Carlos esperó aproximadamente media hora a que la mujer saliera, mientras tanto, se paró a una cuadra para mantener su estatus incógnita. La ve salir y a pesar de la distancia, se puede apreciar como su largo cabello negro lucha contra el viento, cuya tonalidad oscura resalta la mirada peligrosa de sus ojos ligeramente marrones.
"Ahora si, es nuestro momento," piensa mientras abre la ruleta. "Rojo, si me pela, negro, no me pela, verde, es complicado."
Sale verde.
"Bueno, a quien le importa, es solo una aplicación."
La ve subirse al primero de los tres taxis estacionados en la banqueta. Carlos escoge el de hasta atrás. "Siga al primer taxi."
"Ay sí, tranquilícese joven, quien se cree."
"Con dinero baila el perro."
"¿A quién le está diciendo perro?"
Carlos saca el fajo de la renta y el taxista sonríe, siguiendo sus órdenes.
Por la agresividad con la cual el taxista maniobraba las abrumantes calles de La Ciudad de México, se podía notar cuanto el fajo lo iba a ayudar, o quizás ya tenía tiempo aburrido y el bulto monetario fue simplemente la gota que derramó el vaso.
"¿A quién seguimos, joven?"
"Al amor de mi vida."
"Ah, no me diga que es usted el que va diciéndole eso a todos los taxistas."
"No, no soy yo, seguro es mi primo, el se enamora de cualquiera, yo no. Ella es el mismísimo ángel que Dios dejó caer en un momento despistado. El bote de oro al final del arcoíris, el mineral más preciado que se encontraba en el país del nunca jamás," pausa. "¿Nunca ha escuchado el sacar a un clavo con otro clavo?"
"Claro, así me olvidé de mi esposa."
"Pues este no es un clavo, don, yo no necesito sacar a ningún clavo, yo necesito a algo que tape este hoyo que a diario me vacía las ganas de vivir, necesito a un tapón. ¡Justo! Ella es un tapón, el tapón de mis sueños perdidos, el tapón de mi alma podrida."
"¿Y como se llama esta mujer?"
"No lo sé, no me importa. Será mi Julieta y yo su Romeo, ¡moriremos juntos por amor!"
"No diga mamadas, joven, con todo su debido respeto, los dos niños mueren."
"Aqui, quieto"
"Que no soy perro."
Se baja.
Carlos ve a la mujer de alta gama y mucha cultura debido a gusto por Romeo y Julieta, entrar a una cafetería, donde es recibida con quejas por su llegada atrasada, pues era su lugar de trabajo.
Carlos entra y va hacia la caja. "Hola."
"¿Y tú que haces aquí?"
"Vivo aquí alado, vengo por un café, ¿no sabía que trabajabas aquí?"
"¿Llevo cinco años aquí y nunca he visto tu cara, me estás siguiendo?"
"¿Yo?" Responde disgustado. "No, claro que no," se hace el tonto. "Me das un latte, por favor, sin azúcar."
"Serían treinta pesos."
"¿Treinta?"
"Sí."
Carlos se toca los bolsillos. "¿Sabes qué? Dejé mi cartera en el coche," se retira y no vuelve a entrar.
...
"¡Felipe!" Grita Carlos hacia la ventana de Felipe desde la calle, sin importar quién lo rodea y sin importar la tarde hora de la noche. "¡Felipe!" Repite.
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El Tapón
HumorCarlos, un mujeriego narcisista Mexicano, ludópata y ninfomaníaco, pero también romántico y espiritual, piensa que el mundo gira a su alrededor y no da un pelo de importancia a nada fuera de sus propios intereses. Carlos se enamora de una mujer con...