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Nanami comenzó su día con un peso anormal en sus hombros, estaba cansado, aunque siempre lo estaba. Se dirigió a su cafetería favorita del momento para tratar de animarse así mismo un poco y pidió lo mismo de siempre, un pan de baguette pequeño relleno de jamón de pavo con queso mozzarella y rodajas finas de tomates con algunas otras cosas que no son tan importantes de mencionar.
Decidió no tomar su tan acostumbrada taza de americano de igual forma su emparedado no estuvo tan bueno como era lo habitual en su nueva rutina de maestro. Fue hacia las oficinas de hechicería, tendría que cuidar a Itadori Yuji, el recipiente de Sukuna, mientras Gojo va a una misión en algún lugar de Japón.
— Maestro ¿Qué haremos hoy? ¿Iremos a alguna misión también?
— No, solo nos quedaremos aquí. — Me senté en una de las sillas libres de la habitación y me crucé de brazos.
— ¡¿Eh?! — el más joven soltó un suspiro de decepción. — Que aburrido, al menos deberíamos comprar unos refrescos ¿Quiere uno?
Solo asentí, Itadori salió de la habitación corriendo, cerré los ojos. La actitud de Yuji es muy parecida a la suya; su manera de actuar, de hablar, hasta su forma de caminar son tan similares que asusta, me asusta.
Tal vez si hubiese sido más fuerte en ese entonces no estarías de esa forma hoy en día, negué con la cabeza tenía que dejar esos pensamientos, tenía que cuidar al recipiente de Sukuna, salí del cuarto a buscarlo ya había tardado lo suficiente para hacerme sentir lo bastante inquieto.
Quizás era hora de que lo visitara, hace mucho que no lo hacía.
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