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—Mirar tanto a una persona no es sano, ¿sabías eso, Ni-ki? —Taki pasó una mano por el rostro de su mejor amigo esperando llamar su atención. Pero solo se ganó una mala mirada de él.
—Takayama tiene razón, vas a disolverlo con la mirada —Fue el turno de Kazuha de molestarlo. Con una sonrisa felina que le causaba escalofríos a sus dos amigos se metió un trozo de melón a la boca. —Le vas a hacer un hueco en la nuca a este paso.
—Muy graciosa, Zuha-chan —Vociferó Ni-ki finalmente. —Solo lo miré unos segundos.
—Si con segundos te refieres a haberlo mirado durante todo el descanso, entonces sí —Soltó con sarcasmo la chica.
De los tres mejores amigos, Nakamura Kazuha era la mayor por unos pocos meses, pero eso la hacía suficientemente libre de burlarse tanto como quisiera de sus dos mejores amigos.
El timbre del final del descansó sonó y los tres japoneses se pusieron de pie listos para regresar a sus clases.
—Tengo álgebra, me voy —Se apuró Taki a recoger sus pocos apuntes que había sacado mientras desayunaba. —¡Te veo en la práctica, Ni-ki! ¡Hasta luego Zuha! —Y desapareció en los pasillos.
Kazuha volvió a reír.
—Takayama realmente le tiene miedo al profesor Lee.
Ambos compartían clases así que caminaron juntos lentamente en dirección a su aula.
—Yo también le tengo miedo, no quisiera que me castigara y mucho menos sí tengo un entrenamiento o partido ese día. Supongo que ese es el miedo de Taki —Se encoge de hombros.
—No lo sé, mis clases de ballet son muy entrada la tarde así que sería imposible que él pueda afectar en eso.
Kazuha, Ni-ki y Taki se conocieron desde el jardín de niños, eran los únicos japoneses de su clase así que fue instintivo terminar juntándose en cuanto se conocieran. Los tres eran como un trío inseparable, a dónde fuera que estuviera Kazuha, ambos Riki también se encontraban, si los chicos tenían un partido encontrarían a Nakamura en medio de las gradas gritando a todo pulmón por sus chicos y si Kazuha tenía un recital no importa que tan pequeño fuera Nishimura y Takayama estarían ahí en primera fila para mirarla y brindarles todo su apoyo.
Es por eso que cuando Kazuha observó bien los factores a su alrededor decide actuar por instinto, tomando a Ni-ki de los hombros y colocarlo justo frente a ella.
—¿Recuerdas cuando éramos niños y prometimos que nuestra amistad jamás iba a romperse no importa lo que sea que haya hecho el otro? —Exclamó rápidamente la japonesa logrando que el más alto hiciera una cara de confusión, pero aún así asintió.
Ni-ki soltó un suspiro pesado.
—Zuha, acordamos no enamorarnos del otro ¿Recuerdas? —Pero Kazuha no estaba préstandole atención, su mirada estaba en los labios de Ni-ki, o al menos eso parecía desde la percepción de él. —No estás planeando be-
