicieron, pero yo también tengo al mío - respondió el Papa.

"Espera, ¿me estás diciendo que estropearás los planes de la cruzada? ¿Para qué mandaste al tonto de Lucius?", exclamó Iscariote furioso.

"Sí, por eso", exclamó un obispo allí presente.

"Pero ¿por qué elegir a Lucius, Su Excelencia? - cuestionó Iscariote, visiblemente intrigado por la elección.

"Porque Lucius es un joven entusiasta y ferviente creyente en la palabra de Dios", respondió el Papa con calma. "Su fe ciega lo hace manipulable, y eso lo convierte en el candidato perfecto para llevar a cabo nuestros oscuros designios".

"Además, su devoción y liderazgo pueden ser útiles para mantener a raya a la tripulación y garantizar que nuestros planes sigan adelante sin problemas - agregó Iscariote, comprendiendo la estrategia detrás de la elección de Lucius.

"Es cierto, su juventud e idealismo lo hacen vulnerable a nuestras influencias", asintió el Papa. "Con él a la cabeza, podemos asegurarnos de que la cruzada avance según lo planeado y de que los infieles sean eliminados o convertidos .

Ademas las verdaderas intenciones de la cruzada son  determinar si existían personas más allá de las lejanías, y si las encuentran , deberían convertirlas a la fe o enfrentarían la muerte. La presencia de seguidores de Satanás en el barco es una parte exencial para la elaboracion del plan si Lucius no lo logra -Dijo el papa con una sonrisa tenue y sientra comenzo a reir 

las risas de aquellos presente  resonaron por todos los pasillos del vaticano . 

De vuelta en el barco, Lucius continuaba ajeno a las maquinaciones que se tramaban en el Vaticano. Su mente estaba llena de determinación y fe, listo para liderar a la tripulación hacia lo desconocido. Sin embargo, la semilla de duda sembrada por Demian y la conversación con el Papa comenzaba a germinar lentamente en su interior.

Lucius se enfrentaba a un dilema interno mientras seguia mirando por la poa de su barco . ¿Podría confiar en aquellos que lo rodeaban? ¿Estaban todos en el barco unidos por un propósito común, o había fuerzas ocultas trabajando en su contra? Sus convicciones religiosas chocaban con la creciente sospecha que se agitaba en su mente.

Por un lado, Lucius estaba decidido a liderar a su tripulación con valentía y determinación. Pero por otro lado, la sombra de la duda se cernía sobre él, oscureciendo su visión y sembrando la desconfianza en su corazón y enredando su mente . 

Tras un largo plantiamiento  Lucius  vio  que enfrentaba a un desafío aún mayor,  navegar por aguas turbulentas: el desafío de descubrir la verdad oculta entre las sombras y proteger a su tripulación de las verdaderas amenazas que se escondían entre ellos.



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