Chapter 1: Zoológico.

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Nuestra historia comienza cuando el señor y la señora Dursley se despertaron un martes, con un cielo cubierto de nubes grises que amenazaban tormenta.
Harry, mi hermano gemelo, y yo estábamos durmiendo en la alacena debajo de las escaleras de la casa de mis tíos, hasta que mi primo Dudley nos despertó saltando por las escaleras, haciendo que todo el polvo nos despertara. Harry y yo nos levantamos y fuimos a la cocina, la señora Dursley le ordenó a Harry que hiciera el desayuno mientras yo ponía la mesa. Traté de hacerlo lo más rápido posible para poder cambiarme y buscar ropa limpia para mí y para mi hermano, ya que íbamos a ir al zoológico con mis tíos.


Ya estando ahí, fue muy fastidioso ver como Dudley golpeaba la ventanilla y gritaba para que la serpiente se moviera, mi hermano podía notar que me estaba poniendo muy nerviosa así que se giró y le dijo que estaba dormida con un tono un poco agresivo.

- Que aburrido. -resoplando se va con sus padres en otra parte.

- Discúlpalo, no entiende lo que se siente... - decía mi hermano a la serpiente.  - Estar encerrada noche y día, ver cómo la gente pone la cara contra el vidrio. - dijo mientras yo estaba a su lado, a la serpiente sin buscar ninguna respuesta hasta que le giña un ojo y nos asustamos.

- ¿Estas escuchándonos?  - pregunté sorprendida, con los ojos como platos.

 La serpiente mueve su cabeza afirmando.

- Oh... jamás hablamos con una serpiente...- dijo Harry mientras me tomaba de la mano, como forma de protector.

Mi hermano había empatizado mucho con la serpiente, hasta que el fastidio de mi primo vino y me empujó para poder verla, por lo tanto, yo caigo bruscamente. Harry me ayuda a levantarme rápidamente furioso con Dudley, iba a enfrentarlo, pero la serpiente se adelantó y mágicamente desaparece el vidrio que la tenía encerrada y tiro a Dudley al agua, fue divertido ver. Fue mi venganza, pero duro poca...

La serpiente salió de ahí y se acercó a nosotros.

- Graciazzz... - nos dijo.

- No hay por qué. - respondimos a la misma vez. Nos miramos por lo que había pasado. Estábamos tanto sorprendido como emocionado.

Cuando Dudley quiso salir no pudo, porque el vidrio volvió aparecer y empezó a gritar junto a la señora Dursley. Harry se empezó a reír y le di un codazo suave para que dejara de hacerlo, sabía que podía meternos en problema. Hasta que el señor Dursley se nos acercó seriamente por haber visto que le pareciera gracioso a Harry que su hijo estuviera atrapado.


Llegamos a casa y el señor Dursley maltrato a Harry, jalándole del cabello.

Harry era el que peor trataban de los dos. Normalmente, siempre me defendía así que a veces era mi culpa... 

- ¿Qué fue lo que pasó? - pregunto enojado.

- No lo sabemos. - Respondí e intente que deje a mi hermano. - ¡La serpiente salió sola de la jaula, fue como magia! - grité desesperada.

- ¡Comprende que no existe la magia, Aurora! - me grito aún más fuerte, para terminar dejándonos a bajo nuevamente, encerrados.

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Yo estaba leyendo un libro que había buscado de la biblioteca, mientras Harry estaba jugando con un autito, de repente escuchamos un ruido fue a ver que era. Salió Harry a buscar el correo que llegó y fue hacia la cocina para entregarle a mi tío su correo, excepto el que traía su nombre y el mío en ella...

 Unos minutos después, escuché unos gritos así que salí para ver si mi hermano estaba bien. 

Los Dursley eran muy malos con nosotros, sobre todo con Harry.

 Fui corriendo hacia la cocina y pude observar que Dudley le había sacado un sobre de sus manos. Yo me coloque a lado de Harry como si él me protegiera y yo a él. Aunque este lugar sea un espanto, al menos tengo a mi querido hermano.

Dese ese día, llegaban cartas idénticas a diario, que decían lo mismo "Señor y Señorita Potter..." todo era muy raro, Harry me conto que era una solicitud de una escuela... había lechuzas por todas partes...

- Hoy estoy muy feliz. - dijo el señor Dursley. - ¿Sabes por qué Aurora? 

- ¿Porque los domingos no hay correos? - dije levantando una ceja.

- Exacto. - dijo él con una sonrisa.

Gire para ver a Harry que estaba despistado mirado la ventana así que voy a él abrazándolo por la espalda y vimos muchísimas lechuzas, todas iguales de blancas y grandes... hasta que vimos que empezaron a salir muchísimas cartas desde la chimenea. Harry y yo nos subimos a la mesa para poder alcanzar alguna mientras tratábamos de escapar de nuestro tío.


𝐿𝑎 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎𝑑𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora