Capítulo tres

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Justo como habías dicho, el Sensei te había pedido ayuda para cerrar el lugar. No te molestaba, era anciano y se veía cansado la mayoría del tiempo, además estar a solas en el dojo te permitía relajarte y practicar un poco. Cuando el hombre se fue, Changbin apareció de nuevo en la puerta, esta vez, con la filipina de su judogi abierta.

-No soporto más esta cosa, no me queda bien -dijo con una mueca.

-Podemos practicar sin judogis si eso te ayuda -dijiste, sabiendo el blanco al que apuntabas y dando justo en él.

-¿Quieres que me lo quite? -te vio él, emocionado.

-¿No son esas la clase de lecciones privadas que me pediste? - preguntaste caminando despacio en su dirección.

Changbin empezó a sacarse la prenda a la par de que tú te acercabas mientras se veían fijamente, y para cuando estabas enfrente de él, su torso estaba completamente desnudo. Sin dudarlo, levantaste tu mano para tocarlo.

-¿Entonces? -preguntaste con tu mano a unos centímetros de su piel.

-Sabes que es justamente lo que quiero -te respondió tomando tu mano y poniéndola en su deltoide izquierdo, dejando que deslices tu mano hasta su bíceps.

En cuestión de segundos, tú boca y la de Changbin estaban comiéndose con desespero, y sin avisar, te carga haciendo que enredes tus piernas en su cintura. Era bastante fuerte, pues no notaste esfuerzo alguno cuando lentamente se puso de rodillas y se inclinó para recostarte sobre la colchoneta de entrenamiento.

Ninguno de los dos dudó ni un poco, Changbin en un abrir y cerrar de ojos estaba desatando el cinturón de tu judogi para dejar al descubierto tu top deportivo, el cual simplemente levantó para poder ver tus pechos. No tardó en atacarlos con la boca en cuanto quedaron al descubierto. Su boca era ávida sobre tu piel, besando tus botones y subiendo por tu cuello de vuelta hasta tu boca.

-Lo siento nena, no tengo protección, así que por ahora déjame complacerte a ti solamente - te dijo levantándose de vuelta.

Metió sus manos debajo de tus caderas levantándote para poder sacarte el pantalón y de paso las bragas. El de cabello negro iba sin rodeos, y si esa mañana habías sentido algo de vergüenza cuando lo conociste, ahora que te estaba viendo desnuda, la pena había dejado de existir en tu glosario mental.

El de brazos fuertes se acercó a tus pechos de nuevo, tomándose una vez más el tiempo para besarlos y lamerlos, dejando leves mordidas aleatorias. Cuando volvió a levantarse, abrió tus piernas. Tú estabas extasiada con la vista que tenías de sus pectorales voluminosos, sus bíceps y su pequeña pancita con abdominales adyacentes; además, claro, del excelente trabajo que estaba haciendo en tus senos.

Con tu centro expuesto para él, goteando por su culpa, Changbin se tomó el tiempo de admirarte, recorrió todo tu cuerpo con su mirada, justo como lo había hecho esa mañana.

-Cuando te vi entrar esta mañana, me había preguntado qué escondía ese judogi, no puedo creer que ya lo estoy viendo -dijo viéndote como si tratara de memorizar cada detalle de ti.

Después de hablar, alcanza tu pantalón y lo acomoda a su lado en la colchoneta, sentándose y dejándolo entre sus piernas, después te pide que te sientes sobre la prenda.

-No queremos que mañana alguien practique en un tatami sucio, ¿verdad? -niegas con la cabeza sonriéndole.

Se posiciona detrás de ti; frente a ustedes se encuentra el gran espejo del dojo, en el que sus compañeros judokas ven sus movimientos para perfeccionarlo. Puedes ver cómo el de grandes músculos abre tus piernas y las pone sobre las suyas, haciéndote abrirlas un poco más cuando él las dobla un poco.

Changbin comienza a tocarte, sus dedos frotan tu pequeño y sensible botón, y después de un momento, comienza a introducirlos en ti de forma lenta. Sus dedos entran y salen, aumentando su velocidad gradualmente, a la vez que escuchas halagos sobre lo húmeda que estás, lo bien que suenas o cuán apretado se encuentra tu interior.

Cuando menos lo esperas, empiezas a desbordarte en su mano, la cual él usa para frotarte de nuevo con la palma mientras tus músculos se contraen una y otra vez, dejándote agotada. El bajito estaba satisfecho con haber podido tocarte, estaba a punto de decirte que habías estado perfecta cuando te das la vuelta, quedando sobre tus rodillas frente a él.

-No pienso quedar en deuda contigo, Bin - dijiste acercándote a besarlo, tocando sin escrúpulos ese cuerpo que había estado en tu cabeza desde que llegaste esa mañana.

-Odio ese apodo, pero en tu boquita suena encantador - dijo él sonriendo cuando liberaste su boca, habías comenzado a bajar a su cuello, haciéndolo echar su cabeza hacia atrás.

Fuiste bajando hasta llegar al borde de su pantalón, él te ayuda a bajarlo hasta la mitad de sus muslos, también son grandes por lo que el elástico de la prenda pareciera reventar, entonces lo bajas hasta sacárselo por completo.

Te subiste a horcajadas en su muslo y te acercas a besarlo mientras tu mano sostiene su falo y comienzas a masturbarlo. A la par de tu mano, comienzas a frotar descaradamente tu entrepierna en su muslo, Changbin tomó tu cadera con una mano y puso la otra sobre la tuya en su miembro, como ayuda para los dos movimientos que llevabas a cabo. Ambos gimen y suspiran contra la boca del otro debido a lo bien que están sintiendo, y como si fuera algo mágico, llegan al clímax al mismo tiempo.

Después de ese día tus encuentros con él fueron más constantes, todos en secreto pues había un problema: Han Jisung, su amigo de mejillas grandes había empezado a tratar de cortejarte.

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Técnica de Judo₊₁₈《3racha》 || Bang Chan, Changbin, Han x Femreaderᴱⁿ ᵉᵐⁱˢⁱᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora