Entretejidos en el tiempo

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Tom y Luna, motivados por la chispa de esperanza que surgió de sus deseos compartidos, decidieron explorar los límites de la conexión temporal que los unía. Aunque estaban separados por años, comenzaron a experimentar momentos de sincronía que desafiaban cualquier explicación lógica.

En una ocasión, Tom decidió explorar un parque que aparecía en una de las fotos antiguas que encontró durante su investigación. Mientras caminaba entre los árboles y las bancas, notó la vibración en el reloj, indicándole que Luna estaba leyendo sus pensamientos en el diario. Aunque no podían verse, sentían la presencia del otro a través de los objetos que se habían convertido en su medio de comunicación.

Luna, por su parte, se sumergió en la experiencia de su propio presente. Siguió las pistas que Aurora dejó en el diario y se encontró en lugares que coincidían con los lugares que Tom estaba explorando en su época. Aunque no podían compartir físicamente el mismo espacio, la conexión emocional se fortalecía con cada descubrimiento.

En uno de sus intercambios a través de los objetos misteriosos, Tom escribió:
"Me pregunto si algún día podremos romper las barreras del tiempo y estar juntos."
La vibración del reloj respondió con una intensidad inusual, como si estuviera transmitiendo un mensaje más allá de las palabras escritas. Luna, emocionada y esperanzada, escribió en el diario:
"Creo que nuestra conexión es más poderosa de lo que podemos entender. Tal vez, algún día, podremos encontrar un puente entre nuestros mundos."

A medida que continuaban explorando las posibilidades de su conexión, Tom y Luna comenzaron a experimentar visiones fugaces de la vida del otro. En momentos de meditación profunda, Tom se encontraba caminando por los lugares familiares de Luna en el año 2023, mientras que Luna veía a través de los ojos de Tom en el pasado. Eran fragmentos de realidad compartida que les permitían sentirse más cerca, aunque fueran solo destellos temporales.

La búsqueda de respuestas los llevó a descubrir que los objetos misteriosos no solo estaban vinculados al pasado, sino que también tenían la capacidad de trascender el tiempo de una manera más directa. Experimentaron encuentros en sueños, donde se comunicaban sin las limitaciones físicas de sus respectivas líneas temporales. Aunque eran experiencias efímeras, dejaban una impresión duradera en sus corazones.

La conexión entre Tom y Luna se volvió un fenómeno que desafiaba las leyes conocidas de la realidad. Se dieron cuenta de que estaban experimentando algo único, algo que iba más allá de la comprensión humana. La relación entre el reloj y el diario se revelaba como un enigma cósmico que los unía en un tejido intemporal.

A medida que su conexión evolucionaba, Tom y Luna sintieron que el tiempo se volvía más maleable. Se aventuraron a experimentar con los objetos, tratando de entender su funcionamiento y descubrir si podían influir conscientemente en su propia línea temporal.

En una noche estrellada, mientras Tom observaba el cielo con el reloj en mano, Luna, también mirando las estrellas, sostenía el diario. Ambos cerraron los ojos y, en un acto de sincronización perfecta, formularon un deseo en sus mentes.
"Deseo encontrarnos, aunque sea por un instante."

La vibración de los objetos se intensificó, creando un eco a través del tiempo. Sintieron una fuerza magnética que los atrajo hacia un punto en el espacio-tiempo donde las barreras entre sus realidades se volvían más delgadas.

Tom se encontró de pie en un parque oscuro, rodeado por la arquitectura futurista de un mundo que no reconocía. Luna, asombrada por su entorno, se encontró en medio de un paisaje que evocaba la nostalgia de décadas pasadas.
Sus miradas se cruzaron, y en ese momento, sintieron una conexión física que nunca habían experimentado antes. Se acercaron lentamente, extendiendo las manos como si pudieran tocar la realidad del otro. La vibración de los objetos llegó a su punto culminante, creando una onda que envolvió sus cuerpos.

En un destello de luz y energía, Tom y Luna se encontraron en un espacio entre el pasado y el futuro. Estaban juntos, sin restricciones temporales, sintiendo la presencia del otro de una manera que trascendía cualquier explicación. La realidad se desdibujaba a su alrededor, creando un instante eterno donde el amor que compartían cruzaba las fronteras del tiempo.

Sin embargo, la experiencia era efímera. A medida que la luz se desvanecía, Tom y Luna se encontraron de nuevo en sus respectivas líneas temporales. El reloj y el diario, ahora silenciosos, testigos de un encuentro que desafió las leyes del universo.
Aunque separados por el tiempo, Tom y Luna llevaron consigo la certeza de que su conexión trascendía cualquier barrera. Continuarían explorando los misterios de los objetos que los unieron, sabiendo que, de alguna manera, el amor que compartían era eterno, incluso a través de las dimensiones temporales que los separaban.






NOTA DEL AUTOR
Voy a hacer un pequeño maratón hoy, subiré dos o tres capítulos más.
Espero os guste

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