A continuación, procederé a esbozar de manera concisa los fundamentos defendidos por el movimiento TERF, destacando las razones que me llevan a considerar sus argumentos como inestables y falaces.
Es imperativo reconocer que los discursos y debates promovidos por individuos trans excluyentes suelen teñirse de hostilidad, irrespetuosidad y ofensas hacia las personas trans. Este movimiento, impulsado por la más pura transfobia, se niega incluso a aceptar la diversidad de identidades de género.
En primer lugar, es común escuchar la afirmación mítica de que "el feminismo es solo para mujeres reales". Ante tal afirmación, no puedo evitar pensar en la profunda ignorancia que subyace en esas palabras, sugiriendo una falta de comprensión acerca del feminismo y sus principios fundamentales.
Para contextualizar, retrocedamos en la historia del feminismo, que se remonta al siglo XIX con la lucha por el sufragio universal. Sin embargo, es crucial reconocer que hubo manifestaciones feministas previas menos reconocidas pero igualmente significativas.
En esos tiempos, la creencia en la superioridad natural del hombre y una opresión intensa hacia la feminidad prevalecían. El siglo XIX marcó el surgimiento del sufragio universal, liderado por mujeres valientes que, al aliarse, lograron alcanzar lo que anteriormente se consideraba una utopía: el derecho al voto.
Estas mujeres valientes se unieron sin importar diferencias para lograr un objetivo común, demostrando que el verdadero feminismo radica en la unidad en lugar de dividir conceptos destinados a luchar contra un mal compartido.
El feminismo, como motor de igualdad y cambio, no puede promover la igualdad si se declara excluyente de una minoría, como lo eran las mujeres en su momento. En los años 60 y 70, el feminismo continuó su lucha por una igualdad más tangible, reconociendo que el voto no garantizaba una igualdad real.
Entonces, ¿para quién es el feminismo? Es para mujeres valientes que se unen y luchan contra una opresión común. A pesar de nuestras diferencias, ya sean cisgénero o transgénero, todas las mujeres merecen igualdad.
También se ha difundido la idea de que las mujeres trans no experimentamos la opresión patriarcal porque carecemos de vagina. Este pensamiento está desactualizado, ya que muchas mujeres trans optan por vaginoplastias. Aunque no poseamos una vagina al nacer, somos víctimas de la opresión sexista y patriarcal de la misma manera que una mujer cisgénero. De hecho, estoy convencida de que, en algunos casos, vivimos estas opresiones de manera más intensa que muchas mujeres cisgénero que respaldan tales argumentos. La ausencia de una vagina no invalida nuestras experiencias, sino que añade una doble opresión por ser mujeres transgénero.
Este argumento está probablemente basado en que no tenemos útero y que biológicamente somos hombres, esas pantomimas que repiten una y otra vez como loritos. La biología analiza el sexo, pero no el género. Tenemos que entender que el género es algo social que se nos atribuye en base al sexo, pero que no es real. ¿Ser hombre es tener un pene? ¿Ser mujer es tener una vagina? Si tu respuesta es sí, me parece limitante y francamente basto pensar así. Las personas trans no decidimos ser trans, nacemos trans. Podremos haber nacido con dos testículos y un pene, pero nuestro aspecto y nuestra expresión son tan femeninos como queramos que sean.
Somos mujeres a las que un mundo machista martiriza al igual que a cualquier mujer cisgénero, y eso es algo que puedo afirmar desde mi vivencia propia y desde muchas hermanas trans mías.
Seguiré abordando otro argumento frecuentemente utilizado por las TERFs, el cual sostiene que las mujeres trans formamos parte del género opresor. Este argumento, personalmente, me provoca gran indignación, ya que considero que es uno de los más perjudiciales y subyacentemente transfóbicos.
El hecho de nacer con un pene de ninguna manera implica que seamos hombres, como ya he mencionado anteriormente. Nacemos como personas trans porque la identidad de género es innata, no una elección. Puede optarse por realizar una transición antes o después, ya que eso está bajo nuestro control, pero la decisión de ser o no una persona trans es inherente, es algo intrínseco.
Este pensamiento conlleva una fuerte estigmatización y promueve la creencia errónea por parte de las personas trans excluyentes de que sufrimos de problemas mentales. Un ejemplo claro de este estigma es cuando argumentan que no deberíamos compartir baños con mujeres cis para prevenir agresiones sexuales, como si eso fuera una práctica común. Han logrado convencer a muchas personas de esta falsedad, perpetuando la idea absurda de que las mujeres trans buscan aprovecharse del sistema y de otras mujeres para cometer actos delictivos.
Esta concepción carece de lógica y no puede ser justificada de ninguna manera. La opresión de género se basa en un sistema social que discrimina a las personas debido a su identidad de género. Las mujeres trans, al igual que las mujeres cisgénero, somos víctimas de esta opresión de género.
Me gustaría hacer un inciso y aclarar que las personas trans no somos tales y como la sociedad ha hecho creer. Las mujeres trans, somos mujeres normales y corrientes. Hay algunas que tenemos mas cispassing y otras que menos.
Esto es completamente licito y ya esta.
Lo que no podemos hacer es englobar un colectivo en una única cosa. Las mujeres trans nos comportamos, nos vemos y actuamos como mujeres por que lo somos.
Por ultimo, el argumento del movimiento TERF que acusa a las chicas trans de perpetuar roles de género parece carecer de fundamentos sólidos en mi opinión. Resulta irónico que nos critiquen por no ajustarnos a sus estrechas definiciones de lo femenino, mientras nos etiquetan como "hombres" basándose en características biológicas superficiales, limitando así la definición de mujer a la presencia de una vagina.
Es crucial reconocer la diversidad de experiencias dentro de la comunidad trans; cada una de nosotras es única, con formas individuales de expresar nuestra identidad de género. Algunas chicas trans pueden sentirse más cómodas adoptando expresiones hiperfemeninas, pero esto no debería ser motivo de críticas.
El dilema surge cuando, al esforzarnos por ser auténticas y ser tratadas con respeto, se nos acusa de perpetuar roles de género. La realidad es que la responsabilidad de perpetuar estos roles no recae únicamente en la comunidad trans. Además, la confusión entre cultura y roles de género complica aún más la situación.
Siguiendo las palabras de Penelope Guerrero, que admiro profundamente, nuestras elecciones estéticas, como llevar uñas largas, maquillaje o un escote, son parte de nuestra cultura. Crecimos con estas expresiones y nos sentimos cómodas con ellas. Sin embargo, al pertenecer a una minoría, nos encontramos en un foco donde las críticas parecen ser moneda corriente.
Como minoría trans, afirmo que la transfobia es una realidad palpable. La gente parece dispuesta a encontrar defectos en todo lo que hacemos simplemente por ser quienes somos. Este constante escrutinio destaca la urgente necesidad de comprensión y respeto hacia la diversidad de identidades de género. Solo a través de la empatía y la aceptación mutua podemos superar las barreras que perpetúan la discriminación y construir un mundo donde todas las voces sean escuchadas y respetadas, independientemente de su identidad de género.
En líneas generales, el movimiento TERF aboga por la exclusión de personas trans de ciertos espacios y derechos, lo cual, en mi opinión, es sumamente perjudicial. Esta postura contribuye directamente a la discriminación y la marginación de nuestra comunidad, creando barreras que dificultan nuestra participación plena en la sociedad.
Adicionalmente, niega la validez de nuestras identidades de género al afirmar que esta está determinada únicamente por la biología. Esta negación no solo vulnera nuestra autonomía y autopercepción, sino que también afecta negativamente nuestra salud mental. La insistencia en que nuestra identidad es inválida perpetúa un ambiente hostil que puede tener consecuencias graves para nuestro bienestar emocional.
Otro aspecto criticable es su propensión a fomentar estereotipos de género, al aferrarse a visiones rígidas y binarias sobre la identidad de género. Esta perspectiva limitada restringe las posibilidades de expresión de género para todas las personas, dificultando la aceptación de la diversidad de experiencias y expresiones de género.
En resumen, desde mi perspectiva, el movimiento TERF es perjudicial debido a sus posturas excluyentes, su negación de identidades de género válidas, su promoción de estereotipos y su contribución a entornos no inclusivos. Estas actitudes tienen consecuencias directas en la igualdad, la salud mental y el bienestar de la comunidad trans.
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Movimiento TERF - Kira Saiz
Non-FictionEste es un ensayo acerca de el movimiento TERF (Movimiento Feminista Trans-Excluyente) desde un punto de vista feminista moderno y inclusivo, así como la de una chica transexual. Lo que puedes encontrar aquí es mucha critica, mucha deconstrucción de...