Cierra los ojos y ve el barro, huele la leña quemada y siente la expectación. El hombre del reloj enfila la calle principal de la villa, los burgueses de Königsberg ponen sus relojes en hora al verle y un resto de algo indefinible queda en la fría atmósfera de marzo. Tal vez conocimiento. Impiedad quizás...
Abre los ojos. Al otro lado de la barra aguarda con el ceño fruncido una ojerosa morena que se sostiene los desbordantes y cansados pechos. Emma desenrolla el billete de 5 euros con la mano izquierda mientras con la derecha rescata unas monedas del bolsillo. Pide ginebra. Otra más. Tiene la boca dormida y la cabeza asolada por la tempestad. Alguien la toca el hombro. Dispuesta a matar o morir, a prenderse sin preguntar de aquella bragueta desconocida, se vuelve...
Y se encuentra con el hombre del futuro.
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El hombre del reloj
Fantascienza¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me está permitido esperar? Emma atisba una madrugada, mientras saborea con suficiencia y desdén la infidelidad y el sabor acre de la cocaína, una conjura global que amenaza con extinguir a toda la humanidad. A...