52 0 0
                                    

Hoy es un día de ansiedad y dudas. Mamá me está ayudando a vestirme para el día de reclutamiento en las tierras mágicas, pero no puedo evitar sentir un nudo en el estómago. Aunque todos están emocionados por la oportunidad de ser elegidos, en el fondo de mi corazón sé que ser seleccionada no es algo bueno.

Visto el mismo vestido que mi madre ha elegido para mí, de un color azulado apagado que resalta con mi pelo pelirrojo, pero mis movimientos son tensos y mis ojos reflejan la incertidumbre que siento por dentro. Mientras loco mi marca de nacimiento en mi espalda.

Mamá me mira con preocupación mientras ajusta los últimos detalles de mi atuendo.

—Lily, mi pequeña Liliana —dice mamá, tratando de sonar reconfortante—, no importa lo que pase hoy. Estoy aquí contigo, pase lo que pase. Recuerda que siempre te amaré y estaré a tu lado.

Sus palabras me reconfortan un poco, pero no pueden eliminar completamente el miedo que siento. Ser una de las escogidas y dejar toda tu vida atrás no es algo que me entusiasme. Hace unos pocos meses cumplí los dieciocho años, el mismo año en que cien reclutados se van a las tierras mágicas para ser entrenados, todo por un pacto hecho hace muchos años.

—¿Crees que seré una de las escogidas? —pregunto, apenas en un susurro.

—Sé que es difícil, Lily. Pero debes tener fe en ti misma y en tu capacidad para superar lo que sea que venga. No importa lo que suceda, siempre estaré aquí esperándote. Eso nunca cambiará.

—Gracias, mamá —agradezco sus palabras.

Elsa me abraza con fuerza, transmitiendo todo el amor y la seguridad que puede. Papá murió hace unos dos años y todo el apoyo nos lo hemos transmitido juntas. Unas lágrimas se escapan de mis ojos al recordar lo sucedido junto con esta situación a la que no quería llegar.

—Mi dulce niña —se separa de mí limpiando las lágrimas de mis mejillas—. Todo saldrá bien.

De repente, un sonido me eriza toda la espalda. Suena una alarma por todo el pueblo, indicando que teníamos que ir a la plaza mayor.

—Es la hora, Liliana. Recuerda que pase lo que pase estaré junto a ti —dice mientras pasa sus yemas de los dedos por mi pelo.

—Te quiero, mamá.

Con un nudo en la garganta, me despido de ella y camino hacia el lugar de reclutamiento, con la esperanza de que, de alguna manera, todo salga bien, pero con el miedo acechando en cada paso que doy.

Con el corazón latiendo con fuerza, nos dirigimos hacia la plaza mayor, donde todo el pueblo de dieciocho años se ha reunido. El ambiente está cargado de nerviosismo y emoción, pero también hay una sensación de aprehensión que no puedo ignorar.

Cuando llegamos, veo a los príncipes de las tierras mágicas, Azriel y Aaron, parados en el escenario. Desde lejos, observo a Azriel y no puedo evitar notar lo guapo que es, con su porte real y su mirada penetrante. Mis mejillas se ruborizan un poco ante el pensamiento, pero rápidamente desvío la mirada hacia otro lado.

El bullicio en la plaza se apacigua cuando los príncipes Azriel y Aaron toman el escenario. Sus atuendos resplandecen con el brillo de la magia que portan.

Azriel toma la palabra primero, su voz resonando con autoridad y serenidad:

—Bienvenidos, jóvenes del pueblo, a este día crucial en el que se decide el destino de muchos —Su tono es firme, sin emoción en sus palabras.

—Hoy no solo es un día de selección, sino también un día de oportunidad. La oportunidad de descubrir un mundo más allá de lo que conocen, un mundo lleno de magia y maravillas —Aaron, de pie junto a él, añade con una sonrisa cálida.

Guardianes de la Antigua LlamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora