03 "la verdad entre las manos"

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Las pesadillas habían vuelto a mi, atormentándome sin pausa. Había pasado una semana desde la noche en la cual miré las estrellas con la lady, desde esos días no mucho cambio, solo el echo que mi culpa me carcomía por dentro.

Sabía que no podía mantenerlo por mucho más tiempo dentro, sobre todo porque soy una persona a quien guardar secretos se le hace sumamente difícil, soy de esas que no sabe ocultar nada porque se emociona y por la impaciencia termina contándolo.

Esto, lamentablemente no pasaba de hoy, cada día eran peores mis pesadillas.. pero se asimilaban en el echo de que en todas perdía a Lady Beneviento por el echo de no haberle dicho todo a tiempo.

Y lamentablemente lo bruja dentro de mí siempre lo presentía todo, no había cosa que yo no soñara que no se hubiera vuelto realidad.

Me deslice de mi cama, ya no podía volver a dormir y tener otra maldita pesadilla. No dormía bien, las ojeras se le notaban de aquí a quilómetros. La dama no me dijo nada, pero se le notaba que estaba preocupada por mi.

—Buenos días, angie— saludé con algo culpa en mi.

—Buenos días— se estiró la muñeca.

Ambas bajamos hacia la cocina, la dama de la casa ya nos había preparado y servido el desayuno.

—Waa, que pinta— alze mi tono de voz, emocionada.  Ella había preparado huevos revueltos con panceta.

Angie y yo nos sentamos enfrentadas, mientras que la dama se puso a mi lado.

Desayunamos y luego angie me ofreció ir a servirle comida a mi mascota, al parecer, eso le emocionaba.
Por lo que ella desapareció a hacer eso y me quedé con la dama. Ella estaba tranquila, mientras esta vez era yo la tensa.

La que deseaba tener un velo adelante para ocultar el temor y la pena de el momento era yo.

Tome un gran suspiro y ella inmediatamente se volteó a mi, con sus aires de preocupada.

—hay algo mal? Se te nota en tu cara.. si ya te quieres ir..— la frene.

—No, no me quiero ir lady Beneviento— afirmé firmemente, para acercarme a abrazarla.

Ella era como una muñeca de porcelana, tan frágil y bonita. Tenía tanto miedo de dar un paso en falso y romperla, no quería, necesitaba que ella estuviera bien.

—pero si hay algo mal, cierto?—murmuró y asentí en respuesta. Ya nos habíamos alejado del abrazo y eso sumado a lo que tenía que contar me trajo tristeza, me dieron unas inmensas ganas de llorar.

Unos sollozos débiles escaparon de mi, por lo que la dama se volvió a acercar a mi, abrazándome.

—Que es?— susurró triste.

—es algo muy largo, te he ocultado varios detalles de mi vida, detalles que necesito contarte antes de que me agarres más confianza y te sientas decepcionada— murmure y ella asintió, podía sentir ya su ansiedad que era casi palpable. —podemos ir a dar una caminata, mientras te cuento todo?— ella pareció pensárselo, pero acepto.

Salimos y comenzamos a caminar rumbo al bosque, silenciosamente, pero sabía que tenía que comenzar a escupirlo todo.

Tome in largo suspiro, cerré los ojos ante las lágrimas que se comenzaban a formar, el frío hacía que aquellas duelan.

La verdad era dolorosa, la realidad me golpeaba la cara repetidamente y sabía que si no era ahora no sería nunca.
Si yo no largaba todo ahora lo que construía aqui nunca llegaría a nada.

—bien..— su atención se dirigió a mi mientras caminábamos, esto iba a ser más difícil de lo que imaginaba. —Empecemos por mi nombre, soy Nerissa, Nerissa Eleonor Ragni..— hacía mucho no decía mi nombre, el peso de aquellas palabras tuvieron influencia en mi. La dama se paró y se tensó.

Tímido SuspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora