Incómodo

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El castaño pensaba una excusa creíble para decirle a su madre que Mingi no volvería, no le quería decir que terminó con él porque estaba seguro de que su padre le iba a prohibir más cosas y su madre ya no le daría tantos permisos.

Bajó las escaleras y se acercó a su madre, la cual estaba lavando los pocos trates de que estaban sucios.

— Mamá.

— Honggie. ¿Qué pasa? ¿Mingi ya te respondió? ¿Ya no te duele tu mejilla? — interrogó.

— Uhm... Mi mejilla ya no duele, el dolor disminuyó y Mingi... El no podrá venir porque tiene una junta muy importante — respondió mientras jugaba con sus dedos.

— Oh. Supongo que otro día será... Aun así haré mitarashi dango — le sonrió a su hijo.

— Está bien, iré a mi habitación a descansar un poco — subió a su cuarto y se encerró.

Tomo su teléfono y marco el número de Yeosang.

— Yeosang...

— ¿Qué pasa, Honggie?

— ¿Ya le entregaste la caja?

— Sí. De hecho su amigo el alto me dijo que tú y él tenían que hablar.

— No quiero, bueno sí... Pero a la vez no.

— Bueno, cuando te decidas lo buscas. Además, ya le di su merecido.

— ¿Que le hiciste?

— Puede que mi puño haya chocado con su mejilla accidentalmente.

— ¡Yeosang!

El rubio terminó la llamada porque sabía que su amigo se iba a quejar.

[🐿️]

La madre de Hongjoong sujetaba en su manos el canasto con algunos víveres. Iba paseando por los pasillos hasta que recordó que su caprichoso hijo le había pedido golosinas.

Caminó hasta el pasillo de dulces y vio a Mingi, sin dudarlo se acercó a saludarlo.

— Mingi. ¿Cómo has estado?

— Señora Kim, he estado bien... — respondió.

— Es una pena que hoy no puedas venir a cenar con nosotros, ¿Ahorita vas a regresar a tu empresa para esa junta?

Mingi miró con confusión a la señora pero supuso que el castaño aún no le decía nada sobre su ruptura. Una idea cruzo por su mente y sonrió cálidamente.

— De hecho, la junta se canceló así que si puedo ir a la cena. — habló.

— ¡Eso es maravilloso! Honggie se pondrá feliz, deja solo termino de hacer unas compras y nos vamos a la casa.

— Permítame ayudarla — le quitó el canasto a la señora y ambos estuvieron paseando por los pasillos mientras conversaban.

Después de caminar durante unos cuarenta minutos al fin habían llegado a la casa, la señora abrió la puerta y dejo pasar a Mingi. El pelinegro dejó las bolsas en la mesa del comedor y escucho los pasos de alguien corriendo, sabía perfectamente quien era.

— ¿Si había gomitas? — cuestionó Hongjoong con una sonrisa acercándose al comedor pero está desapareció cuando vio al pelinegro en su casa.

— Sí. Mingi te compro este paquete grande, yo pensaba traer un pequeña pero él dijo que a ti te encantaban mucho las gomitas y te compró este — le dio el paquete — dile gracias.

¿Tienes un sugar daddy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora