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Ava se preguntó hasta dónde la llevaría ese nuevo espíritu aventurero. Nunca había comprado preservativos, y mucho menos vestida de novia. Pero todo lo que se jugaba era su dignidad, mientras que si lo hacía Jungkook estaría arriesgando su trabajo. Además, por todo lo sucedido aquel día ya debería estar acostumbrada a hacer el ridículo.

Mientras caminaba hacia la farmacia, se felicitó a sí misma por haber tranquilizado a Jungkook. Además, lo que le había dicho era completamente cierto: ella misma se encargaría de devolver hasta el último centavo que sus padres habían gastado en la boda. Se sentía fatal por haber despilfarrado el dinero para nada.

Un hombre con aspecto de profesor universitario le sostuvo la puerta abierta.

—Necesita algo para el banquete, ¿verdad? —le preguntó con un marcado acento británico.

—No exactamente —le sonrió y se agarró el vestido para poder traspasar la puerta—. Soy una novia a la fuga.

—¡No me diga! —el hombre la observó a través de sus gafas con montura de alambre—. Nunca he visto a una de verdad, solo en las películas.

—Sí, bueno, pues tendría que haber visto la salida de la iglesia —pasó la vista por los demás clientes, que se habían detenido para mirarla—. Hola a todos —los saludó con un leve gesto de mano.

Algunos siguieron comiéndosela con los ojos, mientras que otros le dedicaron tímidas sonrisas y volvieron a lo suyo. Intentando aparentar que compraba preservativos a diario, Ava se acercó al estante y se llevó un dedo a los labios. Quería la marca que Jungkook siempre había usado. Finalmente vio una caja familiar y la agarró.

—Provisiones para la luna de miel, ¿eh? —le dijo la dependiente con una sonrisa—. Apuesto a que el novio se acordará de este día para toda su vida.

—No hay novio —aclaró Ava, que le había encontrado el gusto a su nueva personalidad—. Soy una novia a la fuga.

La dependienta se quedó boquiabierta.

—¿En serio? —envolvió la caja de preservativos y le devolvió el cambio a Ava—. Pues parece que has encontrado a alguien con quien fugarte.

—En efecto —respondió ella haciéndole un guiño.

—Eso es, chica —la dependienta le hizo un gesto de aprobación con el pulgar—. ¿Por dónde iba la ceremonia cuando te escapaste?

—Acababa de empezar.

—¿Y saliste corriendo?

—Desde luego.

—Ojalá hubiera estado allí para verlo. Hay que tener agallas para hacer algo así. ¡Largarse y dejarlos a todos con un palmo de narices!

—Sí, eso fue lo que hice —Ava empezaba a sentirse como una supermujer, una heroína que se había vengado de los hombres retorcidos como Minho.

—E hiciste muy bien —le aseguró la dependienta—. Que pases una buena noche…

—Gracias, lo haré —cuando salió de la farmacia, estaba dispuesta a saltar sobre Jungkook y hacerlo allí mismo, en el aparcamiento. Era una mujer, y estaba lista para la acción.

Jungkook salió y le abrió la puerta para ayudarla a subir.

—Veo que has encontrado algo.

—Sí —dijo ella, y, antes de meterse en el coche, le rodeó el cuello con los brazos y lo besó con pasión. Fue una sensación maravillosa besarlo de nuevo, pero había que irse, de modo que lo soltó y vio que parecía haberse mareado—. ¿Te encuentras bien?

—Muy bien —respondió él, parpadeando unas cuantas veces—. Ahora sé que debería haberte pedido que compraras los preservativos hace mucho tiempo.

now or never | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora