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Minutos antes de las ocho de la mañana, Enzo empezó a abrir los ojos con lentitud, tenía la maldita costumbre de siempre despertarse antes de que suene su alarma para ir a trabajar. La mayoría de veces lo desesperaba, pero en ese momento agradeció tener ese despertador interno, porque tuvo el privilegio de poder presenciar a Julián completamente dormido a su lado.

Estaban enfrentados, el mayor tenía la mano derecha debajo de la almohada y la otra se apoyaba sobre el reducido tramo de colchón que había entre ellos, una de sus piernas estaba flexionada y su rodilla chocaba suavemente contra el muslo de Enzo. Su ceño estaba levemente fruncido y le sorprendió bastante que durmiera con la boca cerrada, lo jodería con eso más tarde.

Casi como para arruinarle el 'momento de admiración a la belleza Julianística', la alarma empezó a sonar insistentemente en su mesita de luz, con esa horrible canción que había elegido porque lo hacía querer levantarse y apagarla más rápido.

Julián, que tenía el sueño bastante ligero, se sobresaltó al escuchar el sonido que retumbó en la habitación, encontrándose con la espalda de Enzo frente a sus ojos, que se había volteado para buscar su celular.

–Fua, loco, ¿tan fuerte la vas a poner? –dijo con la voz ronca, molestándole un poco la garganta por hablar apenas se despertó. Se arrepintió al instante de su elección de palabras por lo mal que habían sonado, y empezó a negar con la cabeza cuando vio la media sonrisa de Enzo, preparando para el descanso. –Pará, pará, no era así-

–No te tenía así, Julito... –lo miró pícaramente, Julián rodeó los ojos y le pegó en el brazo para que se callara, restregándose un ojo con la otra mano.

–Dale, no seas pelotudo...

–Bueno bueno –se rindió, sonriendo en grande. –Buen día –lo saludó en un susurro, solo para él. Julián se olvidó del boludeo anterior y le sonrió de la misma manera.

–Buen día, Enzo –le devolvió. El morocho se estiró para darle un piquito en los labios que Julián aceptó a pesar de que no se habían lavado los dientes y Enzo tenía saliva seca en la comisura izquierda porque babeaba -y roncaba- un montón al dormir.

Cuando se separaron Julián se despaviló un poco y se paró para ir al baño, sacando su cepillo de dientes de la mochila, donde siempre tenía uno por si acaso.

Enzo había agarrado su celular para boludear un rato, viendo los mensajes que tenía, empezando por el que su madre le había mandado un rato antes de que se despierten.

Enzo había agarrado su celular para boludear un rato, viendo los mensajes que tenía, empezando por el que su madre le había mandado un rato antes de que se despierten

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la pizza  | julian x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora