Reparando corazones

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La tensión flotaba en el aire mientras la ira de Tomioka Giyuu estallaba, sus cejas se fruncían y su mirada severa. Iguro Obanai estaba cerca, su expresión nublada por la tristeza, su corazón pesado por el peso de su desacuerdo. El vínculo que alguna vez fue inquebrantable entre ellos parecía desgastado, e Iguro anhelaba una manera de reparar lo que había sido dañado.

Sintiendo el peso de su tristeza, la naturaleza caprichosa de Iguro se apoderó de él y una repentina idea surgió en su interior. Se acercó a Giyuu tentativamente, con un rayo de esperanza en sus ojos. Con una mezcla de determinación y vulnerabilidad, Iguro expresó su deseo de atención, de un momento de consuelo y conexión en medio de la agitación.

Giyuu, a pesar de su enojo, reconoció el dolor grabado en el rostro de Iguro. Las líneas severas de su expresión se suavizaron y abrió los brazos, invitando a Iguro a un reconfortante abrazo. En ese momento, dejaron de lado sus diferencias y buscaron consuelo en la calidez de la presencia del otro.

Acurrucado cerca, Iguro sintió que una sensación de seguridad lo invadía. La fuerza de los brazos de Giyuu que lo rodeaban le ofrecieron un respiro de la tristeza que lo había abrumado. Fue un momento tierno, un entendimiento tranquilo compartido entre dos almas que habían capeado tormentas juntas.

A medida que se acercaron más, las fronteras que los habían dividido comenzaron a disolverse. El anhelo de atención y conexión de Iguro encontró consuelo en el suave toque de los dedos de Giyuu mientras trazaban patrones a lo largo de su espalda. El simple hecho de ser sostenido trajo un bálsamo tranquilizador al corazón herido de Iguro.

En medio de sus abrazos, el mundo exterior se desvaneció, dejando solo su vulnerabilidad compartida. La ira de Giyuu se transformó en un deseo de sanar, de reparar las fracturas que habían tensado su relación. Y mientras sostenía a Iguro, se dio cuenta de la importancia de prestar atención a quien amaba profundamente.

Sin decir palabra, Giyuu le dio un tierno beso en la sien, sus labios transmitiendo una disculpa silenciosa y una promesa de hacerlo mejor. El gesto lo decía todo, reparando la brecha entre ellos y reavivando un destello de esperanza dentro del alma de Iguro.

En ese momento, su abrazo se convirtió  en un santuario, un lugar donde florecieron la comprensión y el perdón. Mientras se aferraban el uno al otro, el peso de la tristeza se disipó y fue reemplazado por un renovado sentido de conexión y un compromiso compartido de alimentar su vínculo.

El tiempo pareció detenerse mientras se abrazaban, sus corazones latían en sincronía. En ese espacio tranquilo, Iguro encontró consuelo al saber que lo veían, lo escuchaban y lo apreciaban. Y en los brazos de Giyuu, descubrió que la reparación de sus corazones era un viaje que recorrerían juntos.

Cuando finalmente se separaron de su abrazo, sus miradas se encontraron y un entendimiento tácito pasó entre ellos. Es posible que el camino que queda por recorrer aún plantee desafíos, pero han reafirmado su compromiso con el bienestar mutuo. Y armados con el poder de su conexión renovada, estaban listos para enfrentar lo que les esperaba, de la mano.

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