Cerrado

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A don José Aguirre, luego de que diera en el congreso un apasionado discurso contra la corrupción y el daño irreparable que esta le había causado a un país: «¡Dominado por capos y carteles!», se le acercó el distinguido don Luís Ellazo, quien, aprovechando la ausencia de un colega diputado, ocupó el sitio vecino y le entregó, bajo la mesa, una carta con la propuesta de Paquito Sinceros, a la que Don José leyó con premura y clara indignación.

Paquito le proponía unir lazos políticos, necesitaba solo de su apoyo. Ya tenía el del resto de su partido.

Si aceptaba, un pariente de don José recibiría una casa en la playa: «El Punto», otro, un suntuoso apartamento en la avenida: «La Avenida», a su mujer le darían un vale por una cuantiosa suma en una joyería muy discreta, por que conocían bien sus caprichos, su agenda y los lugares que frecuentaban ella y sus hijos, y a él mucho dinero en efectivo, una cuenta libre (sin cargo de consumo o servicio) en los mejores burdeles de la ciudad y la comodidad de nunca más tener que preocuparse por seguridad.

Si se negaba, visitarían a su familia antes de que él dejara la asamblea.

―¿Y?... ¿Qué le digo a Paquito? ¿Cerramos trato? ―preguntó Lucho Ellazo.

José Aguirre tomó un segundo para pensarlo.

―Cerrado ―respondió alias: «Pepe», y estrechó la mano de Luchito. 

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