6. ¡Nos han capturado!. Primera parte.

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"Nos rendimos, nos rendimos" habían gritado las dos amazonas. Los esclavistas las esposaron y subieron a caballo hasta llevarlas a la carreta. Las metieron dentro, junto con otra amazona que chillaba enloquecida. "Hijos de putaaaaa, soltaaaaadmeeeeeee"

-Rápido, tenemos que salir de aquí. – decía un esclavista – He visto amazonas armadas. Tenemos tres capturas, no nos arriesguemos más.

Cristina y Nieves estaban muy nerviosas, aunque no tanto como la que no paraba de gritar. De repente una flecha atravesó la cabeza del esclavista que había hablado, y cayó al suelo. La amazona gritona tomó aire y volvió a gritar: "Aquí, aquí, socorro, nos han secuestrado". Las otras dos se habían quedado sin habla del susto.

-Huyamos, tienen ballestas. – dijo otro, y la carreta echó a andar, todo lo rápido que lo permitían los caballos.

En la carreta sólo estaban las tres chicas. Cristina y Nieves estaban esposadas y seguían vestidas. La otra estaba desnuda y atada con cuerdas, tumbada en el suelo. Las cuerdas rodeaban su torso formando un patrón, con algunos nudos, pasaban por su entrepierna y mantenían sus manos y pies casi unidos por la espalda. La chica era rubia y les sonaba de haberla visto en la ciudad acompañada de unos esclavos bastante mayores que ella.

-¿Habéis venido solas? ¿Nos siguen para liberarnos? ¿Qué habéis visto? Esos cerdos han matado a dos de mis esclavos.

-No sabemos nada. – respondió Nieves. Estaba un poco asustada, pero no podía dejar de mirar la forma en que estaba atada la rubia. Parecía que, al moverse intentando soltarse, la cuerda que pasaba por su entrepierna subía y bajaba moviendo un nudo que rozaría los labios vaginales.

-Tenemos que salir de aquí. Ayudadme. Me llamo Laira. Esos cabrones quieren llevarnos a Saleria para vendernos como esclavas.

-No te podemos ayudar. – dijo Nieves.

-Vamos a esperar a que paren. Ahora os desnudarán y os atarán como a mí. Pero todavía tenéis los guantes. ¿Sabéis luchar con los guantes? Son eléctricos, por eso las amazonas podemos vencer a cualquier hombre, aunque sea más fuerte que nosotras. Necesito escapar...

-Pero no pasa nada, mujer, no es tan malo que te capturen, sólo es un juego.

-No. No es sólo un juego, soy Dómina financiera, hay tíos que me pagan para que sea su Ama en el juego. Y no tengo que follar con ellos ni nada, sólo tratarlos como basura y ellos me pagan. Gano mucho dinero con esto, y los muy cabrones han matado a dos de mis esclavos, que ya no se podrán volver a conectar. He perdido dinero con esto, y no quiero seguir perdiendo...

-Que no te vamos a ayudar. – dijo Cristina – Somos sumisas y queremos ser secuestradas.

-¿Qué? Hijas de puta ¿Cómo que sumisas, pero para qué os hacéis amazonas si sois sumisas de mierda? Hijas de putaaaaaaaaaa.

La carreta acabó parando cuando los esclavistas se sintieron seguros. Abrieron las puertas para comprobar el estado de sus capturas.

El jefe del grupo, una IA a la que llamaban capitán Ogawa, se acercó a Laira, que seguía insultando a todo el mundo. Pasó unos dedos por la cuerda de la entrepierna.

-Puedes protestar todo lo que quieras, veo que te estás mojando.

-Pero no por vosotros, gilipollas, es una reacción física normal. No significa nada.

-Desnudad a las otras. – ordenó a sus hombres, mientras con la mano propinaba unos sonoros azotes en el culo de Laira. Entre dos chicos jóvenes desnudaron a Cristina y Nieves usando unas tijeras para cortar sus ropajes. Les quitaron los guantes.

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