Capítulo 5

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Así pasaron los siguientes tres meses, buscando trabajos por el día y yendo a ese bar por las noches, Bill había perdido la cuenta de con cuántas personas había estado, pues a veces simplemente querían algo de un rato que no durará toda la noche, por lo que llegaba a irse con dos o tres hombres por noche.

El pequeño Tom no entendía lo que pasaba, no entendía porqué los señores querían estar con el ni tampoco el porqué debía quedarse en el baño cuando eso pasaba. Lo único que sabía era en unas horas irían donde su tía, al fin podrían dejar de estar en las calles y podrían ser felices y estar tranquilos.

[•]

– ¡Despierta Billy! !Despiertaa!– Brincaba emocionado en la cama esperando que su hermano despertara.

– Estoy despierto, así que deja de saltar en la casa, te puedes caer– Respondió dando palmadas a su costado para que Tom se sentará.

– Es que estoy muy emocionado, ¡Al fin iremos con la tía!

Después de ese pequeño momento de emoción, los hermanos fueron a desayunar, mientras Bill le contaba al menor lo maravillosa que era su tía, estaba seguro que los recibiría con los brazos abiertos de eso no le cabía duda alguna.

(...)

Estaba anocheciendo cuando los hermanos se encontraban en camino hacia Hamburgo, como seria un viaje algo largo decidieron tomar una siesta para evitar aburrirse en el trayecto. Horas después, al fin habían llegado, aunque para ellos se sintieron como minutos esas largas horas, sin perder mas tiempo fueron a la casa de su tía.

Estando frente a la puerta no sabían si tocar o no, tenian los nervios a tope, pero Bill se armo de valor y como pudo toco el timbre, los segundos se sintieron como minutos, hasta que una señora abrio la puerta permaneciendo en silencio al ver quienes estaban ahi parados.

– ¡Mis niños! ¿Qué hacen aquí? ¿Y sus padres?– Preguntaba mientras los hacía pasar adentro.

– Hola tía, es complicado pero en pocas palabras... Nos escapamos...

– ¿Cómo que escaparon? ¿Que pasó?

– Seguridad. Nos escapamos por nuestra seguridad, nuestros padres eran unos abusivos con nosotros, no nos querian en lo absoluto– Tenía la voz entrecortada, sentia un nudo en la garganta de tan solo recordar nuestra situacion en ese momento y todo lo que tuvimos que soportar para llegar aquí.– ¿Podemos... Quedarnos, tía?–

– C-claro que pueden pequeños.

(...)

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Perdóname pequeñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora