Capítulo 6
Me pesaban los párpados y sentía mi cuerpo entumecido a causa de la dureza de aquel colchón forrado con una funda de plástico azulada que no cesaba de crujir al mínimo movimiento. Tan pronto como percibí lo que me parecieron unos pesados tacones martilleando las pulcras baldosas al otro lado de la puerta entreabrí levemente los ojos mientras me removía sobre mi misma buscando a tientas la pequeña palanca metálica. Mis ojos no acabaron de acostumbrarse a la pálida luz de la sala cuando llamaron a la puerta, al fin mi mano palpó el frío metal accionando el mecanismo y reclinando a a su vez la parte superior de la camilla. Acomodé la almohada tras mi lumbago por mera formalidad, no me gustaba estar tumbada mientras otra persona me hablaba ya que de ese modo daba a entender que me importaba un carajo lo que la otra persona fuera a decirme y no estaba dispuesta a perder mi, probablemente, única oportunidad de salir de aquel antro insufrible.
Dejé escapar un suspiro largo y pausado antes de parpadear varias veces recobrando así el aborrecible campo de visión de aquella simple sala de hospital.
El taconeo cada vez más audible dio a entender que, fuera quien fuese, acababa de entrar en la habitación, giré la cabeza hacia atrás intentando averiguar quién era el afortunado que me sacaría de aquel claustrofóbico lugar, al instante gemí al notar un agudo e intenso dolor recorrer mi columna vertebral que probablemente se debía a mi mala postura en aquella fastidiosa cama.
Nada más verme por el angosto hueco entre la pared del cabecero y el grueso cortinón la que, a juzgar por su ensordecedor chillido sería mi madre, deslizó la gruesa tela con asombrosa agilidad quedándome al descubierto ante las curiosas miradas de ambos chicos, en aquel incómodo momento me sentí desnuda, impotente y un tanto avergonzada; no había sensación que más detestase que la de ser el centro de atención.
Cuando terminó de estrujarme por completo se acomodó a mi lado y secó las incesables lágrimas que deslizaban por sus suaves mejillas de melocotón.
Sin duda agradecí que tanto Adam como su amigo me hubiesen dejado a solas con mi madre, estaba segura de que, para mi desgracia, la conversación que iba a tener lugar en apenas unos segundos sería incluso más incómoda que aquella camilla sobre la que ambas nos mirábamos sin saber que decir.
-Sara... -comencé, tras unos minutos de impenetrable silencio, procurando buscar las palabras adecuadas ante semejante situación.
-No, no cariño -negó zarandeando el pañuelo húmedo encerrado en su puño derecho, volvió a tomar el delicado pedazo de papel entre sus finas manos y se sonó estruendosamente. Cuando cesó y pareció haberse tranquilizado un poco dejó el pañuelo usado a su lado y tomó mis manos entre las suyas acariciándome el dorso con su pulgar dibujando círculos imaginarios sobre mi sudorosa piel. - Siento mucho no haber estado animándote en un evento tan importante -prosiguió con cierta tristeza-.Sé que significaba mucho para ti y que te he vuelto a fallar. -Alzó sus cristalinos ojos azules y apartó su mano de entre las mías para evitar una segunda tanda de lágrimas descontroladas. -Siento que últimamente te estoy perdiendo -su tono de voz se agudizo y volvió a esnifar con fiereza procurando evitar otro derrumbe emocional-, y por mucho que me esfuerce por mantenerte cerca, siempre acabo metiendo la pata -gimoteó y volvió a conectar sus ahora grisáceas pupilas cubiertas por una fina capa de lágrimas que, escurridizas, volvían a derramarse por su pálido rostro. - El trabajo ocupa todo mi tiempo-tragó con esfuerzo-. Necesitamos el dinero, Charlie. Sabes que me estoy esforzando mucho para que esto salga bien, ¿no es cierto? -Sus temblorosos ojos suplicaban clemencia.
Puesto que aquella delicada situación no se me había presentado en ninguna otra ocasión no sabía cómo actuar, aquella era la primera vez que presenciaba a mi madre en aquel estado tan dócil y a pesar de que ella nunca había hecho el esfuerzo de sincerarse conmigo, sabía de antemano el duro trabajo al que estaba sometida y que ella hacía todo lo posible por mantenernos a mí y a Lucas, mi hermano menor. Sin contar el inmenso gasto que supondría mi entrada en la universidad. En definitiva, tanto ella como nosotros debíamos permanecer en esta peliaguda situación por mucho que nos disgustase.
-Por favor, di algo -suplicó con cierto ápice de ansiedad.
-Yo -respondí tomando un rebelde mechón de pelo que cubría parcialmente mi ojo derecho y sosteniéndolo detrás de mi oreja. Apreté mis puños sobre mi regazo y miré al frente pensativa, ¿Qué se suponía que debía decir sin herir sus sentimientos? Chasquee la lengua y liberé mis manos de su opresión secándome el repugnante sudor que emanaban contra el camisón que cubría la parte superior de mis muslos-lo sé, sé que necesitamos que trabajes -solté una bocanada de aire desinflando mis cargados pulmones dirigiendo la mirada al techo-. No hace falta que te disculpes, sólo-Conecté su mirada con la mía.-, sólo quiero respuestas.
Su expresión se oscureció al mismo tiempo que sus pupilas empequeñecían como si temiese su propia respuesta.
-Sé que la doctora habló contigo -susurré-, sólo dime lo que...
-Van a operarte -interrumpió fugaz.
Esta vez fui yo la que buscó de nuevo el contacto con su mirada, demasiado aterrada como para creer su declaración y mi sentencia.
Sara me miró de reojo con una notable y creciente inquietud.
Una oleada de pánico emergió desde mi vientre recorriendo y arrasando cada milímetro de mi cuerpo. De pronto, mi labio inferior comenzó a temblar al mismo tiempo que una estúpida lágrima logró descender a lo largo de mi rostro. Incapaz de controlar mi propio cuerpo y las impactantes emociones que lo recorrían, sentí la insaciable necesidad de salir de aquella sala y notar la refrescante brisa otoñal invadir mi cuerpo.
Apoyé ambas manos con cierta inseguridad al borde de la chirriante camilla dispuesta a marcharme cuando un firme agarre me paró en seco.
-Te entiendo, Charlie -Ni siquiera me atreví a mirarla a los ojos. Se suponía que yo era la fuerte, siempre había sido así. Sin embargo, la presión en mi entrecejo era cada vez más evidente y dudaba poder aguantar mucho más sin derramar una lágrima-. Aunque ahora no lo creas, todos en esta familia nos hemos visto obligados a despedirnos de aquello que más queríamos -Esnifé sonoramente y me maldije a mi misma por acobardarme ante la idea de pedirle uno de sus perfumados pañuelos a mi madre. Aquellas sinceras palabras arrastraban más de un sombrío recuerdo consigo, además el incesante cúmulo de emociones que luchaban por aflorar en mi interior debilitaba mis fuerzas a cada segundo que pasaba. -. Déjalo salir -me incitó, de pronto, envolviéndome bajó su cálido jersey de lana rosa palo. Al principio no pude evitar estremecerme ante el repentino contacto de mi madre dada la falta de costumbre. Poco a poco recobré la respiración, no obstante, mi cuerpo seguía rígido como una tabla. -. El dolor-prosiguió-. No es bueno esconderlo tan adentro. Estoy aquí, a tu lado-habló a penas en un susurro inspirando con intensidad-, déjame ser la fuerte por una vez.
Dejé descansar mi cabeza en su delicada clavícula sintiendo la cálida piel de su cuello en mi ardiente frente.
-No puedes luchar eternamente.
Y así, tras insufribles años de compromiso y constancia imbatible, me deje llevar. El sabio discurso de mi madre liberó milagrosamente gran parte de mis más profundos sentimientos que ni yo misma creía existentes.
Lloré durante lo que me resultó una eternidad, como nunca antes lo había hecho, en brazos de mi madre. Lloré hasta que a mi cuerpo, al fin liberado, no le quedó ni un ápice de energía al que aferrarse.
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Hola chicos,
Como siempre os agradezco vuestra inmejorable paciencia y perseverancia. Sé que nunca cumplo las fechas acordadas y es por eso que voy a procurar no imponerme día fijos para publicar nuevos capítulos, lo haré sobre la marcha aunque espero que al ser verano sea al menos una vez por semana.
Espero que el capítulo sea de vuestro agrado, díganme ¿se esperaban la operación de Charlie? ¿Que les pareció la intensa conversación madre-hija?
Sepan que en el espacio de abajo pueden comentarme cualquier cosa y será todo un placer leer y dialogar con vosotros (siempre que no se falte al respeto, claro) Como bien sabéis estoy abierta a criticas, sólo quiero mejorar para beneficio de todos.
Besitos
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Simplemente Charlie.
Teen FictionCharlotte Blackburn es una adolescente como otra cualquiera. Emprendedora y autoexigente intenta ser admitida en el codicioso club de atletismo de la universidad que implica dar el máximo de uno mismo en cada momento. ¿Qué ocurre cuando una persona...