Feliz

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Hongjoong estaba caminando por la acera mientras veía los pequeñas pastelitos que llevaba en sus manos. Hoy en sus cursos de repostería hizo pastelitos y guardo unos para su novio, el cual se la ha pasado trabajando muchísimo y también ha estado organizando todo para revelar su relación. Cada vez el año nuevo estaba más cerca.

Entro a la empresa y le sonrió a varias personas de ahí. Ya lo conocían y lo dejaban pasar porque el "ayudaba al jefe con la publicidad".

— ¡Honggie, los folletos quedaron increíbles! — halagó un muchacha que caminaba por ahí.

— Solo puse el nombre de Mingi... — murmuró para sí mismo.

Llegó a la oficina de su novio y entro con una pequeña sonrisa en su rostro. Vio al pelinegro que estaba sentado mientras firmaba unos papeles.

— Gigi... — susurró.

Mingi levantó su mirada y sonrió en grande al ver a su lindo ardillita en la puerta.

— Honggie, que bueno que llegas. — dejo los papeles a un lado y se levantó para ir a abrazar a su novio. — ¿Listo para hacer otro folleto? — bromeó.

— No. Pero si estoy listo para darte muchos besitos.

— Ven, vamos a darte muchos mimos — Mingi jaló al menor al sofá que había en su oficina.

— Yo te voy a dar mimos a ti, has trabajado mucho.

[🐿️]

— ¿Kim Hongjoong? — cuestionó la señora que le estaba dando clases al castaño.

— ¡Aquí! ¡Soy yo! — gritó mientras limpiaba sus manos en el mandil.

— Uhm... Alguien te trajo este arreglo de flores — apuntó hacia un gran ramo.

Hongjoong sintió vergüenza porque sus compañeras y compañeros lo veían mientras sonreían.

"Mingi exageró esta vez..."

— Tu pareja te quiere mucho, Honggie. — comentó su profesora.

— Uh. Sí... — vio el arreglo, era demasiado grande.

— Kim, ¿Tu novio tiene mucho dinero? — cuestionó una de sus compañeras.

— Bueno, verás... Él — mordió su labio mientras pensaba una excusa creíble pero no encontraba alguna — Supongo que sí tiene mucho dinero.

— ¿Tienes un sugar daddy? ¿En qué app lo encontraste? — interrogó otro.

— No es un sugar daddy... — respondió con una sonrisa incómoda.

— Si. Lo que digas.

— Mis panecillos ya van a estar listo iré a cuidarlos — dijo mientras caminaba a su área de trabajo.

— Si tiene un sugar, el mío también me manda ramos muy costosos — murmuró uno.

— Pero el de él debe de tener más dinero, tan solo mira el arreglo — apuntó hacia donde estaba el arreglo de rosas.

— Tienes razón... Que envidia.

— Su sugar no será... Song Joongki? Ese viejo tiene mucho dinero — murmuró otro.

— Dios... Hay que decirle que pase tip.

[🐿️]

— Minky. Otra vez pensaron que tengo un sugar daddy — hizo un berrinche y Mingi rio por lo tierno que se veía el castaño.

— ¿Te gustó el ramo? — cuestionó mientras dejaba pequeñas besos en las mejillas del menor.

— Es lindo...

— ¿Te molesta que crean que te tengas un sugar daddy? — cuestionó.

— No me molesta pero si me incómoda que crean que me meto con viejitos — respondió tomando asiento en la suave cama.

— Espera un poco más, ¿Sí? — Mingi abrazó a su novio.

— Mejor dame mimos, necesito mimos — se acurrucó en el pecho del mayor — ¡No! ¡No me hagas mimos!

— ¿Por qué? ¿No te gusta ser mimado por mí? — interrogó con un poco de tristeza

— Me platicaste en el carro que estuviste desde la mañana llenado formularios y papeles. Tu espalda debe doler — habló mientras obligaba a Mingi a quitarse el saco — Te haré un masaje

— Mi ardillita es muy lindo conmigo — soltó una risita — ¿Me quito la camisa?

— No es necesario pero si te la quieres quitar, hazlo.

Mingi sonrió levemente y después empezó a desabrochar su camisa, dejando su parte superior desnuda. Soltó un pequeña jadeo cuando Hongjoong empezó a masajear su espalda.

— Eres bueno... ¿Dónde aprendiste hacer masajes? — habló Mingi mientras disfrutaba el masaje.

— Con la masa... Más con la masa para hacer pizza — respondió con una sonrisa.

— Un día enséñame hacer postres, ardillita.

— Cuando quieras, podemos hacer pizza o donas — dijo recargando su cabeza en la espalda del pelinegro — Te has puesto muy musculoso, Minky.

— Tú te has puesto más lindo — se volteó para ver el rostro del castaño. — muy lindo.

— Mira mi pancita — levantó su suéter dejando a simple vista su abdomen.

— Que bonita pancita — dijo dejando un pequeña beso en esta.

— Gi, he visto que la mayoría de los reposteros suben de peso debido a que tiene que estar probando todo lo que hacen. Si subo de peso me vas a seguir queriendo? — habló nervioso — ¡Trataré de no subir tanto!

— Hey. Ardillita, no importa si subes de peso, yo te voy a seguir queriendo mucho — acarició las mejillas del menor — Además, me gustas por como eres y tus lindos sentimientos...

— ¿No te gusta mi físico? — hizo un tierno mohín.

— Por supuesto, me gusta todo de ti. Me gustas gordito y delgado.

— Soy muy feliz contigo, Gigi — besó los labios del mayor.

— Yo también son muy feliz contigo, mi pequeña ardillita hermoso — se acomodó mejor en la cama y se agachó para sacar algo de su cama — Mira. Compré la cobija de gatitos que te gusto en el centro comercial — sacó la bolsa que tenía la cobija.

— Es muy bonita. Hay que cobijarnos con ella, ándale — pidió dando pequeñas brincos en la cama.

Mingi sacó la cobija de la bolsa y la desdobló, después cobijó al castaño. Hongjoong sonrió tiernamente y después abrazó al pelinegro para cobijarlo.

— ¿Ya te he dicho que me gustan tus músculos? — pregunto risueño.

— Siempre me lo dices, cariño — respondió.

Mingi soltó un quejido cuándo sintió como Hongjoong mordía su brazo.

— Eres un ardillita salvaje.

¿Tienes un sugar daddy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora