STALKER | YOONMIN

08

Hoy día iría a tu casa, no, mejor dicho, ya estoy yendo a tu casa.

Me diste la dirección ese mismo día que nos encontramos en la cafetería, al igual que tú número, aunque ya la conociera muy bien.

Hoy día será el día, el día que probaré tus labios.

Este día siempre lo recordaré y se lo contaré a nuestros hijos.

Mentira, no me gustan los niños. Pero si tú quieres tendremos muchos mascotas.

Mire la hora y falta poco para que sean las 6 de la tarde.

Habíamos acordado que iría a tu casa el día jueves y tú no lo sabés pero deseé con todo mi cuerpo que ya llegará este día.

Toque la puerta y casi suspiré cuando te ví.

Tan jodidamente maravilloso y sexy.

Nos saludamos y entré a tu dulce hogar, tan dulce como tú.

Ni bien llegue, nos pusimos al día en las clases, la verdad es que tampoco es que me vaya tan bien en ese curso pero me defendía y ya conocía como el profesor trabaja. Así que le enseñé todo lo que tenía que enseñarle.

Pero llegando a las 7 de la noche, te acercaste aún más a mí.

Te tenía muy cerca, peligrosamente cerca para mi corazón.

Nos quedamos mirando por un tiempo y cuando iba a dar el siguiente paso, tu celular comenzó a timbrar.

Nos separamos rápidamente, contestaste tu celular y volvimos a las clases.

Así paso una hora más.

8 de la noche y huiste de mis miradas a la cocina.

Te perseguí tiempo después y cuando te ví sentí que estaba alucinando.

Te veías irreal. Tan angelical. Tanto que por primera vez no sabía que hacer.

Comenzaste a morderte el labio inferior sin darte cuenta mientras preparabas algo y ya no podía aguantar más.

Quería besarte, podía morir si no lo hacía en ese momento pero no lo hice, no era el momento.

Comenzamos a cenar con un vino de por medio.

Dejame decirte que eres muy fácil de emborracharte, creo que al tercer vaso comenzaste a reírte de más.

Hablamos de todo y la sorpresa de que diste cuando fuiste el que se acercó hacia mí.

—Tú, Min Yoongi, lo haces todo difícil. —hablaste mientras cortabas la distancia entre los dos.

—¿Yo? ¿Ahora que hice? —dije y te reíste.

—Si, tú. —anunciaste apuntándome con un dedo —sabés que me gustás y yo sé que te gustó pero hasta ahora no haces nada al respecto. —confesaste y quiero pensar que fue por el alcohol.

—¿Tú quieres que haga algo al respecto?

Di que sí.

—¡Claro! ¿A caso las miradas que te voy, los celos que quiero darte es por qué quiero que seas mi amigo? Tonto.

—Entonces, asume las consecuencias. —dije antes de lanzarme a besarte.

Besarte están en mi top número uno que quiero hacer siempre, mi top dos es mirarte siempre y mi top tres aún lo estoy averiguando.

Nos besamos por un tiempo, un largo tiempo donde tuve la oportunidad de acariciar tu abdomen tan definido que tienes mientras cerraba todo el espacio que había entre nosotros, apoyándote más a mí.

Pronto los besos se convirtieron en mucho más que eso, pasando a los toques. Y al darme cuenta de todo mi alrededor, ya estábamos en el sofá.

Tú estabas en mi regazo mientras seguíamos con los besos y lo toqueteos.

—Me encantás. —dijiste y tú voz fue tan erótica que casi tengo un orgasmo en ese momento.

Un cosa llevo a la otra y terminamos teniendo sexo en tu sala. Me hubiera gustado que sea en otro lugar, un poco más romántico para nunca olvidar este momento mágico pero ninguno de los dos contó que el alcohol haga efecto tan rápido.